Consuelo Amat y Walter W. Powell (U. de Stanford): “En lugar de reducir la polarización, la pandemia amplificó los prejuicios”

Activistas de la ONG Río de Paz durante una protesta contra las políticas de Jair Bolsonaro frente a la pandemia, en Río de Janeiro. Foto: Reuters

Los expertos del Centro sobre Filantropía y Sociedad Civil (PACS) señalan a La Tercera que "las consecuencias de la pandemia para la carrera de las mujeres serán graves".


Cuando una parte del mundo sigue sumergida en la lucha contra el Covid-19, aumentando las restricciones para detener el incremento de nuevos contagios, otros países como Israel y Reino Unido diseñan los lineamientos del regreso a la “nueva normalidad” tras inmunizar a más del 50% de su población con al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus.

Para Consuelo Amat, investigadora del Centro sobre Filantropía y Sociedad Civil (PACS) en la Universidad de Stanford, y Walter W. Powell, profesor de Educación y Sociología en la misma institución y codirector del PACS, el mundo asiste hoy a “una carrera entre la vacunación y las variantes del virus”. En medio de esta lucha, “las personas están dispuestas a enfermarse para evitar la sensación de estar atrapados en confinamientos”, señalan ambos expertos, que respondieron en conjunto un cuestionario enviado por La Tercera.

Un niño con mascarilla sentado sobre un cilindro de gas, mientras espera con su familia en una campaña solidaria en Río de Janeiro, Brasil. Foto: AP

¿Qué ha ocurrido en el mundo durante pandemia desde el punto de vista social?

La teoría de la identidad social sugiere que una amenaza externa típicamente reduce las peleas dentro del grupo y une a las personas. Sin embargo, la amenaza externa por la pandemia del Covid-19 no ha demostrado que este sea el caso, especialmente para las poblaciones que ya están muy polarizadas. En Estados Unidos, el Partido Demócrata y el Partido Republicano estaban profundamente polarizados en muchos temas antes de la pandemia; hoy vemos que existe una polarización extrema sobre la pandemia, no solo sobre las políticas que el Estado debe seguir para la salud pública, sino también sobre la enfermedad. Esta discrepancia es probablemente el resultado de nuestros patrones de consumo de medios, así como del hecho de que en entornos polarizados incluso los temas que son generalmente apolíticos se vuelven políticos. En lugar de dar como resultado una reducción de la polarización, la pandemia amplificó los prejuicios. A nivel mundial, vimos una enorme división en la forma en que los países respondieron a la pandemia y diferencias gigantescas en cuanto al manejo de la enfermedad y los decesos. En algunos aspectos, las respuestas desencadenaron una antigua línea divisoria entre seguridad y autonomía. En Estados Unidos, un Estado federalista, los estados respondieron y funcionarios locales tomaron las decisiones con resultados trágicos. Los países o territorios que adoptaron una política nacional y cerraron sus fronteras, como Nueva Zelandia, Taiwán y Vietnam, tuvieron tasas de infección muy bajas.

¿Cómo ha sido el liderazgo internacional en el manejo del Covid-19?

Depende del gobierno. Algunos gobiernos han respondido al Covid-19 de una manera que ha agravado las iniquidades al, por ejemplo, restar importancia al virus y priorizar la transferencia de ventiladores y otros tipos de ayuda a Estados/regiones que son políticamente favorables al gobierno, como el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y otros países ofreciendo vacunas a poblaciones clave para la supervivencia del régimen, como los militares para Nicolás Maduro en Venezuela. La pandemia expuso desigualdades sociales dramáticas, como que los pobres y los marginados no pueden acceder a una atención médica adecuada, tienen una tasa de vacunación mucho más baja que las poblaciones más ricas y tienen trabajos que los ponen en mayor riesgo de contraer el virus. Nuestros trabajadores “esenciales” fueron tratados muy mal. Al mismo tiempo, hay destellos de esperanza. Vemos que los gobiernos de algunas regiones responden para corregir las desigualdades sociales, estos ejemplos de políticas progresistas se dan cuando el gobierno trabaja con la sociedad civil. En el Laboratorio de Vida Cívica, del Centro sobre Filantropía y Sociedad Civil (PACS) de la Universidad de Stanford, hemos estado estudiando las respuestas de las organizaciones cívicas a la pandemia en siete ciudades de todo el mundo. Hemos visto organizaciones de todo tipo, desde servicios para inmigrantes hasta gimnasios comunitarios y organizaciones artísticas, que pivotan para enfrentar el momento. Están involucrados en los servicios de salud, en el acceso a la educación, en el suministro de alimentos a las comunidades desatendidas.

Pacientes con Covid-19 descansan dentro de un salón de banquetes temporalmente convertido en una sala para manejar contagios, en Nueva Delhi, India. Foto: AFP

¿Cuáles son las consecuencias sociales que deja al descubierto la pandemia?

