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La evolución del paisajismo: El verde más profundo

De acuerdo, nos faltan áreas verdes. Pero también necesitamos que estas sean sostenibles, que alberguen las formas de vida que han habitado nuestro territorio desde siempre y a la vez que nos ofrezcan recreación. Estas son algunas de las propuestas del mundo inmobiliario frente a esta situación.

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Como si hiciera falta, recordemos que las áreas verdes tienen innumerables beneficios para la salud física y mental, y que, como nos han mostrado varios estudios, Santiago en general está bajo los promedios recomendados en cuanto a estándares de metros cuadrados requeridos por persona.

De manera privada, varios actores de la industria inmobiliaria están considerando ese hecho, tratando de compensar ese déficit para sus clientes e incluso yendo más allá.

Fernández Wood Vizcaya ha materializado esas preocupaciones en proyectos como Chamisero, en Chicureo, donde un 10% del total del desarrollo corresponde a áreas verdes, aportando un promedio de 16 m² por habitante y superando con creces la cantidad exigida por la normativa en su calidad de Zona Urbana con Desarrollo Condicionado (ZUDC), del orden de un 7% del total del proyecto. Una de las principales características de Chamisero son sus 4 km de parque central y un cuidado paisajismo que apunta a rescatar las especies nativas del lugar, junto a equipamiento como ciclovías, juegos infantiles y badenes para reducir la velocidad de los vehículos. Adicionalmente, Chamisero cuenta con más de 500 hectáreas de cerros destinados a preservación ecológica y entre sus medidas de mitigación ambiental se incluyeron más de 150 hectáreas de forestación con especies nativas.

Otros proyectos de Fernández Wood Vizcaya con este énfasis son Valle Norte, donde el paisajismo estuvo a cargo de la empresa norteamericana DesignWorkshop, y Santa Elena.

Santa Elena, uno de los desarrollos más jóvenes de Chicureo, cuenta con una laguna rodeada de imponentes farellones, una zona que ha demostrado tener excelentes condiciones para la práctica de trekking y mountainbike. Además de barrios residenciales, contempla una cuidada planificación urbana y paisajística, con senderos y arboledas, siempre respetando la flora y fauna autóctonas. En Santa Elena se consideran, en total, plazas vecinales de 8.000 m² construidas. Esto es aparte del área verde de cada condominio.

La escasez hace que las áreas verdes se transformen en un atributo muy relevante para el consumidor. Además, mejora la plusvalía de la vivienda, como sucede con las propiedades que están en torno al Parque Forestal, el Parque Bustamante o el Parque Bicentenario, pero donde los terrenos para construir son muy escasos. Así, la alternativa de trasladarse a otros sectores alrededor de la capital donde existen proyectos en que la naturaleza es el eje central, se convierte en una excelente opción para las familias.

Por su parte, Inmobiliaria Manquehue reconoce también esta realidad y adopta una tendencia que se está instalando en torno a las viviendas residenciales de alto valor a nivel internacional: paisajismo ecosistémico. Sus principales avances en esa línea se pueden apreciar en Piedra Roja, sector que se ha consolidado como la extensión natural de la zona oriente de Santiago.

Se trata de los proyectos Departamentos de Hacienda y el Barrio Privado Aguas Claras, en los cuales la compañía ha querido privilegiar diseños innovadores con espacios naturales de mayor sostenibilidad. “Además de un gran ahorro de agua, el objetivo es desarrollar un paisajismo que, considerando el uso de plantas propias del lugar, permita la conservación de importantes ecosistemas en gran peligro de desaparecer”, señala Alejandra Zulueta, gerente de Marketing de Inmobiliaria Manquehue. En estos dos nuevos desarrollos han trabajado con los paisajistas Cristóbal Elgueta y su socia Macarena Calvo, que impulsan un nuevo enfoque, donde los jardines no solamente deben tener belleza, sino que ser un verdadero aporte a la conservación y la sostenibilidad.

“El paisajismo ecosistémico conlleva un cambio del paradigma del jardín, ya que considera la protección de los suelos, la continuidad de alimento para la fauna benéfica, es una respuesta eficiente al desafío del ahorro de agua en tiempos de sequía y permite al mismo tiempo hacer conservación in situ de plantas que están amenazadas. Las asociaciones vegetales se diseñan en base a material vegetal nativo y exótico, muchas de ellas consideradas claves, esto es que prestan un servicio ambiental muy importante al ecosistema en el cual se encuentran. Por ello, en este tipo de jardines hay un gran respeto por los recursos naturales disponibles, sabiendo que hay animales que viven gracias a que existen estos espacios”, describe Cristóbal Elgueta.

En el proyecto Aguas Claras, por ejemplo, Inmobiliaria Manquehue concibió un parque de casi 11.000 m² de superficie, para albergar distintas zonas: sectores con juegos de niños, lugares de sombra, áreas para practicar deportes y una gran ciclovía. La propia naturaleza se adapta y desarrolla de manera autosuficiente, ya que el parque contempla especies que sirven de alimento para distintas aves e insectos. Según señalan, el parque natural cumple con  dos visiones: una es dar sombra, requerir poca agua, pero además recrear las condiciones favorables para mantener el ecosistema natural, combinando lo que el ser humano y el ecosistema necesitan. El parque aparece así no solo como el espacio para estar, sino que al mismo tiempo permite observar, entender y preservar las dinámicas naturales propias del valle de Chicureo.

“Se trabajó para ello con especies vegetales inusuales, muchas de ellas con floraciones muy interesantes asociadas en grandes paños, ya que la fauna requiere la mayor continuidad posible, así como la mayor cantidad de fuentes posibles de alimento. Muchos de esos insectos que visitarán los jardines son esenciales en las cadenas de producción de nuestros propios alimentos, o nos prestan un servicio como controladores de plagas”, explica el profesional.

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Por otro lado, el entorno de Departamentos de Hacienda es un ecosistema mediterráneo de los cuales quedan muy pocos en el mundo y tienen actualmente una gran prioridad en lo que a conservación se refiere. Entre otras cosas se caracteriza por un gran endemismo, diversidad y están presentes en aquellas zonas más habitadas de nuestro país y, por tanto, tienen una gran presión por parte del hombre, lo que ha reducido drásticamente su superficie.

Este está emplazado en un entorno único de más de 5 hectáreas, a los pies de los cerros Colorado y Loma Larga, en el sector de mayor valor de Piedra Roja, que aún tiene especies nativas, como perdices, águilas, loicas, diucas, jilgueros. Acá se trabajó un sistema que permite la mantención de estas aves, con zonas de plantas adaptadas a veranos largos y calurosos, plantas que sobreviven con poca agua, y con gran resistencia a la sequía. Su diseño contemporáneo incluye un gran parque interior con senderos caminables, iluminación baja y un diseño que se integra perfectamente con el entorno y el club de golf.

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