Pablo Solari, la historia de la joya de River Plate que también brilló en el balonmano: “Encaraba a los grandotes, era el capitán y referente”

El equipo del Colegio N°23 Malvinas Argentinas. Pablo Solari es el tercero de pie. Foto: gentileza Federico Villa.

Durante su infancia, el astro Millonario fue la gran figura del equipo de hándbol de su colegio. Su padrino cuenta su paso por esta disciplina y desclasifica varias anécdotas.



Hace apenas siete años, Pablo Solari, hoy convertido en la gran figura de River Plate, lloraba de frustración por no poder ganar la final departamental de... balonmano. Su colegio, el Malvinas Argentinas Nº23 de su natal Arizona, caía ante un establecimiento linajudo. El Pibe era el estandarte del equipo, donde llevaba la jineta y destacaba por sus velocidad y condiciones para este deporte.

“Jugamos contra un colegio de una ciudad muy grande que tenía 3.000 o 4.000 alumnos y todos eran chicos fuertes, que jugaban básquetbol y tenían un base distinta. Nosotros teníamos 80 alumnos en total y con suerte teníamos siete u ocho para jugar. Y Pablo esa vez se tiró al suelo llorando, cuando vio que perdíamos. Encaraba a los grandotes, era el capitán y referente. Era un animal. Terminó llorando porque sabía que no lo íbamos a ganar, pero jamás se daba por vencido. Ese es el recuerdo que tengo del último partido que se fue antes de irse a Talleres. Y creo que lo mismo lo demuestra en el fútbol, siempre quiere más”, recuerda Federico Villa, su padrino y profesor.

El mismo Pibe recordaba en una entrevista concedida en septiembre del año pasado a El Deportivo su paso por esta disciplina. “Me gusta mucho el hándbol. Jugaba mucho cuando estaba en mi pueblo, porque mi padrino era profe de hándbol y jugaba para el colegio. Hace mucho tiempo que no juego, pero lo sigo bastante”, contaba sobre ese desconocido pasado.

Su entrenador y padrino destaca que el fútbol le ayudó mucho al atacante para despuntar en esta disciplina. “Ya jugaba de chico en divisiones inferiores de fútbol, y los sábados y domingos jugaba para equipos de ciudades más grandes, donde fue perfeccionándose como futbolista. Sin embargo, en la semana cursaba en el colegio donde yo doy clases, y ese trabajo físico, técnico y táctico que hacía en estos clubes de la provincia de San Luis y de La Pampa, provocaba que en el hándbol lo hiciera muy bien. Era una consecuencia de su coordinación y del trabajo en el fútbol”, sostiene.

“La escuela tenía un total de 80 alumnos y en la categoría de él habría unos ocho. Él se sabía superior físicamente; era el primero en marcar y el primero en correr, porque entendía que era el que estaba en condiciones de hacerlo. Además, le molesta muchísimo perder, es muy competitivo y siempre yendo hacia el frente. Era muy rápido, de mucha zancada, como ahora. Entonces, las contras eran letales, porque corría de arco a arco. Estamos hablando de cuando tenía 13, 14 años”, afirma.

Víctor Solari, padre del delantero, complementa que “jugaba en la escuela secundaria en las olimpiadas entre colegios”, y cree que está disciplina igualmente lo benefició en su carrera como futbolista. “Es (un deporte) muy dinámico y de pensar rápido. Yo creo que le ha ayudado mucho”, añade.

Sobre el actualmente, el padrino afirma que el momento que hoy vive el delantero “no es casualidad, es cuestión de que trabajó desde los 14 años, cuando se fue de la casa”. Y confiesa: “Lo conocí jugando al fútbol recién cuando empezó a jugar en Colo Colo, porque los fines de semana no jugaba en Arizona, sino que en ciudades que estaban a 200 o 300 kilómetros, donde los padres hacían un esfuerzo terrible para llevarlo. Y cuando jugó en Córdoba, jamás lo pude ver en un partido de la reserva o de la sexta de Talleres. Yo sabía que era delantero, pero no sabía bien. Lo único que quería era que le fuera bien”.

Los “vaticinios”

Federico Villa estuvo en dos momentos clave en la historia del Pibe: cuando comenzó su historia en Colo Colo y cuando terminó. “Me tocó estar el día que vuela de Córdoba a Chile, con escala en Buenos Aires. Lo acompañamos con los padres al aeropuerto y yo le saco la foto que él tiene con ellos y que después la puso en una camiseta que mostró cuando hizo un gol. La mamá lloraba porque se iba, y yo le digo ‘Susana, no te hagas problemas. En seis meses va a volver’. Nunca estuve tan equivocado”, dice, entre risas.

El segundo episodio tuvo bastantes similitudes. “En la semana que se desencadena todo lo de River yo estaba en Chile, lo fui a visitar y pude ver el último partido (ante La Serena), donde hizo un gol. Estuve toda la semana con él. Viví todo eso de primera mano. Y cuando se dio, le dije ‘vas a River, es muy grande, puede que te comas seis meses de banco’. Y otra vez no pude estar más equivocado. Lo que pasa es que yo lo estaba preparando para momentos difíciles, porque cambiar de la comodidad de Colo Colo, donde era ídolo total, a un equipo tan grande como River, donde podía estar la posibilidad de que no jugara, podía ser complicado, ya que él cuando no juega se enoja, porque es muy competitivo”, indica.

Pablo Solari, festejando una de sus conquistas con River.

Hoy con siete goles y cuatro asistencias en ocho partidos, Solari es la gran revelación del fútbol argentino y el Cacique se frota las manos con una futura venta al extranjero, ya que en el Monumental se quedaron con un 32% del pase del futbolista. De hecho, River lo blindó con una cláusula de US$ 20 millones y que aumenta a US$ 25 millones si el negocio se cierra 10 días antes del cierre del mercado de pases transandino. Si esta se ejecutara por esta vía, en el Monumental recibirán US$ 6,4 millones.

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