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Nueva vida

60 años después de que esta casa fuera construida en el sector de Pedro de Valdivia Norte, los arquitectos Clarisa Elton y Álvaro Ramírez la rejuvenecieron, dándole un aire natural y moderno a sus recintos.

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Es la hora de almuerzo de un día miércoles. Clarisa está jugando en el living con su hijo Samuel de apenas un año y medio. De repente, se escucha el sonido de una moto. Es Álvaro; acaba de llegar en su Vespa roja.

Esta imagen es recurrente en la casa de los Ramírez Elton. La joven pareja de arquitectos concuerda que fue un acierto haberla escogido: vivir en Pedro Valdivia Norte les ayuda a tener una mejor calidad de vida. “Podemos venir a almorzar todos los días, jugar con nuestros hijo y hasta relajarnos un rato, y volver a la oficina rápidamente gracias a su ubicación y los accesos a las autopistas”, dicen.

Nos relatan cómo la encontraron mientras preparan la mesa para almorzar. “Básicamente, fue por casualidad”, cuenta Clarisa. Como antes vivían en un antiguo departamento en el mismo sector, ya tenían la costumbre de ir a todas partes caminando. Y fue de esta manera como la encontraron. En una de sus típicas caminatas de fin de semana vieron que estaban sacando escombros de una de las casas.

“Como este sector es muy cotizado, las propiedades que se venden rara vez llegan a publicarse. No dudamos en tocar el timbre. Pero no estaba a la venta. Sin embargo, nos dieron el dato que la casa de al lado sí. Aquí funciona lo del boca a boca”, puntualiza Álvaro. Cuando lograron hablar con la dueña -la única desde que se construyera en los años 50- y verla por primera vez, se dieron cuenta de que era perfecta, con las dimensiones justas para ellos. En esa época estaba por nacer su primer hijo. Era una vivienda de 110 metros cuadrados, dos pisos y pareada. Eso sí, estaba en muy malas condiciones. Había que remodelar.

La pareja quería hacerla más acogedora. Su distribución original -específicamente en las áreas sociales- hacía la casa muy oscura y fría, a pesar de contar con una buena orientación. Se accedía inmediatamente al living comedor y al fondo se situaba la cocina y el área de servicio. No tenía terraza y el jardín estaba abandonado.

El trabajo de remodelación consistió en redistribuir por completo el primer piso. Se voltearon los espacios, ubicando la cocina al lado de la puerta de entrada y al fondo el comedor y living para que se extendiera a la nueva terraza. Además se agrandaron las entradas de luz, obteniendo así espacios bien iluminados durante todo el día.

En esta transformación, los dueños de casa tenían algo muy claro. Querían que los espacios estuvieran conectados y bien iluminados. “En nuestro antiguo departamento no disfrutábamos de todos los recintos. Pasábamos en el dormitorio porque el living era poco acogedor. Su orientación poniente lo hacía muy helado en la mañana y en la tarde demasiado caluroso. Además, la cocina estaba aparte, lo que para nosotros era muy incómodo, porque no nos permitía interactuar cuando cocinábamos. Lo que queríamos era poder disfrutarla entera y así es ahora”, concluyen Clarisa y Álvaro mientras terminamos de tomar un café en la terraza.

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