Iluminados
A todos ellos la luz les ha marcado un camino en sus vidas, haciendo de ésta una profesión que en algún momento ni siquiera sabían que existía como tal. El diseño de iluminación es un mundo al que todos podemos tener acceso, porque la luz es una necesidad.
A Pascal le llegó la iluminación cuando era un adolescente en Francia y le pidió a su papá unos focos incandescentes que tenía, para cambiar el aspecto de su pieza. Pero la certeza de que esto podía ser un trabajo llegó a los diecinueve, cuando oficiaba de barman en un teatro en París y vio cómo programaban las luces para una obra. “Dije: es lo que quiero hacer. Les pregunté si podía trabajar y me dijeron que fuera al domingo siguiente. Partí descargando un camión y después instalando equipos”, cuenta. Así, estuvo un par de años hasta que descubrió una oficina de iluminación arquitectónica, algo que ni siquiera sabía que existía y que combinaba también arquitectura. Se fue a trabajar con ellos.
En los noventas Pascal ya estaba casado con una chilena y quería armar una oficina en Chile y otra en París. Tomó entonces el nombre en sociedad con una empresa que tenía su suegro, oriundo de la zona de Limarí. Luego de aclimatarse, aprender el idioma y conocer esta área, trabajando junto a Douglas Leonard, retomó su proyecto personal que era Limarí Design. En un comienzo se dedicó a proyectos de arquitectura y urbanos. Uno de los más grandes de esa época, fines de los noventas, fue el Parque Bicentenario junto a Teodoro Fernández.
El Museo de Limarí es uno de los proyectos más queridos de este iluminador. Se trata de cien metros cuadrados ubicados en Ovalle, una colección de piezas de la cultura Diaguita que, en sus propias palabras, es impactante y de nivel internacional. Allí Limarí Design instaló un sistema de fibra óptica, que implica altos estándares de conservación en las piezas y de visión para los visitantes. Lo interesante es que el público del museo es, principalmente, los niños de los colegios de esa ciudad, lo que habla de que la iluminación de alta calidad puede estar al alcance de todos. Sobre este punto y con el ejemplo de este proyecto, expondrá en octubre en la Profesional Lighting Designer Convention en Berlín.
Al respecto, Pascal señala que “hay que tener ojo, porque es un trabajo que puede ser considerado para gente muy fashion o de mucho glamour, que está en un hotel cinco estrellas donde al final no entra nadie, y hoy, cada vez más, el diseño de iluminación tiene que estar en la vida de todos. En Europa se trabaja sobre el espacio público y la iluminación hace treinta años y está hecho para el ciudadano. Por ejemplo, se intervienen barrios considerados peligrosos con diseños de iluminación para que la gente se sienta más segura y eso es algo que permite reparar un tejido social”.
Le entusiasma todo tipo de proyectos, como la iluminación del Museo de la Moda, que tiene la firma de su oficina y es un trabajo que fue hecho con los estándares de los grandes museos del mundo. En este minuto trabajan en el Museo de la Memoria, el Museo Regional de la Araucanía y el Museo Mapuche de Cañete.
Agrega que “El Estado y la Dibam están trabajando hace muchos años la idea de renovar y modernizar los museos y nosotros somos una de las empresas dedicadas a ese trabajo. También estamos ejecutando un proyecto con la Municipalidad de Santiago, de cambio de las luminarias de una zona del Parque Forestal que tienen una óptica moderna, hermética y que reducen casi a la mitad el gasto energético y producen más y mejor luz”, comenta, además de iluminar hitos como la Fuente Alemana. También trabajan en la remodelación del parque de la Quinta Normal y el Parque de la Primera Infancia ubicado en el cerro San Cristóbal junto a la oficina de arquitectura Elemental. Pascal está comprometido con su profesión y como presidente de DIA (Diseñadores de Iluminación Asociados) y pensando en que aquí en Chile está todo por hacer, considera que es fundamental profesionalizarla y legitimarla, para también elevar el nivel ético: “para ser reconocidos como interlocutores válidos, tenemos que ser creíbles y para eso hay que ser profesionales y éticos. La labor de DIA tiene que ver con ello y sobre todo, con dejarle una buena base a los jóvenes que están empezando y así ir mejorando la calidad de lo que hacemos de manera constante”.
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Felipe estudió arquitectura, pero siempre pensó que era fundamental especializarse en algo al igual que los doctores. “Cuando trabajé como arquitecto me di cuenta de que siempre los proyectos de iluminación se dejaban para el final, lo que me parece un error”, cuenta. Así y con la curiosidad a cuestas, partió a estudiar a Milán en el 2007 para hacer un máster en el Politécnico de esa ciudad. Felipe sintió que estaba, como se dice, donde las papas queman, “es una ciudad muy estética, visual y artística. Fue un privilegio conocer a gente experta y reonocida en el tema, creo que eso fue lo más enriquecedor”.
