
Manuel Rojas sobre el fascismo, el comunismo y la UP: el libro que recoge las reflexiones del escritor
Ya se encuentra disponible el volumen Ensayos Completos II. De qué se nutre la esperanza, que publica el Fondo de Cultura Económica (FCE). En sus páginas reúne las reflexiones del Premio Nacional de Literatura sobre la política de su tiempo. De los agitados días de 1932, la Segunda Guerra Mundial, Cuba y la Unidad Popular opinó en las páginas de los periódicos.

No solo era uno de los más destacados narradores chilenos, firmando un clásico como Hijo de Ladrón, sino el interés de Manuel Rojas iba más allá de lo estrictamente literario. Esto quedó reflejado en la serie de ensayos que escribió a lo largo de su vida y que se publicaron en periódicos.
Entre esos, se encuentran los ensayos donde Rojas -Premio Nacional de Literatura 1957- pensó la contingencia y la política de su tiempo. Estos acaban de aparecer reunidos en el volumen Ensayos Completos II. De qué se nutre la esperanza, que publica el Fondo de Cultura Económica (FCE). Desde el punto de vista como material histórico, se trata de una excelente fuente para adentrarse en el pasado del país.
En los albores del siglo XX, Rojas escribió en el periódico anarquista La Batalla. Así, en noviembre de 1914 reseñó: “Hay orfebres y orfebres...unos burlan con sus manos artistas y ligeras de oro. En los joyeles, sus manos útiles engarzan, como en un verso una rima, los rubíes y las esmeraldas que lucirán en la garganta de alguna reina...Pero...al fin son esclavos...sus gemas adornan gargantas que no son las que él preferiría. Sus joyeles embellecen rostros para él desconocidos”.

Manuel Rojas también escribió sobre el agitado Chile de la década de 1930. En el número 4 de revista Claridad, de junio-septiembre de 1932, comentó los movidos sucesos de ese año: el fin del gobierno de Juan Esteban Montero, los efímeros 12 días de la República Socialista y los llamados “100 días” de Carlos Dávila. “El ciclo de movimientos revolucionarios que ha debido sufrir la sociedad chilena tiene su raíz en la desmoralización de todas las fuerzas políticas. La mayor parte de estas sustentaba el liberalismo económico y no podía de manera alguna satisfacer las aspiraciones de las clases numerosas, cuya salvación no se ve sino en la asociación de intereses y en la transformación del capitalismo privado. Por otra parte, la educación no le permitió construir una entidad bastante poderosa en la cual apoyarse para operar en la estructura social los cambios indispensables”.
“La sociedad, cuerpo ciego pero dotado de un maravilloso instinto vital, ha menester del equilibrio tanto como el individuo en plena actividad. Y porque así es, tan pronto como las masas se indisciplinaron y abandonaron los partidos, porque los jefes de estos habían constituido una oligarquía anhelosa solo de enriquecerse, apareció como para organizar la búsqueda del nuevo rumbo, de la nueva economía, una fuerza originariamente creada para la función guerrera”.
Hacia la década de 1940, Rojas no cesó su actividad como ensayista político. En el Chile de los gobiernos radicales reflexionó sobre la democracia, en un tiempo donde en el extranjero el modelo de la democracia liberal estaba en entredicho. Así lo escribió en las páginas de Las Últimas Noticias, del 18 de octubre de 1940. “¿Demócratas? ¿Amantes y defensores de la democracia? Sospecho que hay demócratas en demasía, demasiados amantes y defensores de la democracia. ¿Por qué lo son? Esa es la cosa. Defienden, más que el ideal de democracia, una situación propia derivada de una situación de democracia, más bien dicho, son demócratas porque un estado de democracia les permite vivir bien, hacer chanchullos, mandar, llevar el agua a su molino, engordar y, a veces, robar".

