La experiencia de los 412 colegios que mantienen clases presenciales desde marzo

El Colegio Pichasca, en la comuna Río Hurtado, Región de Coquimbo, realiza las clases al aire libre.

Con clases alternadas o cursos divididos, un nutrido grupo de recintos dispersos en todo el país inició el año académico en forma presencial y cumplirán dos meses en ello. No han parado; con estrictas medidas de seguridad han logrado compatibilizar la pandemia y las clases en aula. Pero no ha sido fácil, admiten, pues el retorno ha develado otro desafío que obliga a modificar las pautas de aprendizaje: la importante proporción de alumnos con retraso en el desarrollo de habilidades o pedagógicamente descendidos.


Luego de todo un año con educación a distancia, el Colegio Parroquial de Andacollo retomó sus clases presenciales el pasado 1 de marzo. Y no han perdido un solo día. “Tenemos excelente asistencia. Es tanto lo que querían volver los niños, que ya no tenemos atrasos. Llegan todos antes de la hora, están ansiosos por entrar a clases”, relata la directora del establecimiento, Jeny Carmona.

En el recinto, para cumplir con los aforos, los cursos están divididos en dos y van alternando: una semana de clases presenciales, seguida de otra en modalidad online. Para los recreos tienen una grabación que repite distintos mensajes de autocuidado, como respetar el distanciamiento o lavarse las manos, combinados con frases motivacionales que llaman a los estudiantes a tener paciencia o les recuerdan que la pandemia sí tendrá fin.

“Ellos valoran mucho estar presentes. Tanto, que cuando no les toca venir llegan igual y tenemos que mandarlos a sus casas”, añade Carmona.

Este establecimiento, ubicado en la Región de Coquimbo, es uno de los 412 colegios a lo largo del país -132 de ellos municipales-, además de 345 parvularios que en marzo volvieron a las clases presenciales y, a poco de cumplir dos meses, han podido mantener con éxito la modalidad.

Graciela Illanes, directora de la Escuela Pedro Sarmiento de Gamboa, en Punta Arenas, relata que el año pasado comenzaron a preparar a los profesores, a los apoderados e incluso a los estudiantes para poder concretar el retorno presencial. Tuvieron charlas de autocuidado y capacitaciones a cargo de prevencionistas de riesgo para consensuar la mejor modalidad.

“Los apoderados estaban al principio un poco asustados, pero con toda la información y la capacitación se han tranquilizado. Tenemos 10 niños por clases y el resto sigue las clases desde sus casas”, dice Illanes.

La fórmula ha resultado. Y tan bien, que en los próximos días esperan ampliar la cantidad de alumnos en la modalidad presencial. “Estamos esperando poder habilitar un bus escolar para poder transportar a más niños que quieran asistir”, comenta la directora.

El Colegio Pichasca realiza clases al aire libre.

El Colegio Pichasca, en la comuna de Río Hurtado, Región de Coquimbo, optó por limitar al máximo el riesgo de contagios y adaptó el establecimiento para hacer las clases al aire libre. Especialmente en los días en que arrecia la vaguada costera, los niños llegan muy abrigados, aunque puntuales.

Su director, Allan Ramírez cuenta que la asistencia supera el 80% y que ahora, con la temperatura en descenso, se están alistando para trasladar las clases al aula a contar de mayo. “Los niños lo único que querían era socializar con sus pares y han puesto todo de su parte para logar congeniar las medidas con las clases. Los más chicos, incluso, juegan con distancia y se cuidan entre todos”, cuenta el docente.

El otro desafío del retorno a las aulas

Si bien el retorno les ha implicado un despliegue de medidas para mantener la seguridad frente a la pandemia y evitar los brotes de Covid-19, los colegios que retornaron a la presencialidad se han encontrado con otro desafío: la nivelación de los estudiantes.

Eso, pues la modalidad online ha tenido un impacto dispar entre los estudiantes, dependiendo de las condiciones y facilidades de cada uno -o por el contrario, las trabas- para conectarse a las clases y seguir el ritmo de esta.

