Karla Rubilar: “El camino de la venganza no es el que nuestra oposición debe tener”

Mario Tellez / La Tercera

La exministra de Desarrollo Social recuerda los episodios más complejos del gobierno de Piñera y advierte que el nuevo oficialismo -en algún momento- tendrá que tocar la puerta de quienes juzgaron con dureza para cumplir sus promesas.


El 18 de octubre de 2019, los planes políticos de la entonces intendenta de Santiago, Karla Rubilar, dieron un vuelco en 180 grados. El estallido social la obligó a suspender sus planes de dejar en los días siguientes el cargo para postular como gobernadora de la Región Metropolitana. Diez días después ya estaba instalada en La Moneda para asumir la vocería de gobierno. Desde entonces se mantuvo en el corazón del Ejecutivo, aunque en julio de 2020 se trasladó al Ministerio de Desarrollo Social. En ambos cargos fue testigo privilegiada de los acontecimientos que sacudieron a la administración de Sebastián Piñera.

En las horas previas al cambio de mando se tensionó la relación entre el gobierno entrante y el saliente en función de los balances que hizo cada uno. Ustedes fueron calificados como “el peor gobierno de la historia” y el expresidente Piñera habló de oposición obstruccionista. ¿Cuál es su impresión?

Tuvimos un cambio de mando ejemplar. No obstante, efectivamente en las últimas horas, y eso es innegable, hubo algunas declaraciones que cambiaron un poco de tono, y esperamos que sea en el marco del nerviosismo habitual de los cambios de mando, más que una tónica permanente de lo que va a ser una relación, porque nosotros ya vivimos momentos de polarización muy crudos y muy difíciles, en circunstancias que creemos que debió haber sido un tiempo bastante más de unidad. Cuando los países enfrentan crisis como las que nosotros vivimos, como la crisis social y política de octubre y después la pandemia, uno espera que todos: ciudadanos, partidos políticos, academia, empresarios, se cuadren detrás de poder sacar el país adelante.

¿A qué atribuye el carácter que adoptó la oposición durante el gobierno del Presidente Piñera?

Tuvimos oposiciones que en los momentos más difíciles y más complejos estuvieron disponibles a acompañar finalmente la institucionalidad, como fue, por ejemplo, en el gran acuerdo del 15 de noviembre. Ahí, sin lugar a dudas, y es justo destacar el rol que tuvo el Presidente Gabriel Boric, que contra sus propios partidarios toma la decisión de firmar este gran acuerdo, y ahí hubo muchos políticos que estuvieron, a mi juicio, a la altura. Siempre he dicho que ahí la política sí logró representar lo mejor que tiene Chile, y también hubo una oposición que no quiso, que finalmente estaba en una postura que no era acorde con la democracia que hemos construido entre todos, por eso creo que uno tiene que diferenciar.

Va a gobernar parte de esa oposición que tuvieron...

Ahí van a ver lo difícil que es gobernar, y que a uno no le basta con los adherentes, que a uno no le basta con hablarle a la gente que votó por ellos, porque las decisiones que se toman son decisiones que afectan a todos los chilenos y a todas las chilenas. La posibilidad de generar grandes acuerdos ya no es una opción, es una necesidad y un imperativo ético. Porque de lo contrario vamos a ver estancado un país que necesita avanzar, porque parte de lo que vivimos ese 18 de octubre, y yo trato de destacar más el 25 de octubre de la gran marcha, de más de un millón 200 mil personas, dos millones en Chile; es una gran marcha que demuestra un Chile que quería cambios, de forma transversal. Ser oposición es bastante más fácil que ser gobierno. Hoy día se van a encontrar con la disyuntiva de tener que golpear la puerta de probablemente quienes muchas veces fueron golpeados por esa dureza (...). Para gobernar no basta con su propio sector y necesitan, efectivamente, generar espacios de entendimiento y de diálogo.

¿Cuánta responsabilidad tuvo el gobierno respecto de la oposición que enfrentó? Al Presidente se le acusó de ciertos personalismos, se dio gustos que fueron muy criticados, como la recordada foto en la Plaza Italia.

Sería poco honesto no reconocer que cometimos errores como gobierno, por supuesto que sí. Tanto es así que el Presidente ha pedido disculpas, incluso en una cuenta pública y en la última cadena nacional volvió a decirlo. Sin lugar a dudas, llegamos como gobierno en un contexto completamente diferente, recordemos que éramos un país que iba avanzando a pie firme, con buen crecimiento económico, llevábamos 30 años, donde probablemente éramos reconocidos como uno de los mejores países de América Latina, uno de los pocos que habían ingresado a la Ocde; íbamos a ser sede de la COP25 y probablemente en el encuentro de la Apec; China y EE.UU., nos vanagloriamos que tal vez firmaban la paz en nuestro país, alejado del resto del mundo. En ese contexto, probablemente en esa mirada más macroeconómica, se veía a Chile como un país menos desigual de lo que era y con una sensación de satisfacción y de bienestar de los ciudadanos que era mucho menor del que nosotros creíamos (....). Hubo un aprendizaje muy duro de golpe y porrazo, que nos tocó vivir, esa es la verdad. Hay lecciones que van a quedarse para siempre no solamente en el gobierno, sino que en el sector.

