Editorial

Un duro golpe para el oficialismo y la reestructuración en la derecha

Si bien Jeannette Jara logró el primer lugar, el resultado bajo lo esperado y la fuerte votación que obtuvieron las fuerzas de oposición la dejan en un pie complicado para la segunda vuelta, además de constituir un duro golpe para el gobierno. También es significativo que el liderazgo dentro de la derecha ahora lo ejercerá el Partido Republicano, desplazando a Chile Vamos.

Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

Los resultados de la jornada electoral de este domingo no arrojaron sorpresa en cuanto a que los dos candidatos presidenciales que se medirán en segunda vuelta serán la abanderada del oficialismo, Jeannette Jara (PC), con el 26,9% de los votos, y José Antonio Kast, representante del Partido Republicano, quien obtuvo el 23,9%. Sin embargo, a la luz del rendimiento electoral que cada uno de ellos obtuvo, así como la forma como se han reconfigurado las fuerzas en el Congreso, muestran que el oficialismo ha quedado en una posición altamente complicada en la elección que se inicia a partir de hoy, porque ha sido claro que tanto el gobierno como las fuerzas oficialistas en general experimentaron un duro revés.

El propio comando de Jara había establecido que un resultado del 30% habría sido satisfactorio, pero incluso algunas voces habían planteado que un 28% sería el piso de lo aceptable. Lo cierto es que Jara no solo quedó por debajo de dicho umbral, sino que quedó relegada a poco más de un cuarto del electorado y apenas a tres puntos de Kast, algo insólito considerando que en su calidad de candidata única del oficialismo congregó apoyos que iban desde la DC hasta el PC, y que en la izquierda no se levantaron candidaturas verdaderamente competitivas. De modo que el primer lugar que ha obtenido en esta ronda tiene un sabor bastante amargo.

En el discurso que pronunció tras conocerse los resultados, Jara -quien reconoció que “una siempre espera mejores resultados”- intentó presentar la segunda vuelta como una competencia que sigue abierta, al señalar que casi el 50% de los chilenos no votaron ni por ella ni por Kast, lo que resulta una falacia porque en los hechos un amplísimo porcentaje de votantes optó por candidaturas identificadas con la oposición o que no son afines al gobierno, por lo que sin perjuicio de que la segunda vuelta es una nueva elección con sus propias dinámicas, resulta un hecho objetivo que Jara tiene poco margen para conseguir nuevos votos, y los eventuales respaldos que le puedan proporcionar las candidaturas de ME-O, Artés o Mayne-Nicholls son prácticamente irrelevantes.

Un factor que probablemente tuvo incidencia en estos resultados fue la militancia comunista de Jara, algo que desde un inicio generó importantes resistencias en sectores de la propia izquierda, y que no logró ser atenuado pese a los esfuerzos de la candidata por tratar de tomar distancia con las posturas más retrógradas del partido -también con su directiva- y presentarse como una abanderada de centroizquierda, discurso que claramente no resultó convincente. Pero Jara cargó sobre todo con el peso de ser la abanderada del oficialismo y por tanto asumir sobre sus hombros la continuidad de este gobierno, que en la práctica ha sido uno de los grandes derrotados de esta jornada.

Estos resultados son ilustrativos de que la administración del Presidente Boric no logró sintonizar con las preocupaciones y anhelos de la mayoría de los chilenos, mostrando escasa capacidad para poder leer las diversas realidades que se han expresado a lo largo del país, como ha quedado demostrado con la votación en el día de ayer. El hecho de que las candidaturas opositoras sumaran muchos más votos que toda la izquierda, y que tanto en el norte como en la zona sur la figura del candidato Franco Parisi terminara conquistando importantes bolsones de electores -quien ciertamente fue la revelación de la jornada, al terminar en tercer lugar con el 19,7%- habla de una profunda desconexión con el sentir del país, malestar que se refleja en que una mayoría de los chilenos ha votado teniendo a la vista la necesidad de un cambio de rumbo.

El escenario que se dibujó anoche también supone cambios muy relevantes al interior de la derecha política. Desde luego este sector ha quedado bien aspectado para aspirar a conquistar la Presidencia de la República, y en materia parlamentaria ha obtenido sus mejores resultados desde el retorno a la democracia -incluso quedando cerca de lograr los 4/7, que es el quorum más exigente que contempla la Constitución para introducirle reformas-, lo que probablemente confirma que el acento puesto en temas de inseguridad, inmigración y la necesidad de recuperar el crecimiento lograron sintonizar con muchos electores.

Sin embargo, es un hecho que dentro de la derecha se ha producido una reconfiguración muy relevante, pues ha sido el Partido Republicano el que ha emergido como la mayor fuerza parlamentaria -no solo del sector sino a nivel nacional-, desplazando a los partidos tradicionales de Chile Vamos, que por décadas fueron el eje de la derecha chilena. El hecho de que la candidata del bloque, Evelyn Matthei, haya terminado en quinto lugar -con apenas el 12%, algo sorprendente, considerando que durante mucho tiempo fue la líder indiscutida del sector y la carta más segura para ganar la presidencia-, constituye un duro golpe para Chile Vamos y un baño de realidad frente al poder que ha conquistado esta otra derecha, donde también figura Johannes Kaiser, quien quedó en cuarto lugar -con el 14%- y cuyo partido, el Nacional Libertario, también aumentó su representación parlamentaria.

Sin duda una de las grandes incógnitas que deja esta elección es tratar de entender el notable resultado que obtuvo Franco Parisi, algo que el grueso de las encuestas no fue capaz de anticipar. Requiere ser analizado en profundidad las razones de por qué uno de cada cinco electores se inclinó por Parisi, y esta vez abarcando zonas geográficas mucho más amplias que en su anterior candidatura, donde si bien logró hacerse del tercer lugar, su núcleo de votantes se concentró sobre todo en la zona norte. Se quiera o no, la votación obtenida por Parisi lo convierte ahora en una figura política, pero la gran incógnita es si logrará sostener este capital político en el tiempo. En los comicios de 2021 el Partido de la Gente (PdG) obtuvo una bancada parlamentaria relevante, pero producto de disputas internas a la fecha solo cuenta con un representante. Los 14 diputados con que el PdG quedará abren una nueva oportunidad para Parisi y su bloque de constituirse en actores incidentes en la política nacional.

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