El triste final de Nicolás Villamil, el ídolo de Deportes Concepción que ni siquiera tenía dónde ser enterrado

Villamil
Villamil, en 2017, cuando se conoció que la diabetes había obligado a amputarle parte de la pierna izquierda.

El sábado murió el exarquero argentino, quien llegó a Chile en 1987 para defender a Universidad de Chile, pero terminó haciendo historia en Deportes Concepción. Conoció la gloria deportiva, dinero y lujos, pero lo perdió todo, en medio de acusaciones de estafa y el abandono.


El sábado, muy temprano, los relojes de la mitad de los penquistas se detuvieron. El cálculo obedece a la cantidad de hinchas que dice tener Deportes Concepción en la capital de la región del Biobío, que ese día despertaron de la peor forma posible: había muerto Nicolás Villamil, el histriónico y desfachatado arquero que defendió el pórtico lila, en la primera etapa, entre fines de los 80 y comienzos de los 90, y después en dos períodos más. El primero, que incluyó una histórica participación en la Copa Libertadores, lo transformó en objeto de culto.

No había niño en la ciudad sureña que no quisiera utilizar las coloridas camisetas que ocupaba el mendocino (en un momento, una por tiempo), que no intentara realizarse su peinado y que no imitara su peculiar estilo de defender la portería, que llegó a incluir una contención en un penal después de pararse de espaldas frente a un cobro que consideró injusto. Esa atajada lo convirtió en mito. Y en una figura pública a la que luchaba permanentemente por mantenerse aferrado: incluso en su peor momento, el exgolero se paseaba por lugares concurridos de la ciudad penquista con el único afán de ser reconocido y saludado por los seguidores que nunca lo abandonaron.

Villamil lo tuvo todo. Fama, dinero y los últimos modelos de automóviles disponibles en el mercado. Pero, paralelamente, esa misma vida de rockstar lo fue conduciendo a tomar malas decisiones. Su vida familiar se descompuso, perdió las relaciones de pareja que mantuvo, sus hijos se alejaron de él y los negocios no le resultaron. Lo único que no se detenía era el tren de gastos. “En su mejor momento, cambiaba el auto cada cuatro meses. Y el siguiente siempre era un último modelo. La plata en algún momento se le iba a terminar. Y se le acabó”, dice Luis Morales, expresidente lila, quien, en “gesto de cristiandad”, como describe, facilitó el mausoleo familiar para que los restos del golero, quien llegó a Chile en 1987 para defender a la U, puedan descansar mientras se le adquiere un nicho definitivo. “Era desordenado, no respetaba los tratamientos. Nosotros le pagábamos para que fuera a dirigir a los seniors de Deportes Concepción. Después de los partidos, cuando se organizaba alguna cena, le prohibíamos que tomara bebidas. Pero de la nada aparecía con una Coca Cola de litro y medio. Para un diabético como él, era fatal”, resume el exdirigente.

Villamil, rodeado por el plantel de Deportes Concepción, hace un tiempo.
Villamil, rodeado por el plantel de Deportes Concepción, hace un tiempo.

Enfermo y arruinado

En 2017, una imagen revelada por El Deportivo puso en evidencia los graves problemas de salud que padecía. En la foto, Villamil aparecía en una silla de ruedas con la pierna izquierda amputada hasta poco más abajo de la rodilla. Verlo en esas condiciones produjo un impacto similar a la aparición que tuvo en el programa televisivo En su Propia Trampa, menos de un año antes. Ahí fue puesto en evidencia y denunciado por no pagar arriendos, estafa y también por faltar a la obligación de cancelar pensiones alimenticias. La imagen pública del exguardameta tocó el suelo, más allá de la incondicionalidad que los lilas le profesaron hasta su último día. “Con el programa En su Propia Trampa lo terminaron de hundir. El Tío Emilio lo terminó de matar. Todo lo que se dijo en el programa era verdad, pero se ensañaron con Nicolás. Nunca se repuso de ese golpe. No estaba en sus cabales. Nunca más lo estuvo”, dice Morales. La situación privada también empeoró. Sus hijos se alejaron de él y hasta cambiaron sus nombres en las redes sociales para evitar la natural asociación.

Sin un lugar donde ir, completamente arruinado, enfermo y ya despojado del mínimo atisbo de credibilidad para volver a emprender, Villamil volvió a recibir el respaldo de una mano amiga, de las pocas que ya le quedaban, aparte de las de algunos hinchas que organizaron actividades benéficas para financiar su tratamiento y, ahora, la sepultura. Esta vez, otro personaje ligado al fútbol: el exárbitro Carlos Echeverría fue quien lo acompañó hasta el final. Primero facilitándole un inmueble para vivir y, luego, acogiéndolo en su departamento. El exjuez habla de la pérdida de Villamil como de la partida de un hermano. “Lo conozco hace cerca de 20 años. Tuvimos una escuelita de fútbol con mi hermano. Nicolás era un cabro chico, inmaduro. Tratamos de aconsejarlo. Después salió lo que todos conocieron, los malos negocios que hizo y ahora estos últimos años, tres y medio, lo tuve conmigo. Primero le pasé un departamento. Después se vino a mi casa. Lo ayudé siempre. Tenía dificultades económicas. Estaba solo. Sus hijos lo abandonaron. Conversábamos de fútbol, de deporte, llegaba a mi oficina en la universidad. Hay un montón de anécdotas. Yo no tengo nada que decir de él. Siempre me decía que sus hermanos éramos Juan Carlos Almada, mi hermano y yo. Su cumpleaños era el 11 de abril y nosotros cumplimos el 10. Lo pasábamos juntos”, recuerda.