Hay muchas consecuencias sociales y de salud pública de la pandemia. Hemos visto un aumento en la violencia doméstica y el abuso infantil debido a las presiones del desempleo, el confinamiento y la falta de cuidado infantil. Con las escuelas cerradas, el nivel de educación de los niños ha sufrido, especialmente en aquellos con familias de bajos ingresos que no pueden pagar escuelas privadas o tutores, o que no tienen acceso a una conexión estable a internet, espacio para su trabajo en línea o sus propios escritorios y computadoras. Los niños están abandonando la escuela a un ritmo alarmante. La brecha de género en el sueldo y el empleo está aumentando debido a la falta de cuidado de los niños y otras presiones familiares, como el cuidado de los miembros de la familia enfermos y las responsabilidades del cuidado de los niños, que recaen desproporcionadamente sobre las mujeres. Las consecuencias de la pandemia para la carrera de las mujeres serán graves. El progreso hacia la igualdad de género en el lugar de trabajo se ha visto seriamente afectado.

¿Cómo definirían la “languidez”, denominado el sentimiento que ha marcado la pandemia?

La languidez parece ser la nueva palabra de moda. En este período, hay mucha incertidumbre y presión, además del aislamiento social con los seres queridos y amigos, acompañado de una cercanía extrema con los miembros de la familia inmediata que viven en el mismo hogar. Particularmente para aquellos que trabajan desde casa, que tienen que estar en la computadora (y Zoom) todo el día, existe una sensación de pérdida de motivación y de desconexión.

Una enfermera administra una dosis de la vacuna contra el Covid-19 en una clínica móvil instalada en el estacionamiento de un centro comercial en Orange, California. Foto: AP

¿Cómo cambiará el coronavirus la forma en la que nos relacionamos?

El mayor cambio que ha provocado la pandemia es la capacidad de trabajar de forma remota. Algunas organizaciones no han visto disminuir la productividad debido al trabajo a distancia, y algunos empleados han disfrutado de poder vivir en un lugar asequible y trabajar desde casa. Es probable que continuemos con el trabajo online. Además, el costo de las conferencias y otras reuniones de trabajo que requerían viajes ha disminuido drásticamente. Ahora que estas interacciones se están volviendo más comunes y aceptables, es muy probable que continúen las conferencias remotas. Este trabajo remoto no solo ha hecho posible la inclusión, estamos salvando el planeta con menos viajes. Aún así, las reuniones y conferencias remotas y virtuales tienen poco del escalofrío o fricción creativa de los encuentros cara a cara. Entonces, si bien la transmisión de información ha sido notable, es probable que la producción de nuevos conocimientos haya disminuido.

¿Por qué en las nuevas oleadas del virus aumenta el número de infractores de las restricciones?

Las personas están agotada por el confinamiento, lo que ha cambiado el cálculo de riesgo, especialmente entre los jóvenes. Las personas también se han vuelto más conscientes de las desventajas del confinamiento, de mantener un bienestar mental, y están más dispuestas a correr el riesgo de enfermarse para evitar la sensación de estar atrapadas y perder la vida.

Personas en un parque horas antes del inicio de un "cierre total" a nivel nacional hasta el 17 de mayo, en Estambul, Turquía. Foto: Reuters

¿Hay un alza de grupos antivacunas en el mundo?

No creemos estar viendo un aumento de personas en contra de la vacunación. Al contrario, es posible que la tendencia vaya en la otra dirección. Estamos en una carrera entre la vacunación y las variantes del virus. Esperamos que las dudas sobre la vacunación disminuyan a medida que más personas se vacunen y vean disminuir la tasa de mortalidad y que las personas que los rodean o las celebridades, en quienes confían o admiran, se vacunen. Pero en algunos países, como México y otras partes de América Latina, donde la desconfianza hacia el gobierno es muy alta, es posible que la gente no quiera vacunarse porque no cree que la vacuna sea segura.

¿Cómo será el mundo sin Covid-19?

El virus nos recordó que vivimos en un mundo global. Como dijo el sociólogo Bruno Latour, el mundo estaba en tu cuerpo con el virus. Y nos hemos dado cuenta de lo dependientes que somos de las cadenas de suministro globales. Pero también estamos viendo una desigualdad de vacunas extraordinaria, con países como Reino Unido, China y EE.UU. que tienen más de la mitad de su población adulta con al menos una dosis, y países como Egipto, Nigeria, Pakistán e incluso Japón con menos del 1% de su población vacunada. Esto fácilmente podría conducir a una fuerte caída del comercio y los viajes a nivel mundial. Las desigualdades dentro de las naciones que han sido expuestas por la pandemia podrían exacerbarse entre naciones, con consecuencias aterradoras. Es posible que nos volvamos locales y tengamos que depender más de nuestras comunidades locales y sus infraestructuras cívicas.

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