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Diego Cabot: la historia del periodista que mantuvo bajo llaves la investigación del "Lava Jato" argentino

El abogado y editor de La Nación de Buenos Aires recibió en enero pasado una misteriosa caja con cuadernos escritos a mano. Seis meses después, su contenido dio pie a un escándalo que estalla en el corazón del kirchnerismo y revela cómo durante una década circularon pagos por al menos US$160 millones en bolsos y en efectivo.

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"Minutos claves para la corrupción en la Argentina". El tuit de Diego Cabot era críptico, pero él ya sabía que tenía una bomba entre manos. La había guardado durante seis meses, el período en que él y su equipo del periódico La Nación de Buenos Aires habían desentrañado junto a la justicia argentina el contenido de una misteriosa caja que le había llegado en enero. Él, el hombre que había escrito un libro sobre el ex hombre clave de Néstor y Cristina Kirchner, Julio De Vido, que había soportado críticas por publicar ese contenido que hablaba de escándalos y negocios difíciles de probar sin una pistola humeante sobre la mesa, estaba ayer miércoles a momentos de poder develar su secreto.

Fueron ocho minutos de distancia entre ese tuit de las 7:06 de la mañana y la publicación que a las 7:14 lo explicó todo. "Ola de detenciones en una megaoperación por coimas en el kirchnerismo", decía el artículo firmado por Cabot, abogado, periodista y editor de 48 años, que incluso así se quedaba corto: la caja misteriosa contenía siete cuadernos –"seis espiralados y uno azul de tapa bien dura", detallaría después el propio autor del texto- en que se develaba el recorrido de cerca de diez años de coimas, donde las cifras se manejaban en dólares y las anotaciones usualmente contenían números entre cinco y seis ceros.

Un entramado que se estima en a lo menos US$ 160 millones transportados por un solo chofer en un Toyota Corolla, que empezó a ser conocido como el "Lava Jato" argentino y que significó un golpe tal en el tablero político que el juez Claudio Bonadio anunció que pedirá al Senado el desafuero de la ex presidenta Cristina Fernández, la que hoy ocupa un escaño en esa cámara, y además la citó a declarar para el próximo 13 de agosto.

La investigación tiene detalles de película. Como el hombre que anotó todos los detalles durante una década, Óscar Centeno, quien trabajaba como chofer de Roberto Baratta, la "mano derecha" de Julio De Vido. El hecho de que hasta cuatro millones de dólares circularan en bolsos -las denominadas "valijas"- durante todo ese período. O la decisión de Diego Cabot de jugarse una carta arriesgada desde el punto de vista de la exclusiva periodística: pasarle primero la información recolectada y analizada a partir de los ocho cuadernos a la justicia, y permitirle a la dupla del juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli que desataran de madrugada un operativo por todo Buenos Aires para apresar a los involucrados antes de que La Nación publicara la primicia.

El plazo, de hecho, fue largo para los tiempos de los reportajes. Cabot entregó los datos y declaró en la Fiscalía en abril de 2018. Desde ese momento hasta ayer, él y su equipo decidieron armarse de paciencia: su análisis era que publicar la historia antes de que la justicia investigara y actuara dejaba expuesto el trabajo a desmentidos, a que el propio Centeno negara que fue quien registró los movimientos que, entre otros puntos, revelan que los billetes en efectivo habrían llegado a la Casa Rosada, la Quinta de Olivos y el departamento de los Kirchner en Buenos Aires. "De las anotaciones se desprende que, cuando los montos superaban los US$2 millones, Baratta y De Vido asistían personalmente a la quinta de Olivos para entregar el dinero a (Néstor) Kirchner", dice uno de los párrafos más escalofriantes de la serie de artículos.

Durante todo ese tiempo, además, Cabot debió tomar resguardos. Sólo trabajó con dos colaboradores, y contadas personas en el equipo de La Nación sabían qué era lo que estaba investigando. La relevancia era tal que sólo decidió qué hacer con la información que tenía entre manos tras una ronda de consultas con otros periodistas, "esos periodistas a los que respeto y admiro, los de cuero curtido y hombros anchos", según relató el propio autor. Y fue tras eso que confirmó su decisión de entregar todos los datos a la Fiscalía antes de publicar cualquier coma de los documentos.

En julio del año pasado, Diego Cabot lanzó una frase en algún sentido premonitoria. Lo hizo mientras conversaba en un programa radial al que lo invitaron a hablar de Julio De Vido por el libro en que lo investigó, titulado "Hablen con Julio", publicado en 2011 y considerado una referencia para entender al hombre clave del kirchnerismo. En la coloquialidad del lenguaje argentino, Cabot se arriesgó con una afirmación que sonaba muy pesada: "En Argentina podés hacer un Lava Jato similar si hablara De Vido". No pensaba que sería un chofer, y su trabajo periodístico, el que terminaría provocando la investigación que, en palabras del influyente columnista trasandino Carlos Pagni, es ya "la más impactante de la historia nacional".

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