Nicolás Villamil, junto a Jaime Pizarro y los jueces Carlos Robles, Iván Guerrero y Hernán Silva, antes del primer partido de la Copa Libertadores de 1991, entre Concepción y Colo Colo.
Nicolás Villamil, junto a Jaime Pizarro y los jueces Carlos Robles, Iván Guerrero y Hernán Silva, antes del primer partido de la Copa Libertadores de 1991, entre Concepción y Colo Colo.

Echeverría fue testigo del deterioro progresivo en la salud del exguardameta. Pero también de su permanente porfía, que le terminó costando la vida. “Para él era fuerte la situación en que quedó. Para cualquier persona debe serlo, pero más aún para alguien que fue deportista de élite y que lo llegó a tener todo”, dice. Sin embargo, coincide con Morales en que la irresponsabilidad del Loco terminó decidiendo su destino. “Lo pillabas comiendo chocolate o tomando Coca Cola. ‘No, si es sin azúcar; ya, jefe”, me decía cuando lo retaba. Con el carisma que tenía, te daba vueltas las cosas”. Otra historia más que grafica una personalidad que lo condujo hasta un final abrupto: “En una oportunidad, cuando estaba en el hospital, lo postulé a todos los beneficios, pero duró un día ahí. Se arrancó. Se fue a un hotel y se gastó 800 mil pesos en 14 días, plata que, claramente, no le sobraba. Nicolás vivía en una nube”.

Al exjuez también le tocó escuchar los descargos respecto de la denuncia en el estelar televisivo. “Se defendía. Decía que a veces se demoraba en pagar, pero que no era tan así como se planteaba en el programa. La necesidad lo hizo pecar en algunos temas. A mí no me estafó. Nunca me pidió plata. De repente me pedía algún perfume, pero nada más”, revela.

Villamil con la familia Echeverría, que lo acogió en sus últimos días.
Villamil con la familia Echeverría, que lo acogió en sus últimos días.

El día en que lo acusó Maradona

El 2 de marzo de 2006, Villamil concretó uno de sus mejores negocios. Esa noche, en el marco de un amistoso organizado por el Sifup, que enfrentó a la Selección con Universidad Católica, los cruzados fueron reforzados por una incorporación estelar: Diego Maradona. El transandino, en su estilo, llegó tarde a San Carlos de Apoquindo: apareció recién para disputar el segundo tiempo. Ingresó en reemplazo de Francisco Arrué.

Meses después, sin embargo, se destaparía una seria acusación en contra del exgolero, quien, además de conseguir la participación del astro, había provisto del traslado, mediante una empresa de transporte de personalidades que había conformado. Alejandro Mancuso, entonces representante del Diez, lo acusó directamente: “La productora que nos trajo para jugar el partido por el Sifup nos estafó”, acusó el exmediocampista devenido en agente. El servicio había sido pagado con un cheque extendido por la hermana de Fabián Estay, quien actuaba como socia de Villamil. “El cheque que nos dieron es de la hermana de Fabián Estay y no tenía fondos, aunque no sé cuál es la relación de ella con Villamil”, especificaba el exvolante de Boca Juniors, dando cuenta de la irregularidad.

Maradona, con la camiseta de Católica, junto a Marcelo Salas, en San Carlos. FOTO: ARCHIVO

Villamil había ofrecido traer a Maradona a Chile bajo su cargo. Sin embargo, el entorno del Diez lo acusó de defraudarlo en US$ 80 mil dólares. “El asunto fue que Villamil acordó un monto con Mancuso, no me acuerdo con cuál. Nosotros respondimos por otra cantidad. Por eso Mancuso dijo que nosotros nos habíamos portado bien. Finalmente, quienes dieron el empuje para que Diego viniera fueron Fabián Estay e Ivo Basay. Nosotros respondimos por el 50 por ciento o menos de la cifra. Tuvimos que depositar en la cuenta corriente de Maradona en Suiza. Maradona llegó al inicio del partido, que ya llevaba 10 minutos y nos dijo que no estaba para todo el partido. Por eso entró en el segundo tiempo”, recuerda Carlos Soto, entonces presidente de la entidad gremial.

Esa situación también encontró explicación de parte del fallecido exguardameta. “Una vez lo hablamos. Me dijo que Diego no había cumplido los contratos publicitarios como debía. Que Puma se había comprometido con él, pero, como Maradona no cumplió, terminó por no poder cumplirle”, cuenta Echeverría respecto de otra situación pública y controvertida por la que Villamil ganó notoriedad. Esa vez, en el mundo entero.

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