Cada vez es más difícil quebrar récords mundiales

ESPECIAL 70 AÑOS LT: VERDADES QUE YA NO SON

¿Ha llegado el ser humano a su techo? Las plusmarcas mundiales han desacelerado su producción en el atletismo, mientras en la natación no cesan: incluso en pandemia se han roto cinco récords globales. La ciencia, deportistas y entrenadores explican la lógica tras una mejor marca global.



Cuando Usain Bolt corrió los 100 metros en Beijing 2008 más rápido que nadie, el mundo se preguntó si los 9″69 eran el límite humano. En su estilo, el Rayo llegó a la meta del Nido de Pájaros reduciendo la velocidad al darse cuenta que había ganado la final olímpica, por lo que muchos creyeron que podría hacerlo aún más rápido. Más tarde, análisis fotográficos establecieron que el jamaicano podría haber corrido los 100 metros en 9″55 de no haber frenado.

Y casi lo consigue. Un año después cruzó la meta del rekortán de Berlín en 9″58, fijando un récord hasta ahora inalcanzable; también en los 200, con 19″19. Y desde entonces, cada vez que alguien se acerca a la marca, la pregunta sobre cuál es el límite reaparece. Parece ser que en las pruebas de velocidad de atletismo el margen de mejora ya es muy poco. Y el límite parece fisiológico más que técnico.

En 2008, el profesor de la Universidad de Stanford, Mark Denny, publicó un estudio Límites a la velocidad de carrera en perros, caballos y humanos, que intentó determinar los límites absolutos de velocidad a la que pueden correr canes, equinos y el hombre. Sus conclusiones fueron claras: “Definitivamente estamos en un estancamiento”. Además, a través de una fórmula matemática, Denny estableció cuánto es el tiempo mínimo en que un hombre podría correr los 100 metros sin desgastarse: 9″48. “Creo que si Bolt hubiese seguido a toda velocidad en Beijing se hubiera establecido un récord mundial imbatible, de todos los tiempos”, especuló el científico. Si corriera más, no lo soportaría: sufriría la rotura de músculos y ligamentos.

Pero no todo es matemáticas. Gerardo San José, entrenador de varios plusmarquistas nacionales de atletismo, asegura que un récord mundial es prácticamente un milagro. “Son muchos los factores que influyen: las sensaciones del deportista, el entrenamiento previo, la pista, el viento a favor… Un récord es una marca que nunca más se obtendrá, es una excepción. Los consiguen personas que nacieron y trabajaron para eso”, enfatiza.

En el atletismo, la velocidad parece congelada. El último récord batido por Wade van Niekerk en los 400 metros de Río 2016. Allí, el sudafricano detuvo el cronómetro en 43″03, superando los 43″18 que Michael Johnson poseía desde 1999.

Pero en la natación, la situación es totalmente distinta. En la piscina, cada mundial ofrece nuevas plusmarca y de hecho, solo en este año, ya se han roto cinco récord mundiales, aunque todos en la piscina corta (25 metros). “Pasa mucho porque los métodos de entrenamiento van cambiando y porque en la natación los niños comienzan a dedicarse desde los cuatro años, siempre sale alguien nuevo”, asegura el nadador nacional Oliver Elliot.

El viñamarino explica que a diferencia del atletismo, en la natación el desplazamiento en el agua hace que cada persona pueda trabajar para un récord. “Es mucho más fácil proyectar una marca en la agua, porque luchas solo contra ti, sin viento en contra ni otros factores distractores. A diferencia del atletismo, tú aquí sí puedes ensayar la carrera y determinar casi exactamente cuánto estarás nadando el día de la competencia”.“Pensábamos que con Michael Phelps llegábamos al límite, pero apareció Caeleb Dressel y está amenazando toda su hegemonía. Esto pasa siempre en la natación y pasó mucho más cuando se permitieron los trajes enteros y con neopreno, en la década pasada”, apunta Elliot.

“Los récordman son siempre personas con una gran cantidad fibras musculares de reacción rápida en el cuerpo. Poseen patrones ideales para su deporte, como Usain Bolt, que por su estatura y musculatura, conseguía sacar hasta cuatro zancadas de ventaja a sus contrincantes. Son personas excepcionales, una en millones”, comenta Daniel Zapata, kineantropometrista del Laboratorio de la clínica Meds.

Danni Haichelis, fisiólogo del CAR, asegura que quien pueda romper los récords en la velocidad será una persona “atípica, que superará a un ser ya extraño como lo es Bolt. Son sujetos que requieren, además, encontrar el cuerpo técnico adecuado para expresar esa capacidad”. Cuando Haichelis se refiere a gente atípica, habla realmente de fenómenos, personas fisiológicamente mejor dotadas que el 97% de la población. “Una persona normal, está 50/50 de fibras lentas y rápidas. Si agarramos a Usain Bolt, es muy probable que tenga 80/20 de fibra rápida”.

Pero más allá de la evolución del hombre, las ayudas externas vienen a marcar la pauta en el rumbo que tomarán los nuevos récords. “Hay que pensar que las marcas femeninas en la velocidad están congeladas desde hace casi cuatro décadas. No puedo acusar a nadie, pero claramente hay muchas dudas en torno a esos récords, obtenidos por Estados Unidos y la RDA”, asegura San José. Eso, sin contar las ayudas tecnológicas que se están dando, como zapatos con placas de fibra de carbono para aumentar el rechazo en cada zancada.

Incluso se prevén al futuro ayudas aún más invasivas y difíciles de controlar, como la modificación del ADN. A través de sistemas de edición de genes como CRISPR-Cas9 (que ganó el Nobel de Ciencia este año), se podrá encender o apagar algunos genes específicos, o introducir modificaciones que pueden dotar de ventajas atléticas, que serían prácticamente imposibles d encontrar. Y el límite solo será ético. “Va a ser cada vez más difícil determinar lo que será legal y lo que no”, predice Peter Weyand, profesor de fisiología de la Southern Methodist University, quien reconoce que cualquier retoque biológico en el futuro puede traer las mismas preocupaciones éticas y filosóficas que envuelven a las sustancias dopantes hoy.

David Epstein, autor del libro El gen del deporte: dentro de la ciencia del rendimiento atlético extraordinario, asegura que el paso para ello es casi seguro. “Creo que la razón principal de por qué las personas no están haciendo esto aún es porque todavía hay muchas formas de dopaje tradicionales que están disponibles y son eficaces. Ellos todavía no han tenido que cambiar”.

El deporte, una industria global y lucrativa, necesita de nuevas proezas para alimentarse. Y mientras haya dinero y fama, los récords seguirán sucediendo, aunque quizás con menos frecuencia.

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