Fuegos artificiales: las causas que unen al mundo narco con las barras bravas

Conmemoraciones, funerales, demostraciones de poder, llegada de nuevos cargamentos de droga. Esas son algunas ocasiones en que bandas criminales utilizan pirotecnia para marcar hitos en las distintas poblaciones del país. Se trata de un fenómeno que parece burlar a las instituciones encargadas de los controles fronterizos y la seguridad, pero poco a poco aparecen luces de lo que esconde esta práctica. Uno de estos factores apunta a “El Víscera”, un artesano fabricante de pirotecnia y abastecedor de barras bravas de fútbol y traficantes de narcóticos.


José Luis Caroca García, alias “El Víscera”, barrista del club Universidad de Chile, cumple la medida cautelar de prisión preventiva en el penal Santiago 1 desde fines de mayo. El reconocido líder de “Los de Abajo”, condenado en 2015 bajo la Ley de Violencia en los Estadios, fue detenido y formalizado en medio de una investigación que vincula dos actividades aparentemente opuestas: el deporte y las drogas.

Según las pesquisas de la fiscalía, “El Víscera” sería el responsable de confeccionar y abastecer a narcotraficantes con fuegos artificiales de fabricación casera, los mismos que -previo a la pandemia- habría comercializado entre miembros de la barra de su equipo para ingresarlos de forma clandestina a los estadios de fútbol, recintos deportivos a los cuales por años tuvo prohibida la entrada tras ser condenado a 100 días de cárcel por usurpar una identidad para ingresar a ver un partido del equipo laico.

¿Qué vínculos existen entre el narcotráfico y las barras bravas? De acuerdo con las investigaciones judiciales, un patrón común entre ambos grupos sería el acceso a fuegos artificiales, debido a que en Chile, por ley, la manipulación, fabricación, importación o venta de estos elementos sin autorización están sujetas a penas que van desde los 541 días a los tres años de cárcel, con multas que llegan a las 20 unidades tributarias mensuales ($ 1.044.260).

De hecho, a partir de febrero de este año, lo que antes solo era considerado una falta, hoy tiene la categoría de delito, por lo que la fiscalía se sumó a la persecución de estos ilícitos.

Álex Cortez es el fiscal que instruye la investigación en contra de “El Víscera”, catalogado por las autoridades como uno de los 10 barristas más peligrosos del país y uno de los primeros imputados bajo la nueva ley que sanciona como delito la venta de fuegos artificiales.

“Él se dedicaba a la confección de fuegos artificiales y llegamos a él porque vendió una gran cantidad de fuegos artificiales a un segundo sujeto, que lo detuvimos”, detalla el fiscal. El persecutor agrega que “producto de la detención de este segundo sujeto (el comprador) y los peritajes que se hicieron a los distintos medios tecnológicos que se le incautaron, logramos detenerlo. Me parece que tiene una importante posición dentro de la barra de ‘Los de Abajo’ y, de hecho, el día que lo detuvimos fue de las jornadas previas al aniversario de la Universidad de Chile”.

De acuerdo a autoridades comunales, es un fenómeno que se ha ido incrementando en los últimos 10 años y refleja una deficiencia tanto de las instituciones encargadas del movimiento fronterizo como de las que tienen a su cargo la seguridad pública.

Para Rodrigo Delgado, ministro del Interior, el uso de estos elementos es una forma de “amedrentar barrios, marcar territorios o demostrar poder; es algo que nos preocupa mucho como gobierno. Hemos comprobado que existe una relación directa en los barrios entre fuegos artificiales, drogas y otros delitos”.

Casos como el que mantiene en prisión a “El Víscera” no son aislados. Tampoco los efectos nocivos que tiene en la seguridad pública.

“Los fuegos artificiales son muy peligrosos. Pueden generar incendios hasta quemar a personas que los manipulan”, asegura el urbanista Iván Poduje, experto en la realización de estudios de caracterización barrial.

“En muchos barrios las autoridades están completamente superadas. Los municipios no pueden hacer nada y las policías no dan abasto. Ni siquiera llegan a fiscalizar, porque tienen poco personal o porque arriesgan ser heridos. De hecho, las bandas suelen disparar bengalas o fuegos a las comisarías”.

Iván Poduje, urbanista

Según cifras de Carabineros y Coaniquem, en 2020 se registraron 18 casos de menores de edad quemados a causa de fuegos artificiales. Nueve de ellos, según el registro, los manipulaban directamente, mientras que otros ocho resultaron con quemaduras al observar cómo terceros los detonaban. En el último caso no se especifican detalles del accidente.