El retorno a las aulas permitió a los profesores y educadoras tener un diagnóstico más certero de la situación. Y en Punta Arenas lo ilustran así: “Encontramos muchos niños de 1° y 2° básico que no habían desarrollado las habilidades básicas de apresto, y tampoco el desarrollo fonoaudiológico para el reconocimiento de las letras era el correcto”, dice Illanes. Para ello, en este recinto crearon un plan de nivelación en el cual profesores de prebásica y básica apoyan y refuerzan los contenidos, con clases paralelas. “Están los educadores trabajando juntos para que los niños puedan desarrollar las habilidades, como tomar bien el lápiz, escribir o reconocer los fonemas. Son técnicas pedagógicas que la gran mayoría no tuvo en su casa”, detalla la directora.

En lo anterior coincide su par de Andacollo. “El año pasado no tuvieron clases en aula. Por eso, hay niños que pedagógicamente están muy descendidos y para eso creamos un plan de estudio que contempla tres meses de reforzamiento y siete meses de aprendizaje que corresponde al nivel. Por eso, por ahora estamos aún haciendo el repaso”, detalla Carmona.

La directora agrega que el rezago educativo no es todo. También se econtraron con estudiantes muy afectados por todo lo ocurrido el último año. “Llegaron más retraídos, con sentimientos de frustración y miedo. Para eso desplegamos un plan de contención emocional que destina tres horas semanales al aprendizaje sicoemocional. Ellos lo han valorado, porque es una instancia donde pueden dialogar y compartir experiencias sobre lo que han vivido”, destaca la educadora.

En Coyhaique, el Colegio El Camino a la Fuente, que también ha tenido clases continuas desde marzo, también reparó en el estado emocional de los niños. “Hemos encontrado niños más retrasados y otros que llegaron bien. Pero para nosotros eso no es lo más importante ahora. Lo relevante es la contención emocional que le podemos dar en el colegio, con sus clases, en lo que nosotros sabemos hacer. Los niños saltan, corren, juegan y están felices. Todo lo que no hayan aprendido, tenemos tiempo para enseñárselos, pero lo urgente es que vuelvan a clases, a sus amigos, a sus profesores y se reencuentren con sus afectos. El impacto emocional que tiene para ellos dejar el aislamiento y el encierro es muy grande”, explica su directora, María Francisca Cartes.

Regreso a clases en la RM

Durante este jueves son 26 las comunas del país -10 de ellas en la Región Metropolitana- que dejan la cuarentena y avanzan a la Fase de Transición, lo que les permite recuperar la movilidad de lunes a viernes y retomar las clases presenciales.

Con esto, suman 387 colegios en la capital, y otros 876 en regiones, los que podrían reabrir sus puertas a la modalidad presencial. En el caso de los parvularios, son 138 en la RM y 444 a lo largo del país.

De acuerdo a los datos del Mineduc, hasta el miércoles había 843 colegios abiertos de un total de 2.232 que se encuentran en comunas sin cuarentena y que, por lo tanto, podrían tener clases presenciales, es decir, el 38%.

De ese total, si se desglosa por dependencia, en las comunas desconfinadas está abierto el 74% de los colegios pertenecientes a los Servicios Locales de Educación Pública, un 62% de los particulares pagados, un 48% de los particulares subvencionados, un 50% de los establecimientos de administración delegada y un 27% de los municipales.

Mientras, hay otros 7.218 colegios que están cerrados por encontrarse en comunas en Cuarentena.

Según las proyecciones de la cartera, con el avance de las primeras 10 comunas de la RM a la Fase de Transición, 33 colegios retomarían esta misma semana las clases, mientras se espera que otros recintos se sumen a contar del lunes.

“Todos los países están priorizando abrir los colegios no solo porque es muy importante para los niños, sino porque está comprobado que con medidas de seguridad y protocolos adecuados es posible. Tenemos más de 700 establecimientos educacionales que son el mejor testimonio de ello, ya que abrieron en marzo y van a cumplir dos meses con clases presenciales. Los protocolos han funcionado, más del 85% de los profesores está inmunizado y con la experiencia acumulada y el compromiso de las comunidades educativas muchos colegios más se van a poder ir sumando a la presencialidad para recuperar los aprendizajes y el desarrollo socioemocional de nuestros niños”, afirma el ministro de Educación, Raúl Figueroa.

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