La ola decide
El balneario de Puertecillo, en la VI Región, amanece y se acuesta al ritmo del mar. Aquí la paz abunda, es mundo de pájaros y de surf, de bosque y océano. Su naturaleza y su razón de ser se desmenuzan aquí.


En la comuna de Navidad y a 25 minutos del pueblo más cercano se esconde este balneario mitad bosque mitad mar. Es el tesoro del surf, porque según nos contaron, aquí las olas son la envidia de cualquier costa del mundo. En Puertecillo no hay señal para hablar por celular, así que para conversar con un vecino no queda otra que ir a tocarle la puerta. Abundan los gallos, las vacas y los pajaritos haciendo líneas en el cielo. Los burros eran los antiguos encargados de transportar el cochayuyo -Puertecillo vive principalmente de la extracción de este huiro-, por ese enorme camino que es El Cuchillo, que conecta el área superior del lugar con la playa. “Hace 12 años no había luz eléctrica en Puertecillo, los burros eran los que pasaban por El Cuchillo, y hoy se cambiaron por los autos 4x4. ¿Por qué se llama Cuchillo? Porque su forma es como un cuchillazo, filudo entre curva y curva, con un enorme acantilado forrado por pinos silvestres. Para los lugareños ya nos es fácil el camino, pero no es simple para nadie la primera vez”, nos cuenta Beto Díaz, surfista, enamorado de Puertecillo hace más de diez años y cocinero del único restaurante del balneario, el Para de Gozar. “Su principal atracción es la ola, es una ola de punta, larga y que se mete bien hacia el mar. Generalmente desde septiembre hasta mayo se instala un banco de arena que hace que la ola corra por arriba y es su mejor época. Es una de nivel mundial, aquí se surfea todo el día, de luz a luz”, termina.

Gente de Santiago que vive allá y acá, gente de la capital que trajo todo y se instaló hace ya bastante tiempo; gente que ha vivido desde siempre. Puertecillo acoge vida natural, deporte, casas de descanso y un murmullo silencioso que llega con la espuma del mar y que luego se recoge para llevar su mensaje a otra costa, quién sabe a cuál.
Bosque y playa, playa y surf. El pino y el eucalipto se ha comido todo, pero existen algunas plantas nativas como el peumo, quillay, boldo, palqui o el maqui, que siguen existiendo. El clima es agradable, el aire limpio. Cuando atardece, y mientras los niños juegan libres por la arena, los adultos se reúnen alrededor del fuego.

el restaurante Para de Gozar existe hace 15 años, de alguna forma ha ido creciendo con el balneario. Está abierto desde septiembre hasta mayo. Según su cocinero, Beto Díaz, el agua y los productos con que se abastecen son privilegios inigualables.

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