El testimonio del periodista Andrés Azócar, contagiado de coronavirus: “Que este desastre tenga una lección”

Volvió de un viaje por Turquía a mediados de marzo, contagiado con covid-19. El periodista Andrés Azócar relata aquí, en primera persona, cómo han sido sus dos semanas de cuarentena y qué enseñanzas le dejó el encierro.


Encerrado con el Covid-19

El llamado para avisarme que estaba positivo fue 5 horas después que dejé la clínica para ir a encerrarme a la casa, lejos de todos. Desde que llegué del viaje a Turquía sentía que mi estado no era óptimo: dolor de cuerpo, sensación de resfrío, escalofríos. En el chequeo que me hicieron en el aeropuerto avisé de mi estado. “Cuarentena”, dijo la encargada. Pero eso no resolvía otros problemas. Si estaba contagiado debía avisar a Latam y además, no podía ver a mi hijo. Entonces, era mejor estar seguro. Fui a la clínica al día siguiente. Y a las 5 horas llegó el veredicto telefónico: “Diste positivo”.

Por supuesto, me asusté. Tuve cáncer hace tres años y pensé que esto me ponía en el mismo riesgo que mi madre de 73. Pero no, mis defensas estaban bien. Ahora sólo debía resolver mi confinamiento: la vida exterior de mi hijo. Y la comida, los remedios, la rutina, el trabajo, la entretención.

Lo primero que hice fue intentar llamar a Latam para avisar que había dado positivo. No había cómo. Después al teléfono del Minsal que me dieron en el aeropuerto. Diez intentos y cero resultado. Después escribí a un email que tenía habilitado el Minsal. Al día siguiente agradecieron la comunicación. Pero no hubo llamado a los pasajeros del vuelo 8063.

Lo más difícil fue armar una rutina los primeros días. El cuerpo resentido impedía hacer muchas cosas. Por suerte, podía trabajar desde la casa. Los primeros días avanzaba de a poco. Lo que me daba la cabeza. El resto tomaba aire o leía. Después de 9 días completamente encerrado puedo decir qué hice para aguantar mejor.

● He escuchado a algunos expertos hablar de los costos mental del encierro. Y estoy seguro de que eso es muy cierto. Yo tengo casa, patio, luz natural. Y así y todo el encierro es duro, deprimente, tensa las relaciones, vuelve los problemas pequeños grandes. Una simple puerta hace la diferencia. Me sirvió definir espacios de trabajo distintos para cada uno. Y las tareas del hogar. Desde el comienzo.

● Los colegios son instituciones que han evolucionado muy mal. Esta crisis ha demostrado que a la falta de creatividad, no están preparados para otra cosa más importante: flexibilidad. He conversado con muchos amigos y la clave parece ordenarles la jornada a los niños con espacios sólo para ellos. Estresarlos en un ambiente de encierro es aún peor. Hay apps muy buenas para abrirles la cabeza a los niños, de juegos y educacionales. Por suerte, mi hijo está en la casa de unos amigos que se toman esto con el relajo necesario.

● Hacerse el tiempo para mantener las relaciones sociales. Llamar a los amigos, hablar con los padres, no perder esa conexión que muchas veces es complejo retomar. Este periodo será largo. Y es bueno no olvidar a la gente que a uno le hace bien.

● Usar las apps de reuniones para encuentros virtuales con los amigos. Zoom, Google Meet, Houser Party, Webex…

alivia la cabeza conversar largo con otros. Brindar con lo que haya, aplicar humor negro, compartir problemas, tratar que la vida no pierda todo el sabor. Es la mejor forma para sentir algo de normalidad. Puede ser incómodo unos minutos, pero después es puro relajo.

● Como los niños, las mascotas también se vuelven más exigentes. Yo tengo tres gatos y un perro. Es otro elemento de distracción y estrés. No hay mucho que hacer, salvo liberar espacios para que puedan estar sin molestar. En todo caso, son más un alivio que un problema.

● Las redes de amigos son claves para las provisiones. Los servicios de delivery están colapsados. Y el riesgo para ellos es muy alto. La colaboración es clave. Mis vecinos me han traído almuerzo y amigos otras cosas. Las bolsas quedan en la puerta. No los vemos.

● Ojo con la banda ancha. Con tanta gente en la casa y tantos con sus consolas prendidas, que en algún momento las redes colapsarán. Como pasó en Italia. Hay que ser cuidadoso y pensar en los demás. Reducir las horas de consolas.

● Clave fue también escoger una serie que me acompañara en el confinamiento. Elegí The Office. Ya la había visto, pero mi memoria es mala. Tiene 9 temporadas. Capítulos cortos. Y muy divertida. Elegir una serie larga, evitar discusiones periódicas de qué ver.

● Atender todos los teléfonos. El ministerio de Salud me ha llamado varias veces. Algo de descoordinación, pero es importante darle a ellos toda la información útil para el resto.

● Usar la creatividad para ver cómo podemos ayudar desde el encierro al resto de la gente. Hay muchas personas que necesitan y necesitará ayuda. Y tiempo nos sobra. Por lo menos que este desastre tenga una lección.


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