Grandes esperanzas
La REP (Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor) es una figura legal que se utiliza desde hace décadas en EE.UU. y países de Europa y que busca formalizar el reciclaje y establecer responsabilidades para los fabricantes de ciertos productos, obligándolos a invertir en la recuperación y gestión de los residuos que generan. Nuestra propia REP fue aprobada en mayo, pero ha generado expectativas, temores y esperanzas desde que entro a trámite, hace varios años. Ya sabíamos que el discurso hippie de reciclar por buena onda había fracasado; ahora sabremos si cuando el que contamina paga, cambian las cosas.


Es un poco triste, pero llega el momento de asumirlo: con la voluntad humana y la buena onda como bases, el reciclaje y la conservación medioambiental llegan hasta donde están (complete con su propia evaluación el resto).
Eugenio Grove -director de LINC, Laboratorio de Innovación y Creatividad de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la UDP- discrepa cuando se dice que es un problema de recursos: "Se trata más bien de un tema de visión. Hay que cambiar el paradigma y evidenciar las oportunidades concretas de negocios, el potencial de desarrollo económico que existe en torno a los residuos".
A pesar del tamaño que tiene la agroindustria en Chile, sus desechos no han sido vistos más que como material de biomasa y abono (muchas veces mediocre). ¿Qué pasaría si se tratara de generar valor transformándolos en materia prima 2.0, que compitiera con otras que generan residuos como el plástico? Es lo que se preguntan en el LINC, y que han venido respondiendo con ayuda del diseño, creando productos que se insertan en un mercado concreto y no quedan como proyectos de biblioteca, lo que les ha significado varios premios de innovación.
"Tenemos que entender la investigación e innovación como herramientas para el emprendimiento. Si soy una empresa que trabaja con la cáscara de algo debo incentivar a la industria que la produce como residuo para que me la venda y no se deshaga de ella en un basural. Piensa en el sushi y todos los deliveris que pides, en el Aislapol que envuelve el refrigerador nuevo... todo eso podría reemplazarse con productos compostables, esa es la palabra que hay que empezar a usar, productos que vuelvan a la tierra", explica Grove respecto a su línea de investigación. Aunque no trabaja con los materiales solicitados por la REP, la recientemente aprobada Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, a él le entusiasma el aporte que esta puede significar: "En otros países existe hace 25 o 30 años. Lo que hace esta ley es responsabilizar al que produce o genera residuo. ¿Cómo?, por medio de castigos y beneficios, eso aún no está claro. Se sabe que habrá incentivos tributarios por hacerme cargo de la cantidad de residuos que genero como empresa. Si fabrico 100 productos X y los pongo en el mercado, tengo que tratar de recuperar esos 100 productos X y hacer algo con ellos. Eso puede ser generar un movimiento con otro interesado y vendérselo, iniciar una cadena de gestión que lo transforme en un negocio real. Los recolectores de cartones, todos los recicladores pasan a ser fundamentales dentro de esa cadena. Pero siempre y cuando haya un incentivo económico detrás. No es de buena onda".
Esa cadena debería -cómo ocurre en otros países- llegar hasta el último eslabón, el consumidor; incentivándonos económicamente para que lleguemos -por ejemplo- con nuestros teléfonos viejos al contenedor especial y no a cualquier basurero. Sin embargo, insiste Grove, esta necesidad de una empresa de armar un sistema de recolección de su residuo podría evitarse a través del ecodiseño, o diseñar pensando en la descomposición del producto, en proyectarla lo más sencilla y limpia posible. "Hay marcas haciendo televisores completos con un mismo plástico, de manera de poder meterlo entero en la máquina recicladora cuando termine su vida útil; sin intermediarios que lo desarmen, clasifiquen y gestionen la repartición de sus diferentes partes. Hay marcas que están haciendo zapatillas de un solo material".
Este momento de la historia es bastante distinto al que vivió Grove hace 10 años, llegando de Francia con un máster en diseño de materiales, hablando de la necesidad de hacer con los desechos una nueva materia prima, no para las grandes industrias sino para la cultura y educación de todos los chilenos; recibiendo de vuelta miradas como de '¿de qué está hablando este tipo?'. Ahora la visión no es tanto qué hacer con el desecho sino simplemente no generar desecho, y tenemos que escuchar a Grove y a otros como él.
Grove finaliza con un recordatorio y una predicción: "Hace 100 años el fierro era el enemigo número uno de la ecología, porque era un material feo, duro, poco noble, frío, no se reciclaba, contaminaba. La Torre Eiffel se levantó para decir 'nosotros podemos hacer esculturas gigantescas con este nuevo material'. La gente no la soportaba. Los franceses empezaron a hacer todas las salidas del metro y escaños con fierro buscando formas orgánicas y amigables, como flores y hojas. La estrategia era tratar de que esto se viera natural. Poco a poco lo introdujeron hasta que lo pudieron reciclar. Cuando volvieron a fundirlo y trabajarlo se metió en el mercado. Hoy no podemos hacer nada sin fierro. Con el plástico va a suceder lo mismo".
Hace un par de semanas, en Bruselas, la OCDE nos calificaba entre los peores miembros por nuestro manejo de la basura, aparecíamos junto a Turquía como los únicos países que llevaban todo a un vertedero. "Se los dije en ese momento: nuestros vertederos tienen un altísimo nivel de contención, aunque sean regulares. Eso para mí, en mis 40 años como profesor-investigador, recorriendo muchos otros países, es el primer peldaño seguro para pasar a la siguiente etapa, la que llegará con la REP. Lo único que lograron todos los que han querido usar la varita mágica de la tecnología fue enriquecer a las empresas que las desarrollaban. El problema no es la falta de tecnologías para tratar residuos, lo que tenemos que trabajar es la educación y la responsabilidad para minimizar la cantidad, establecer que el que contamina paga. Cuando eso pase recién vamos a tender al residuo cero", dice Marcel Szantó, un ingeniero y doctor, máster en contaminación, que se considera a sí mismo 'un basurólogo'. Desde la cátedra Unesco -iniciativa de esa institución para avanzar en investigación, capacitación y desarrollo, que funcionan por medio de redes universitarias, en este caso con la PUCV- ha dedicado su vida a estos temas y ha hecho aportes como la red de ingeniería sanitaria financiada por el gobierno español y dirige el Grupo Residuos Sólidos (GRS) de la PUCV.
