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En clave contemporánea

Los arquitectos que hoy hacen ruido en Chiloé se han propuesto reinterpretar los elementos propios de la arquitectura tradicional chilota manteniendo sus tipologías tradicionales. Mejoran características constructivas que  siempre han sido deficientes, manteniendo el patrimonio vivo que la sustenta. Una nueva arquitectura consciente, respetuosa y con memoria.

La arquitectura chilota, si se quiere definir, encuentra coincidencias en el concepto del continuum arquitectónico. Primero los chonos, los nómades del mar, levantaron creaciones arquitectónicas usando herramientas de piedras y huesos del lugar. Luego los huilliches, que construían sus rucas con madera y fibras vegetales, conservando el fuego en el interior para protegerse del frío. Más tarde la llegada de los españoles, la influencia neoclásica, después el movimiento moderno y hoy, la arquitectura posmoderna. Según el arquitecto Edward Rojas, que vive en Chiloé desde 1977 y es un experto en el tema, “en este continuum, una arquitectura se va montando sobre otra, no existen imposiciones arquitectónicas. La idea para nosotros, los arquitectos que trabajamos acá, es hacernos cargo de este continuum”.

Por eso es que un grupo de arquitectos se empoderó y comenzaron a hacerlo. La idea para ellos es conservar, no olvidarse de las tradiciones que sustentan la ciudad y actuar sin deshacer la historia. “Nosotros, los antiguos, junto a las nuevas generaciones de arquitectos que residen en Chiloé, intentamos hacer arquitectura que se sustente en las tipologías tradicionales. Aquí es cuando acuñamos el término sustentable, ya que tomamos las tradiciones arquitectónicas propias de la zona para construir, no hacemos arquitectura basada en modas sino que en lo propio, en lo vernáculo, lo que es pertinente y sustentable para este lugar. Esto es la sustentabilidad real, que tiene conciencia en lo preexistente para generar la arquitectura de hoy y proyectarla hacia el futuro. Así fue como decidimos reinterpretar esta arquitectura en clave contemporánea, usando el contexto como referente y teniendo en mente que aquí este oficio se piensa para la tierra, el mar y el bordemar”, recalca Rojas.

Y como la clave de esta nueva arquitectura es la reinterpretación, los arquitectos se vieron con la obligación de mejorar ciertas características deficientes de las construcciones chilotas, y que a la vez podían potenciarse utilizando las energías pasivas del entorno. Es aquí cuando el sol y el viento se convierten en la llave para una nueva arquitectura chilota. Se mejoraron entonces la eficiencia energética de las construcciones, la ventilación, su emplazamiento, el aprovechamiento de las aguas lluvias y sus aislaciones. En otras palabras, el Chiloé de siempre pero a la medida de hoy.

Las nuevas caras

Jonás Retamal es arquitecto y trabaja en Chiloé con su estudio de arquitectura hace 11 años.

Desde sus inicios en esta ciudad que en sus proyectos aplica los principios de la arquitectura bioclimática. Se trata de una arquitectura que utiliza energías pasivas -sol, viento y lluvia-, para abastecerse. En una de sus obras, el hotel Centro de Ocio en Chiloé, aplicó esta modalidad, principalmente capturando la radiación solar para calefaccionar el interior a través de un adecuado emplazamiento de la construcción. Por otra parte, trabajó con ventilaciones cruzadas y con el acopio de aguas lluvias para alimentar ciertas necesidades del hotel y puso aislaciones en los muros. “La arquitectura chilota en general es oscura y muy mal aislada. El chilote pasa en la cocina al lado de la estufa, pero los otros recintos están muy fríos. Eso es lo que nosotros tratamos de incluirle a la arquitectura local; si bien mantenemos la materialidad y las técnicas constructivas, le incorporamos estas condiciones bioclimáticas para crear una arquitectura mucho más adecuada al clima del sur”, explica Retamal.

Fiona Galland es una arquitecta joven que ha vivido toda su vida en Chiloé. Su proyecto más representativo es una casa ubicada en la localidad de San José en la península de Rilán. Ella también apostó por mantener la tradición para mezclarla con características sustentables. “Esta casa se basa en el galpón típico chilote -con techo de dos aguas-, que es la síntesis de la arquitectura de Chiloé. En este caso deconstruí y modernicé el galpón. Para su construcción usé maderas locales y tejuelas de ciprés en el exterior, incorporando también tecnologías que permiten tener la casa aislada. Es una obra energitérmica, es decir, usa un solo sistema de calefacción. Gracias a una estufa de combustión lenta, se puede calentar la red de agua y además sirve para cocinar. En cuanto a su emplazamiento, tiene una exposición norte donde se aprovecha la energía natural del sol, generando energía calórica y lumínica”, explica la arquitecta. Hay que considerar el clima del lugar. En Chiloé hay cerca de 10 meses de lluvia y mucho frío, a veces el verano ni se nota. “Por esto es necesario crear un confort habitacional con nuevas tecnologías, que además aportan a que los gastos de la vivienda sean menores”, finaliza.

De esta forma, en el año 2014, lo vernáculo se vuelve contemporáneo. Según Edward Rojas, “en la posmodernidad surgen las ganas de recuperar los materiales, la tradición, los volúmenes y la historia. El pensamiento en que estamos, el posmoderno, pone el ojo en lo preexistente”, termina.

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