La ruta de la pólvora

Prohibidos para el público común desde el 25 de mayo de 2000 -cuando se publicó la normativa en el Diario Oficial-, la manipulación y venta de fuegos artificiales está restringida por las autoridades y desde entonces sujeta a la Ley de Control de Armas y Explosivos.

El Servicio Nacional de Aduanas es la institución encargada de “fiscalizar y facilitar” el comercio exterior, lo que incluye la revisión de las importaciones que cruzan las fronteras del país.

Las fiscalizaciones que ha realizado el organismo han detectado el intento de internación de 1.655.368 unidades de fuegos artificiales entre 2018 y julio de este año. Pero los intentos por impedir nuevos ingresos no han sido suficientes.

“Los fuegos artificiales se han convertido en un objeto de interés por parte de grupos delictuales organizados, quienes ostentan su dominio y poderío mediante el uso de estos elementos para diversas celebraciones (triunfos de sus equipos deportivos, funerales y arribo de droga, entre otros)”, detallan desde Aduanas.

En la institución advierten que debido a que no es posible comprar libremente fuegos de artificio, “el crimen organizado ha intentado acceder a ellos mediante el tráfico ilícito internacional, particularmente desde países que no prohíben la venta y uso, o cuya legislación no es estricta como la chilena”.

“Se ha detectado también que en estos últimos casos intentan utilizar rutas similares a las que usan para ingresar otras mercancías, como droga o cigarrillos. En lo que respecta a los mecanismos para esconder los productos, hay evidencia de ingreso por vía marítima, ocultos en contenedores que documentalmente declaran trasladar mercancías diversas”, agregan.

Uno de los últimos casos detectados de ingreso irregular de fuegos artificiales fue descubierto el 9 de julio pasado, en el puerto de San Antonio, Región de Valparaíso. Ese día, Aduanas fiscalizó un contenedor proveniente de China, descubriendo que prácticamente todo su contenido eran fuegos artificiales. En total, fueron 24 toneladas de productos pirotécnicos detectados, equivalentes a 27.788 unidades y almacenadas en 1.030 cajas. Su destino no estaba claro, aunque la documentación indicaba que la carga correspondía a cintas adhesivas en rollos de material plástico.

La importación legal también tiene cabida en las estadísticas de Aduanas: en los últimos tres años ingresaron a Chile legalmente 320.588 kilos de fuegos artificiales, por un monto de US$ 175.895.

Un fenómeno sin control

La venta de estos productos en calles y comercio irregular es un foco de interés de la fiscalía. Según el fiscal Álex Cortez, estos elementos “principalmente vienen de China, es cosa de darse una vuelta por Meiggs y se pueden encontrar en cualquier lado”.

Entre los locatarios de este barrio comercial, ubicado en el límite de las comunas de Santiago y Estación Central, la venta de estos productos es tema conocido. “Son pocos los que se atreven a venderlos, porque están prohibidos, pero se ven de vez en cuando por acá personas ofreciéndolos”, relata uno de los vendedores ambulantes del sector de calle Sazié. También es posible conseguir estos productos a través de redes sociales como Facebook donde cobran $ 25 mil por caja.

Para el fiscal Cortez, el uso de fuegos artificiales no es un elemento limitado al uso de barristas y narcotraficantes. “Lo que nosotros entendemos es que los fuegos artificiales están más relacionados a una cultura popular en las poblaciones. Porque tenemos muchas ocasiones en que los fuegos artificiales pueden estar vinculados con la muerte de alguien, pero que no necesariamente esa persona era narcotraficante”, asegura.

Una prueba de ello ocurrió el 23 de septiembre de 2019, en la esquina de las calles Yelcho con Avenida 5 de Abril, en Estación Central. Ese día, Víctor Lira Flores murió tras recibir cinco disparos a quemarropa. El crimen habría estado motivado por la rivalidad que existía entre dos bandas que representaban a facciones de barras bravas. Así fue que la agrupación “Francia Sur” quedó encargada de organizar el velatorio, que iba a contemplar el uso de pirotecnia y ostentación de armas de fuego.