"Nuestros indicadores tan bajos de reciclaje no son reales, porque Chile tiene una economía sumergida muy importante en torno al reciclaje. Lo que pasa es que hay temor de ponerla en la mesa porque pasaría a legalizarse y, en consecuencia, a pagar impuestos. Tenemos que encontrar un incentivo para por lo menos tener un buen indicador. Los viñamarinos ya no saben dónde más almacenar las botellas pet que se recolectan en estas canastillas. Van a tener que crear un plan especial; es decir, hay respuestas. Cuando pensamos que no tenemos la posibilidad de tener una buena gestión, yo creo que sí, que vamos avanzando bien. Hay que estructurar mejor para poder canalizar y verdaderamente dar importancia a la atracción que tiene más rentabilidad. Hay técnicos, recursos, voluntad política, y de a poco empieza a verse educación, o sea que el círculo puede cerrarse. Tenemos que medir mejor para informar mejor, o nos van a seguir diciendo ustedes apenas reciclan un 4%", dice Szantó.
Cuando vuelve de Neuquén, Argentina, donde colabora en la legalización y recuperación de vertederos incontrolados; cuando se reúne con intendentes de distintas ciudades de Chile buscando soluciones similares, pero especialmente cuando sabe que Chile es el país de Sudamérica que más invierte en sellar y reinsertar vertederos, se siente optimista. "No es raro que los vertederos a cielo abierto tengan defectos sanitarios, enfermedades y contaminación de aguas. Pero si yo contengo mi relleno sanitario aunque sea de manera artesanal, ya evité una tremenda contaminación. Es una base como para decir tengo limpia la casa, ahora puedo empezar a implementar las otras etapas".
Ningún optimismo, por grande que sea, alcanza como para obviar los grandes problemas logísticos que aún tenemos en el tratamiento de los residuos, los que se denuncian a diario en distintos medios, que han obligado a algunas empresas a importar material reciclado de países vecinos. Pero Szantó insiste en que en muchos casos puede tratarse de desavenencias de rentabilidad. "Soy optimista en cómo se va desenrollando la madeja. Necesitamos andar rápido en el reglamento de la REP y empezar a buscar incentivos. Ahí está la clave, pero hay que creer en la REP, y en ninguna parte del mundo se hizo en dos días. Se repite que Alemania es el mejor. Para una conferencia reciente hice un recuento desde 1970, usando información de sus propias autoridades. Ellos estaban llenos de vertederos incontrolados, recién en el año 90 aprobaron su REP y hoy pueden decir que tienen un manejo y control adecuado de los residuos, casi tan bueno como el de los suizos".
Para Szantó es la responsabilidad que conlleva esta ley lo que puede cambiar todo, de la mano con la educación, pero la real: "Si compramos tecnología, cuando se acaba la plata volvemos a cero. En cambio si invertimos plata en educación nunca se perderá. La educación es muy lenta, pero tenemos que tener paciencia". "Las marcas tendrán que incorporar en sus costos el reciclaje. Podrán tener su propio sistema de recolección o potenciar los existentes. La buena noticia es que los productores tenderán a elegir los envases que se reciclen más y a menor costo. A su vez habrá que pensar en cómo hacemos para que los hogares reciclen más, para que haya mejores logísticas inversas, cómo hacemos para que se desarrolle la industria que produzca materiales reciclados", dice Santiago Muzzo, presidente de la Asociación de Industriales del Plástico.
Desde su cargo él conoce de cerca empresas que reciclan hasta 700 toneladas de plástico al mes y que reciben su material de Triciclo y otros puntos limpios. Ve mucho la reutilización del polietileno en bidones, tambores y mangueras de regadío. Entiende que hacer nuevas botellas con PET requiere un sistema sofisticado que recién está instalándose en Chile, pero le consta que hay empresas -relacionadas con Asipla- que lo usan muchísimo para hacer las cajas transparentes en que se exportan los arándanos, las frambuesas, también las bandejas de torta del supermercado. "Hay una industria de reciclaje que crece fuerte. No es cierto que todo termine en el vertedero hoy", afirma.
¿Cómo enfrentan los industriales del plástico la REP? Si el plástico fuera un material contaminante por naturaleza no lo usaríamos en botellas, chupetes, equipos médicos. El problema es el destino que recibe tras el uso. La resistencia a la corrosión, al sol, al agua, son propiedades del plástico, su degradación natural toma más de 100 años. Va a permanecer en el lugar que lo dejemos por mucho tiempo. Pero se olvida que es un material innovador, que se prefiere tanto por la facilidad que entrega. Hay una dicotomía. Nosotros queremos resolver eso cerrando el circulo. El plástico es 100% reciclable. Solo necesitas reducirlo, meterlo a una máquina, sin necesidad de químicos. Más que reducir costos, lo principal es que si se recicla más, menos plástico queda en el ambiente y menos imagen de contaminante tiene. En el extremo, si todo el plástico se reciclara, tendría una imagen maravillosa. Lo que nos cuesta es su disposición final, ahí la REP nos ayuda, termina con los esfuerzos marginales y nos obliga a trabajar en conjunto. Apostamos a eso.
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