Mineduc: El día en que Marco Antonio Ávila no cayó

El jefe de Educación ayer, tras el ajuste ministerial, en el Salón Montt Varas. Foto: Andrés Pérez

Mantener al ministro de Educación fue una decisión en la que tomó especial partido Gabriel Boric. Su vocera, Camila Vallejo, dijo que se trató de una “decisión política”, a pesar de las dudas que lo tuvieron en vilo hasta ayer en la mañana.


Apenas terminada la ceremonia del cambio de gabinete, Marco Antonio Ávila volvió caminando a su oficina en el Ministerio de Educación. En su entorno dicen que siguió trabajando como si nada hubiera pasado, aunque para que eso pudiera darse, en realidad, ocurrió de todo, desde telefonazos hasta el retiro de sillas reservadas para ser usadas.

El profesor de castellano era uno de los más serios candidatos a abandonar el equipo de secretarios de Estado. En las entrañas del gobierno estaban convencidos de que había que hacer cambios en el sector, pero también mantuvieron hasta el último momento las dudas sobre el cómo hacerlo. Al titular del Mineduc, de hecho, nunca se le notificó -tampoco a los partidos oficialistas- que saldría de su cartera, aun cuando en los pasillos de la misma no pocos daban por descontado que ello ocurriría. El nerviosismo (y pesimismo) reinó durante toda la jornada.

Altas fuentes de La Moneda afirman que la permanencia del jefe de Educación estuvo en cuestión incluso hasta ayer viernes en la mañana.

Sin embargo, distintas situaciones terminaron con una segunda oportunidad para Ávila, uno de los principales apuntados por la oposición. En las huestes oficialistas dicen, de hecho, que justamente esta fue una de las razones que mantuvieron al titular de Educación en su puesto. “Normalmente lo que ocurre es que el Presidente no saca a los ministros que son requeridos por la oposición”, aseguró en 24 Horas el senador Juan Ignacio Latorre, presidente de Revolución Democrática, el partido del ministro.

Pero hubo también una apuesta personal del Presidente Gabriel Boric por mantenerlo.

En definitiva, una apuesta por afirmarlo -y a la cartera- de cara a un 2023 que se avizora especialmente complejo, cuando la reactivación educativa será el foco, pero también el año en que se deberán dar luces sobre el futuro del CAE. “En conformidad con la evaluación del Presidente, hay una decisión política de mantener y respaldar al ministro de Educación en la tarea que le ha encomendado, la principal, de generar la reactivación educativa que nuestras escuelas necesitan, que las niñas, niños y adolescentes, que las familias, que los profesores y profesoras necesitan (...) En eso seguirá estando abocado en su gestión nuestro ministro de Educación, independiente del altercado que todos conocimos”, señaló la vocera de gobierno, Camila Vallejo.

La ministra descartó que la permanencia de Ávila haya sido una decisión de último minuto, a pesar de que en el Salón Montt Varas -donde se realizó la ceremonia- hubo sillas dispuestas para más cambios ministeriales. “Un tema de producción no tuvo nada que ver con definiciones de carácter de gabinete”, agregó.

Su conversación con Boric

Ya en 2022 la gestión de Ávila estaba en entredicho por parte de La Moneda. Pero el altercado que protagonizó a inicios de semana con la diputada ecologista Viviana Delgado -y el ruido que ello generó en el rechazo de la reforma tributaria en la Cámara Baja- volvió a ponerlo en tela de juicio, luego del reimpulso que tuvo tras la emergencia de los incendios.

El martes en la noche, estando en Cerro Castillo, el propio Presidente tomó el teléfono para llamar a Ávila y, como relató él mismo, reprendió “personalmente” al ministro. Sin embargo, tras esa conversación -según afirman en el gobierno- el jefe de Educación quedó tranquilo respecto de su futuro. La tarde del jueves el Mandatario dio una declaración que en el equipo del ministro miraron con esperanza: “Corresponde tener proporcionalidad respecto de cuáles son las sanciones que se hacen ante un error y en eso creo que tenemos que ser mucho más cuidadosos”, dijo.

En La Moneda aseguran que aunque su altercado con la diputada Delgado salpicó directamente a la reforma tributaria, no quisieron apuntarlo con el dedo como el culpable de la crisis.

Por otra parte, se analizó que no se quería arrancar de cero en Educación y correr el riesgo de, ante las dificultades que se asoman para 2023, tener que cambiar a la cabeza del ministerio en poco tiempo más nuevamente. “Es mejor un cambio en el Mineduc que dos”, dicen conocedores de las decisiones. La apuesta se hizo con la conciencia de que Ávila podría ser, de ahora en adelante, el principal apuntado por la oposición y que cualquier traspié se hará notar.

Con todo, desde los equipos ministeriales y de los partidos realizaron sondeos a algunos posibles reemplazantes. Ahí, nombres como el de Valentina Quiroga (subsecretaria de Educación en Bachelet II) y el de Jaime Veas (director de Educación Pública) tomaron fuerza en la jornada, aunque desde sus entornos ambos se encargaban de matizar sus posibilidades.

RD, el partido de Ávila, también hizo lo suyo y lo respaldó fuertemente durante las negociaciones para este ajuste ministerial, pidiendo incluso a La Moneda que sacaran al subsecretario de Educación, Gabriel Bosque (PC), con quien no lograban afiatarse. El cuadro completo terminó concretándose la mañana de ayer, cuando, tras definir mantener a Ávila, dos de las tres subsecretarías que componen el Mineduc vieron salir a sus autoridades: en Educación Superior Víctor Orellana (militante de Comunes e investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile) reemplazó a Verónica Figueroa (ind.) y en Educación, Alejandra Arratia (independiente y hasta ayer secretaria ejecutiva de Educación 2020) reemplazó a Bosque, apenas seis meses después de haber asumido en el cambio de gabinete pasado.

En la ceremonia de ayer, Boric le dijo a Ávila: “La reactivación educativa es prioridad. No podemos permitir que en nuestra patria haya niños sin matrícula, que estén desertando o que tengan ausentismo grave. Los queremos de vuelta en las escuelas. Sin olvidar, por cierto, con perspectiva de largo plazo y si es que el Parlamento nos lo permite, deudas tan lacerantes como la deuda histórica con los profesores”.

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