Hotel: Destino Hornitos
En los lugares de paso se percibe el silencio, se absorbe el ruido del mar y el viento, recuperando lo propio de la tierra, sin dañar el medioambiente y usando un lenguaje moderno que intenta atrapar lo esencial del lugar, describe el arquitecto Gonzalo Mardones su reciente proyecto hotelero en Hornitos, emplazado en una meseta desértica a 32 metros sobre el nivel del mar.


Este hotel ubicado en la Región de Antofagasta tuvo como propósito intervenir lo menos posible el entorno que lo rodea, respetando su principal componente, el vasto desierto de Atacama que se abre hacia el océano Pacífico, con una arquitectura austera que encuentra su elegancia en el despojamiento de materiales.
Solo hormigón armado a la vista pigmentado con los colores propios del paisaje desértico con el fin de mimetizarse y volúmenes tectónicos semienterrados que armonizan con esta atmósfera, fueron parte del proyecto que planteó Gonzalo Mardones (gonzalomardonesv.cl) al trazar este hotel perteneciente a la Caja de Compensación Los Andes.
“La arquitectura se esfuerza por estar íntimamente ligada a esta condición, los edificios devienen como una obra silenciosa dentro de este gran vacío imbricado al lugar, y los espacios comunes están abiertos de manera de permitir el paso del viento y hacerlo sostenible”, describe el arquitecto.
La cubierta se pensó como quinta fachada, generando un lugar de encuentro a través de una extensa terraza de estar construida como deck, donde los pasajeros pueden pasearse y contemplar la inmensidad del desierto entremedio del mar y las montañas.
Para resaltar los elementos arquitectónicos más propios y singulares de esta obra, la iluminación, a cargo de Paulina Sir, juega un rol fundamental subrayando la riqueza de los quiebres y ángulos, dejando entrever la ausencia de líneas rectas prolongadas en el diseño interior.
“En gran parte de la construcción se renuncia a esa luz que baña masivamente los espacios, con el fin de producir pequeños escenarios sucesivos de luz que salen al encuentro del observador, generando diferentes estímulos visuales”, explica la iluminadora.

La arquitectura de este hotel contempló también una importante integración de luz natural, especialmente en espacios interiores como recepción, estares y zonas de circulación, a través de un juego de lucarnas que bañan el interior con iluminación proveniente del exterior.
El interiorismo, realizado por Francesca Porzio y Macarena Valdés, integra varios simbolismos, como una hoja caída en el desierto, que inspiró la elección de mobiliario y tapices en base a tonalidades tostadas, maderas nobles y exquisitas texturas como linos y sedas rústicas.
También objetos propios del norte de Chile fueron parte de la decoración, como aguayos y cactus, además de la presencia de elementos marinos que recuerdan la caleta de Hornitos, representada por la enorme escultura de un bote de pesca flotando en el ambiente -de la artista Constanza Mayo-, antiguos salvavidas, anclas y remos.
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