Al terminar el postgrado trabajó en la oficina italiana Metis Lighting, haciendo proyectos de iluminación para una tienda de telas, colaboró también en el desarrollo de un concept de iluminación para Ermenegildo Zegna, algo así como un manual de iluminación aplicable para todas las tiendas.
A la vuelta del viaje la certeza fue clara, ésta era su especialidad y en Chile había un largo camino por recorrer. “Falta crear conciencia de que el tema de la iluminación es algo que debe tomarse en cuenta desde un comienzo.
Si se trabaja a la par el proyecto arquitectónico con el de iluminación, se puede llegar a grandes resultados y a un costo mucho menor de lo que significa hacerlo después. También es muy importante considerar que la iluminación genera ambientes. Así, un restaurante con buena iluminación y música te arma la mitad de local. Creo que lo fundamental es armar una armonía entre la arquitectura, el diseño y la iluminación”, señala.
Y una forma de que todos nos demos cuenta es, según Felipe, atreverse en la propia casa, a descubrir cómo iluminar de distintas maneras un mismo lugar. “No es necesario prender todas las luces, hay que atreverse a iluminar, por ejemplo, un muro blanco que por luz indirecta va a reflejar y generar otro ambiente. Pensar en distintas direcciones y temperaturas de luz”, comenta. Actualmente, Felipe tiene su propia oficina de iluminación y está desarrollando proyectos para oficinas, casas y parques, entre otros.
vicuna.felipe@gmail.com
Rafael dice que tiene un vínculo con la luz por esencia: “me gustan horas del día con más y menos luz. Tengo una sensibilidad como sicológica, me produce sensaciones y es un tema que nunca me ha sido indiferente”, cuenta.
Trabajando en arquitectura de interiores, dicho interés se hizo mucho más profundo y la ampolleta, definitivamente, se le prendió cuando conoció a un iluminador alemán que “me habló de proyectos de iluminación, de una forma muy profesional y específica, como algo muy estandarizado. Eso me motivó a investigar sobre el tema y descubrí realmente lo que era: una especialidad muy posible de explotar. No conocía a ningún iluminador en Chile, pero descubrí que sí había gente, poca, dedicada a esto y me fui a Milán a estudiar”.
Era el año 2003 y Rafael se instaló en Italia para aprender todo lo necesario, en sus palabras: “la experiencia me formateó cerebralmente, me abrió el mundo. Descubrí que todo eso que antes veía como inabordable, era completamente realizable. No pensar en la iluminación era no pensar en la arquitectura”.
Ya de vuelta en Chile estaba tan entusiasmado que dejó de lado los proyectos de arquitectura de interiores, recuerda que “decía: yo sólo hago proyectos de iluminación y la gente me miraba con cara rara. Pero esa misma gente es la que hoy me dice que es impensable que en su casa no haya un proyecto de iluminación. Es muy curioso, porque la necesidad se genera después del proyecto”.
Rafael ha iluminado oficinas, tiendas, hoteles, restaurantes y también teatro, pero una de las cosas que más le gusta es el diseño de iluminación para casas particulares. “En términos comerciales y de oficinas, la gente tiene mucho más clara la importancia de la iluminación. Las personas me dicen “pero mi casa es una casa no más” y cuando se dan cuenta de que el proyecto no es una locura, no es tan caro y ven lo importante que es para construir el hogar, porque le da el espíritu al lugar aunque esté vacío, todo tiene sentido. Los clientes quedan muy sorprendidos con la calidad de vida que pueden lograr con un buen proyecto de iluminación y te dicen “esta casa de día me encanta, pero de noche es fascinante”. Y claro, porque el proyecto de iluminación no se trata de iluminar todo, se aboca a destacar cosas por sobre otras, a generar ambientes, situaciones, percepciones, sensaciones. Un buen proyecto de iluminación es el que es capaz de reconocer a la persona que lo habita”.
Para esto son muy importantes los dueños de casa, el cómo habitan sus hogares, no es una copia de un proyecto a otro “cada persona es un mundo, entonces cada casa es un mundo. Me gusta el concepto de hacer la iluminación como el traje a la medida y la mejor retribución que puedo recibir es cuando me dicen que ahora disfrutan su casa y que los representa completamente”.
Para él “la iluminación es el proyecto conector de la arquitectura y la decoración. Porque todas tienen que tener iluminación, buena o mala pero tiene que haber luz. Es un tema que está mucho más a la mano de lo que uno cree y hay un problema comunicacional, en el sentido que se plantea como una cosa muy espectacular, lujosa y cara, pero que finalmente no tiene por qué ser así”.
proyectosiluminacion@gmail.com
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