Cuando llegó el 25 de septiembre, el féretro con los restos de Lira Flores ingresó a la Villa Francia y comenzó el estruendo provocado por los disparos de pistolas, una subametralladora… y decenas de fuegos artificiales. Cerca de una semana después se allanó el departamento de Óscar Huerta Vega -organizador del velatorio-, donde se encontraron armas, drogas e indumentaria del club Universidad de Chile.

Existe otro ángulo del fenómeno que es investigado de manera reservada por el Ministerio Público: fuegos artificiales que ingresan legalmente al país no son ocupados por los importadores y después se denuncian como sustraídos. “Ahí puede existir también algún tema para investigar y que se está investigando. Se denuncian como robados, pero no sabemos qué pudo pasar ahí”, señala el fiscal Cortéz.

Una realidad incómoda

El uso indiscriminado de estos artefactos, que tuvieron su “plena expresión” cuando fueron los aniversarios de Colo Colo y la Universidad de Chile (en abril y mayo, respectivamente) y se escucharon estruendos al unísono en distintos rincones de Santiago, llevó a que el gobierno formara una mesa de trabajo con distintos actores para intentar frenar el fenómeno. Y si bien se han realizado reuniones en búsqueda de la solución al problema, el uso de la pirotecnia sigue siendo cotidiano en distintos puntos del país.

En las dos mesas de trabajo impulsadas por el Ejecutivo para el control de armas, municiones, explosivos y fuegos artificiales se citó a las policías, el Ministerio Público y la Dirección General de Movilización Nacional (organismo encargado de la supervigilancia de estos productos).

Quienes deben enfrentar esta situación de manera local son los alcaldes, quienes advierten del impacto en la sensación de inseguridad que genera este fenómeno.

Rodolfo Carter, jefe comunal de La Florida, enfatiza que el 80% de la ciudad de Santiago hoy día tiene fuegos artificiales todas las noches a la vista y paciencia de las autoridades, de las policías, de los tribunales y, lo peor de todo, lo que estamos diciendo hoy, está empeorando mañana, pasado mañana, porque desde el último año ha tenido un crecimiento exponencial en pleno estado de emergencia”.

“Hace un año, el problema de los fuegos artificiales era mucho menos grave que ahora. Hoy día está absolutamente descontrolado. Ya no solamente ocurre en barrios críticos, sino que se extendió a todo Santiago”.

Rodolfo Carter, alcalde de La Florida

En la misma línea, el alcalde de Huechuraba, Carlos Cuadrado, indica que “aquí hay una deficiencia estructural en el control de las fronteras. No puede ser que cada Año Nuevo se vendan masivamente en todas las ciudades de Chile fuegos artificiales que provienen de otras latitudes”. Agregó que “en segundo lugar (se debe mejorar) la labor de inteligencia para poder controlar a nivel interno. Esto lleva, por lo menos, 10 años en Chile. Y siendo 10 años el tiempo que lleva la venta ilegal de fuegos artificiales, es porque no se ha hecho un trabajo de inteligencia y de control efectivo en todos estos años”.

Cuadrado añade que su comuna no está libre de la venta de estos artefactos y que uno de los principales problemas es que el ruido que provocan es similar al de las armas de fuego, lo que aumenta la sensación de inseguridad.

Ante los emplazamientos, el ministro Delgado señala que “desde la promulgación de la Ley de fuegos artificiales hemos reforzado los operativos para sacar esta pirotecnia de nuestros barrios. Esto nos ha permitido que en lo que va de 2021 ya se haya decomisado un 260% más de fuegos artificiales que lo confiscado por ambas policías el año pasado”.

El trabajo de inteligencia, tanto de Aduanas como de las policías, ha avanzado en identificar cuáles son las vulnerabilidades que tiene el sistema y que permiten a los contrabandistas ingresar fuegos artificiales de manera clandestina. En su mayoría, se trata de contenedores que llegan vía marítima y que declaran un contenido distinto al que realmente traen. Sin embargo, el volumen de carga que llega a Chile y la falta de una mejor fiscalización -focalizada en especial en la zona portuaria- hacen que solo una facción logre ser interceptada a su llegada al país.

A esto se suma que ciertos actores del mundo del hampa se han convertido en una especie de artesanos de la pirotecnia, en que sus clientes van desde las barras bravas hasta carteles narcos. Y en este escenario, la detención de “El Víscera”, barrista y productor de fuegos artificiales, se convirtió en una pieza clave que permite unir dos actividades que emplean la fuerza y la violencia como principal arma, en torno a la pirotecnia.

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