¿Cuánto cree que influyó en esa reacción de la oposición las características propias del Mandatario?

Es un Presidente que este país conoce, es un Presidente que ha estado en el servicio público durante muchísimos años. El estilo de liderazgo del Presidente, que como todos puede tener cosas buenas y cosas malas, es sin duda alguna un estilo de liderazgo que le permitió ganar dos veces la Presidencia, y eso es innegable (...). Probablemente, hoy día, con una ciudadanía mucho más empoderada, que quiere más señales de cercanía, un liderazgo como el del Presidente Gabriel Boric va más a tono con los tiempos, y es lo que también le hace ganar con un millón de votos que nadie se esperaba. Vamos a tener un liderazgo diferente con el Presidente Gabriel Boric, que también va a tener dificultades y que también nosotros como oposición podríamos decir que no nos gusta.

¿Pero cree que fue mezquina esa oposición en no reconocer méritos de la administración de Piñera?

Todos los gobiernos que les tocó gobernar en estos momentos difíciles de la pandemia han sido duramente criticados por las oposiciones. La sensación cuando uno mira el escenario mundial es que no fue fácil gobernar, y creo que aquí, insisto, tuvimos oposiciones colaborativas que estuvieron a la altura y oposiciones que no eran capaces de reconocer que había muchas cosas que se estaban haciendo bien (...). Cuando ellos, efectivamente, se encuentren en condiciones difíciles, cuando las cosas no resulten tan bien, porque todos los gobiernos tienen momentos altos y momentos bajos, cuando las cosas no resulten tan bien, ¿qué va a pasar? La ciudadanía va a mirar sus propias declaraciones en su momento.

¿Qué responsabilidad tuvieron ustedes como gobierno en la polarización que se instaló en estos cuatro años?

Todos tenemos un pedacito de responsabilidad en la polarización que se ha vivido en este país, el tema es cómo lo vamos a enfrentar hacia adelante.

¿Cree que se mantenga este ánimo de una oposición constructiva? Ya existe un debate en la centroderecha respecto de cómo comportarse con el gobierno de Boric: el secretario general de RN habló de “atrofiar”, como una especie de vendetta quizás a la oposición que les tocó a ustedes. ¿Cómo se maneja eso?

El camino de la venganza no es el que nuestra oposición debe tener. La tentación de venganza o pasada de cuentas que uno podría tener por los momentos duros que nos tocó vivir no es el camino correcto, no es el camino que la ciudadanía espera de una oposición responsable y justa, porque todavía seguimos viviendo en crisis y estamos en un proceso de verdad que está construyendo el futuro de Chile. Entonces, nosotros como oposición tenemos una responsabilidad, y quienes están teniendo el liderazgo mayoritario de la Convención Constitucional también tienen esa responsabilidad (...). El éxito de la Convención Constitucional finalmente es el éxito de todos, entonces creo, con mucha franqueza, que el camino de la venganza o de la pasada de cuentas no es el camino que nuestra oposición debe tener.

¿No ve algún atisbo de ánimo de revanchismo en el nuevo gobierno?

Espero que no, sería no entender finalmente el proceso que estamos viviendo, que se necesitan amplias mayorías para poder sacar adelante su propio programa de gobierno.

Durante el estallido, cuando se optó por el llamado a la paz y al acuerdo que derivó en el proceso constituyente, ¿cómo recuerda esas horas? ¿Existía el temor de que pudiera caer el gobierno?

Fueron días muy duros, muy difíciles, la democracia entendida como la oportunidad de ponernos de acuerdo y resolver por las vías institucionales, por la política y no por la fuerza (...). La historia nos juzgará si estuvimos a la altura y yo creo que a la luz de los hechos, fue una decisión correcta, y bueno, la verdad es que ahora queda mucho camino por delante y un aprendizaje sin duda alguna de esos días difíciles.

¿Cuál era la percepción interna de lo que podía pasar? ¿Un golpe de Estado? ¿Una guerra civil?

La respuesta tenía que ser una respuesta que aplacara, que fuera un bálsamo, más que una respuesta que pudiera efectivamente exacerbar la violencia. Muchos creíamos que la decisión de llamar a un gran acuerdo por la paz, por la justicia social y la nueva Constitución iba a permitir bajar ese nivel de polarización y de violencia que este país estaba viviendo y entregar una salida.

¿Pero temió alguna vez que el gobierno pudiera caer?

O sea, todo esto iba a depender, y yo insisto en cómo nosotros éramos capaces de generar un espacio que controlara la violencia.

¿Pero el comité político hubiera seguido si era otra la decisión del Presidente? ¿Evaluaron la posibilidad de renunciar a sus cargos?

Nosotros defendimos con mucha fuerza y vehemencia lo que creíamos que era correcto para Chile, que era ofrecer un gran acuerdo, y no tuvimos que estar en ninguna disyuntiva, porque el Presidente opinó lo mismo que nosotros.

