Liz Cheney, la hija del vicepresidente de Bush que busca perfilarse como el nuevo rostro del Partido Republicano

Foto: Reuters

La representante republicana por Wyoming se prepara para nuevos desafíos, que podrían incluir ser la primera mujer republicana en un puesto de liderazgo en la Cámara de Representantes o incluso una eventual carrera presidencial.


Después de que el senador de Wyoming, Mike Enzi, anunciara su retiro tras el fin de su actual mandato, el líder republicano Mitch McConnell y su equipo le ofrecieron a la republicana Liz Cheney, único miembro de la Cámara de Representantes por Wyoming, el escaño del Senado en un estado republicano confiable. Aunque argumentaron que tendría más visibilidad y que el cargo la prepararía para un puesto en el gabinete o una eventual carrera presidencial, Cheney se negó.

Pese a que la decisión generó sorpresa entre los republicanos, luego entendieron que su mirada estaba puesta en convertirse en la primera mujer republicana en conseguir un puesto de liderazgo en la Cámara de Representantes, y que habría tomado la decisión junto a su padre y mentor, el exvicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney, que ha sido llamado en ocasiones el “vicepresidente más poderoso de la historia”.

Foto de noviembre de 2000, que muestra al entonces candidato presidencial republicano George W. Bush junto a su compañero de fórmula, Dick Cheney. Foto: AP

Dick Cheney se desempeñó durante 10 años como el único representante de Wyoming, y como tercer líder republicano, la misma posición que ahora ocupa su hija. Ahora, su hija de 54 años -que heredó la pasión de su padre por una política exterior fuerte y sin complejos- se ha convertido en una de las figuras de más rápido ascenso del partido. Esto tiene más mérito si se considera que ha logrado hacerlo siendo uno de los pocos miembros del Partido Republicano que reprende frecuentemente a Donald Trump y sus aliados.

“Ella te recuerda a Margaret Thatcher o a alguien así en la historia: una persona fuerte, en una posición importante, una mujer que se mantiene firme en una conferencia que de otro modo estaría dominada por hombres”, dijo a la revista Politico el representante republicano por Oregon, Greg Walden.

Liz Cheney junto al representante republicano Jamie Raskin ayer en el Capitolio. Foto: Reuters

Sin embargo, muchos de los partidarios de Trump dudan que Cheney pueda representar el futuro de su partido, argumentando que la victoria del mandatario republicano en 2016 es una señal de que la fase conservadora que se dio en la era Bush-Cheney (2001-2009) ya llegó a su fin.

“Las políticas de Bush-Cheney de guerra eterna en el Medio Oriente fueron rechazadas por los votantes de las primarias republicanas en 2016 y ya no reflejan los puntos de vista de la mayoría de los votantes republicanos”, señaló Donald Trump Jr. a Politico en relación al eventual liderazgo de Cheney.

Pese a su aparente apoyo a Trump -por el que ha votado “aproximadamente el 97% de las veces”, según se jactó en 2019 en el programa Fox & Friends- muchos de los aliados y amigos íntimos de Liz y su padre, grupo que incluye al exasesor de Seguridad Nacional John Bolton, se han convertido en los críticos más duros del Presidente republicano.

John Bolton y el Presidente Donald Trump en el Salón Oval, en 2018. Foto: AFP

Sus más cercanos consideran que Cheney es muy similar a su padre, tanto en política como a nivel personal, y que incluso parece que estuvieran “unidos por la cadera”. Según expertos, lo que pretende Liz llegando al liderazgo del partido es poner sus puntos sobre la mesa y limpiar el nombre de su padre.

Liz Cheney fue la mayor impulsora política de su padre desde su niñez. En los años 70, cuando Cheney se postulaba para la Cámara por Wyoming, Liz lo acompañaba a hacer campaña. En Colorado College, escribió su tesis en 1988 sobre los poderes de guerra presidenciales, un tema que apasionaba a su padre. Escribió, por ejemplo, que los fundadores “ciertamente no pretendían, ni la historia corrobora, la idea de que el Congreso debería legislar límites específicos a los poderes del Presidente” durante la guerra, agregando que “incluso los políticos pacifistas como Jefferson parecen darse cuenta de que el deber del Presidente de proteger la seguridad nacional es anterior a su responsabilidad de mantener informado al Congreso”.

La representante republicana Liz Cheney habla con periodistas en Washington. Foto: AP

Cuando el demócrata Bill Clinton se postuló para un segundo mandato en 1996, ella fue la única de su familia que presionó para que su padre compitiera para la Presidencia. Luego estuvo muy involucrada cuando Cheney se unió a la candidatura de Bush en 2000, ayudando en la preparación del debate. Posteriormente, se unió al Departamento de Estado como subsecretaria adjunta para Asuntos del Cercano Oriente. En ese momento, Liz ya estaba casada con Philip Perry, con quien tiene cinco hijos.

Liz dejó el Departamento de Estado en 2006, y empezó a criticar abiertamente a la administración luego de que Bush se alejara de las políticas más duras de su padre y abrazara el enfoque más diplomático de Condoleezza Rice.

George W. Bush
El expresidente republicano, George W. Bush.

Después de la administración de Bush, Liz coescribió las memorias de su padre, lanzó un grupo centrado en político exterior junto a él en 2014 y, después de un esfuerzo infructuoso en las primarias del Senado ese mismo año, coescribió otro libro junto a su padre en 2015, que era un llamado a una política exterior más intervencionista.

Aunque se habla mucho sobre el futuro de la republicana en el Congreso, sus aspiraciones podrían ser aún mayores, con rumores sobre una campaña presidencial en el horizonte. Sin embargo, antes de postularse a cualquier cargo mayor, Cheney debe ganarse a su partido, que está dirigido por un hombre que calificó la guerra de Irak como un “gran error”, acusó a Bush y Cheney de haber “mentido” sobre las armas de destrucción masiva y señala que los compromisos militares estadounidenses en el exterior son un desperdicio de recursos estadounidenses en extranjeros.

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