“Hoy-cosa rara- vemos que grandes jefes de partidos conservadores, conservadores por casta, por partido, por ideas, son demócratas; al mismo tiempo, los son los comunistas. ¿Qué significa esto? En algunos países totalitarios, los primeros que se adhirieron al fascismo o al nacionalsocialismo fueron los conservadores. En otros, en cambio, no totalitarios, esos mismos conservadores defienden la democracia. No lo entiendo. Los comunistas, por otra parte, son también demócratas. Sin embargo, nada hay menos democrático que el régimen imperante en Rusia".
De hecho, la Unión Soviética también fue objeto de reflexión para Manuel Rojas. En Las Últimas Noticias, del 1 de agosto de 1941 -en los días de la Segunda Guerra Mundial- escribió: “Con una de esas ironías que llegan casi al sarcasmo o que lo supera, Rusia se ha convertido, de la noche a la mañana, en la esperanza de mucha gente. ‘Rusia es la esperanza del mundo’, se oye decir. Claro es que esa esperanza -y esto forma parte de la ironía- no se refiere de ningún modo a lo que Rusia representa como entidad política, económica o ideológica, no; la esperanza está cifrada, basada, en algo concreto, más que concreto, contundente: en su ejército. No se cree en su espíritu; más aún, se le teme y se le odia; pero se cree en sus puños y se desea que sean duros y peguen con fuerza avasalladora”.
“En recompensa, los partidos de Rusia, comunistas o no comunistas, creen ahora en las democracias, despreciadas hasta ayer por ellos; pero no creen en el espíritu de las democracias: creen en sus ejércitos y en su potencia combativa”.
En noviembre de 1943, comentó en Las Últimas Noticias sobre las políticas exteriores de Estados Unidos en los días que lideraba al bando aliado contra el Eje. “Cuando Italia atacó a Etiopía, el gobierno de USA decretó la suspensión de venta de armamentos a aquel país; siguió vendiéndole, sin embargo, camiones, hierro, acero y otros elementos que debían ser considerados, lógicamente, como de utilización militar. Cuando se declaró la guerra civil española, USA decidió no vender armas ni a los rebeldes ni a los leales, manteniendo su decisión a sabiendas de que Alemania e Italia entregaban a Franco todo lo que este les pedía. Lo mismo sucedió cuando Japón atacó a China. Y así, larga-mente... La lista de errores es pesada y nutrida, y si algún día se constituyera un tribunal que debiera juzgar no solo a los agresores, sino que también a los que permitieron que esos agresores agredieran y tomaran alas, no hay duda de que Mr. Roosevelt y sus ministros estarían en la primera fila de los acusados... por ingenuos”.
“Si Japón no hubiera atacado por la espalda a USA, obligándole ya a declarar la guerra, la situación de USA sería hoy moralmente insostenible. El ataque los salvó, aunque no del todo. Y decimos que no del todo, porque el perdón general no vendrá hasta que no ganen la guerra. Es lo menos que pueden hacer para lavar sus lamentables pecados”.

En otro salto temporal, Rojas también reflexionó sobre Cuba y la figura de Ernesto “Che” Guevara. Tras la muerte del guerrillero, escribió sobre él en la revista Punto Final, del 19 de diciembre de 1967. “Fidel Castro lo ha dicho: ‘Ernesto Guevara era un artista de la lucha revolucionaria y lo demostró en la campaña de Las Villas y en el ataque y toma de la ciudad de Santa Clara’. Dice Fidel que el artista puede morir, sobre todo cuando se es artista de un arte tan peligroso como ese, pero que no morirá el arte al que consagró su vida y su inteligencia”.
“Ernesto Guevara no fracasó; solo fue asesinado, y Régis Debray tampoco ha fracasado; solo está preso. Filósofo de la guerrilla, pensador del arte que cultivó Ernesto Guevara, es también nuestro. Así lo declaramos, considerándolo un esteta de la lucha revolucionaria. Modelos de hombres, los dos son también modelos de revolucionarios, y en ellos, más que en los seres que dependen de un comité cualquiera, deben inspirarse los jóvenes revolucionarios de América y del mundo”.
Y el libro cierra con reflexiones de Manuel Rojas sobre el proceso de la Unidad Popular y la Vía chilena al socialismo. En el popular diario Clarín (Firme junto al pueblo) opinaba de temas más pedestres, más cercanos al lector. Y en la edición del 8 de noviembre de 1971 escribió sobre El bistec a lo pobre. Sí. El muy extendido bistec.
“Mi primer contacto con el bistec a lo pobre ocurrió un poco antes de 1920, en un restaurante y bar que existió en la calle Bandera, conocido con el nombre de Germania y famoso por las peleas que en su interior se desarrollaban noche a noche. Tenía adentro un gran patio rodeado de comedores más o menos reservados, y si se iba con tres o cuatro amigos, lo mejor que se podía hacer era pedir uno de esos comedores; allí había tranquilidad, no absoluta, sin embargo; las peleas a puñetazos ocurrían nada más que en el patio, pero no era raro que uno de los combatientes diera contra la puerta del reservado y la abriera de golpe, cayendo al suelo o sobre la mesa. Si eso sucedía, el combatiente se apresuraba a pedir perdón y a asegurar que pagaría los daños, después de lo cual reanudaba la interrumpida pelea”.

COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.