En el sector sostienen que esa decisión marcó una fisura permanente en la derecha chilena, porque hay una parte que nunca va a estar de acuerdo con esa decisión, porque dicen que el Presidente optó más bien por la continuidad de su gobierno y entregó la Constitución. ¿Cómo evalúa esa fisura?

Esa fisura permanente con el paso del tiempo no va a ser permanente, yo estoy convencida de que con el paso de los años en este país se va a entender que el proceso que estamos viviendo hoy día, que tiene momentos dulces, difíciles, agrios, era un proceso que era necesario. Estoy plenamente convencida de que el sector va a entender que esto era indispensable, y va a ser bueno para nuestro sector también (...). Todavía es muy prematuro poder plantear cuál va a ser el resultado de esta Convención, hay procesos de diálogo, de conversación, de acuerdos, que están en ciernes. Estoy convencida de que tenemos una oportunidad única de dejar atrás una Constitución que nos dividió para convertirla en una Constitución que nos una.

¿Qué sensación le deja la coalición con la que les tocó gobernar a ustedes?

La verdad es que nadie estaba preparado para lo que vivimos, y nuestros partidos políticos también vivieron procesos de reacomodo interno en estas dificultades. Si bien a uno le hubiese gustado tener un oficialismo, probablemente mucho más ordenado, con votaciones más unánimes, con una relación probablemente mucho más fluida con nosotros como gobierno, también sabemos la dificultad que había en condiciones tan difíciles y tan adversas. Desdramatizo harto finalmente el que nos hayan manifestado, criticado muchas veces, y lo entiendo como parte del ejercicio del rol que ellos tienen que hacer como partidos políticos también. Pero por supuesto que hay un aprendizaje de cómo tal vez uno como gobierno tiene que relacionarse mejor con sus partidos políticos, tal vez tiene que generar una conexión mucho más profunda.

En el caso de la pandemia, pareciera que hubo un tema muy dogmático respecto de los dineros fiscales, ¿cómo vivió usted esos momentos?

Efectivamente, a uno le tocó tomar decisiones respecto de las ayudas sociales, y en ese contexto se saca un gran acuerdo de los 12 mil millones de dólares, con gobierno y oposición, siempre pensando que esta era una pandemia que iba a durar unos meses y donde los golpes iban a estar una vez más, más anclados en las familias más vulnerables, que ese golpe no iba a llegar tanto hacia la clase media, y finalmente nos vimos inmersos en una pandemia que duró muchísimo más, que destruyó ingresos y trabajos de una forma exponencial en tiempo récord, y además una estructura del Estado, que no es mentira, no estaba preparada para esto (...).Y, en ese contexto, claro, la información que teníamos es que los recursos fiscales, que siempre son insuficientes y siempre son pocos, se tienen que utilizar en las familias que más lo requieren y esas son las familias vulnerables. Pero lo más importante de esto es que se aprendió y el Presidente llegó al convencimiento, y esto lo puedo decir con mucha propiedad, de que la universalidad en estas condiciones de emergencia eran el camino.

¿Cree que el cómo se dieron las cosas, lo conflictivo que fue, se hubiese evitado si es que el Presidente se hubiese abierto antes a las ayudas?

El presidente lo decía, nosotros podríamos haber hecho las cosas mejor, probablemente nos habría gustado llegar antes y más masivamente en ese aprendizaje que tuvimos, pero no tengo tanta claridad, si efectivamente algo tan popular, como era el retiro del 10%, se hubiese podido frenar.

Las medidas de un gobierno, en parte también y su balance favorable, se mide por a quién uno le entrega la banda presidencial. ¿Cree que la posibilidad de que José Antonio Kast hubiera llegado a La Moneda era una buena noticia?

Todo gobierno aspira a entregar la banda presidencial a uno de los propios. Sin embargo, las condiciones adversas en las que nosotros estábamos gobernando y todas las dificultades que ya conversamos hacían un poco más difícil, efectivamente, pensar que iba a ser tan factible entregarla (...). Lo cierto es que finalmente terminamos también, y hay que reconocerle los méritos, con un candidato que nadie esperaba, como Gabriel Boric, que logra despertar mucha esperanza, y tal vez nosotros ahí más allá de que José Antonio gana, y muy legítimamente, la primera vuelta, también se genera un debate y un discurso entre lo que representaba Gabriel Boric, que era un gobierno lleno de esperanza. Chile Vamos, o la coalición como se quiera llamar el día de mañana, lo que tiene que ofrecerle al país si quiere volver a gobernar es una alternativa de gobierno llena de esperanza.

Chile Vamos se queja de que, en parte, sus fracasos electorales tenían mucho que ver con la mochila del gobierno, ¿se sienten responsables de las derrotas electorales del sector?

En esto no hay una sola línea de acción, no hay ni un solo responsable, cuando uno tiene resultados como los que nosotros vivimos en mayo hay que mirarse primero uno, y efectivamente después en su conjunto, y yo creo que aquí todos tuvimos responsabilidad en esos resultados y lo más importante, más que mirar hacia atrás, como dice un dicho, llorar sobre la leche derramada, es aprender las lecciones. D

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