Permacultura
De comunidades ecológicas a la ciudad. La permacultura es una metodología o la solución a las grandes problemáticas actuales. Alimentación, contaminación, escasez de recursos y tantos otros. Descubramos la experiencia de dos chilenos en ella.


1. Café Rammegaard en Noruega.
Rodeado con metodología de diseño participativo y bajo la dirección de la arquitecta Frederica Miller (miembro de Gaia), y de su dueño, Petter Olsen. Construido con fardos de paja, piso de arcilla natural, murallas revestidas con arcilla interior y revoco de cal por el exterior, techos de tierra y techo plantado con cactus en la torre, ventilación natural, muros de adobe acumuladores de calor, reflexión del sol de la laguna en el interior del invernadero, laguna que filtra y limpia las aguas grises del lugar donde viven patos y gansos, sistema de calefacción radiante en los pisos por agua caliente, etc.

2. Piscina natural, Santiago.
Diseño de Paulina Castro y Ronald Sistek: se oxigena el agua con plantas (sin usar cloro), tiene recirculación, se generan microsistemas en los bordes, y recupera así especies vegetales y animales.
27 de febrero de 2010, lugar Villa El Manzano, a 92 km de Concepción, en la Región del Biobío.
Mientras una buena parte de los chilenos nos encontrábamos en una situación de desamparo luego del terremoto y tsunami, Ronald Sistek, de profesión constructor, contaba con todo lo necesario para autoabastecerse. Estaba acampando con su familia en una comunidad autosustentable y ecológica, un lugar diseñado con los principios de permacultura.
Pero vamos por parte. La permacultura es un sistema de diseño para asentamientos humanos sostenibles. Está basado en la imitación de patrones y de relaciones de la naturaleza de manera de lograr sistemas autónomos, sostenibles y económicamente viables.
Ronald cuenta que tenían agua porque había un pozo, alimento porque había una huerta orgánica y diversas plantaciones, e incluso el resto de la comunidad que vive ahí no tuvo ninguna clase de problemas con sus casas porque estaban construidas en madera y/o barro. El resto, sin mencionar a las familias más afectadas, podemos recordar una total vulnerabilidad. En el mejor escenario, si nuestra casa estaba en buenas condiciones, no contábamos con lo fundamental. Muchos nos acostumbramos a usar las tarjetas para pagar y casi nunca tenemos efectivo. No podíamos comprar, los sistemas no funcionaban.
Tampoco contábamos con agua. Había que comprarla. Si se trataba de alimentarnos, ya no tenemos la costumbre de tener una despensa provista. Muchos hacen las compras a diario. Era necesario el efectivo. Es esta fotografía lo que le generó un click, un cambio -como él mismo señala- de paradigma. Fue así como en estos tres años ha ido adaptando su estilo de vida. Vive en una parcela al norte de Santiago y aplicó junto a su mujer, quien lo introdujo en el tema, un diseño de permacultura.
Básicamente -cuenta- se parte de la casa -zona cero- hacia el exterior o como especifica la zona 5, a los bosques, y se van construyendo zonas intermedias en función de la energía que hay que gastar en relación con esas zonas. Por ejemplo, si se hace compostaje o se produce humus con el resto orgánico de lo que se come, se coloca la compostera o lombricultura cerca de la cocina. Si se tienen gallinas que dan huevos a diario se instala a una distancia mínima de la casa. Si se plantan frutales, que no significan una relación diaria para su mantención, se diseña su ubicación en la zona 3, pero la huerta donde se recoge comida todos los días se instala aun más cerca.
“Se puede hacer sustentable cualquier cosa, pero para que funcione lo fundamental es incorporar la comunidad al desarrollo e implementación.
Ecoalfabetizar. Así se puede trabajar alineados, de forma inclusiva y con visiones de largo plazo”, enfatiza.
La experiencia de Julio Pérez (gaiaoslo.no) es diferente. Este arquitecto chileno que vive en Noruega hace 11 años y que forma parte de la red de arquitectos Gaia, un colectivo de profesionales europeos que se dedican solo a proyectos de bioarquitectura, donde es el único latinoamericano, y donde el acceso a este selecto grupo es solo por invitación, comenzó trabajando en 1978 con agricultura urbana en poblaciones marginales y con comunidades mapuches, investigando sistemas constructivos de bajo costo para desarrollar la autoconstrucción de viviendas, y formando parte de las primeras experiencias en permacultura de nuestro país. No hay que olvidar que esta disciplina fue creada a mitad de los 70 por los australianos Bill Mollison y David Holmgren, que se transformó en un movimiento mundial y que en Chile tuvo sus primeros seguidores casi de inmediato.
Para Julio esta experiencia fue clave. Observó cómo usan los materiales locales y reciclados, como ramas de coligües, quincha, cartones y barro. Se desarrolla básicamente con las tecnologías locales, lo que muchos conocen como arquitectura vernácula. Pero esta, como sabemos, ha ido desapareciendo y, peor aun, perdiéndose este conocimiento ancestral, y que Pérez pudo aprender en parte. Para él es clave escuchar esta sabiduría. “Es en las culturas indígenas donde se pueden encontrar las respuestas a las problemáticas que hoy tenemos”, dice. Si hablamos de terremotos es curioso pensar que existen villorrios cerca de San Pedro de Atacama con edificaciones de 1.200 años que siguen en pie. ¿La razón? Todas eran casas circulares de barro. “Las casas, como las patronales, con una planta cuadrada, no son antisísmicas. Las redondas, sí”, explica. Lo mismo sucede en las catacumbas del Convento de San Francisco de Asís en Lima. Aunque mantiene la misma estructura de las casas patronales chilenas, cuentan como base con varios muros en círculos, lo cual, dicen los investigadores, es la causa por la que sigue en pie. “El problema no es el uso del barro en la construcción, sino un problema de diseño”, enfatiza.

Centro de permacultura y restaurante en isla Koster , Suecia. Curso de revocos de arcilla sobre una pared de fardos de paja, en el 2009.
CIUDAD Y CONSTRUCCION
Pérez identifica tres problemas: cómo hacer alimento en la misma urbe, su transporte y los problemas ambientales. "Necesitamos un nuevo tipo de urbanismo, el nuevo urbanismo verde, donde la incorporación de la producción de alimentos dentro de la misma ciudad sea un tema fundamental. Este es un cambio radical en la cosmovisión de los arquitectos, que no estamos preparados", sostiene. La solución está en la metodología de diseño que nos aporta la permacultura. Basta con producir alimentos en los parques, plantar árboles frutales en las calles y huertos orgánicos. En esa misma tarea está Sistek, quien sostiene que crear huertas urbanas y trabajar con los gobiernos locales es fundamental, al igual que apoyar iniciativas locales de mejora en la calidad y origen de lo que comemos, construir con materiales locales, utilizar energías apropiadas o disminuir el consumo.
En la metodología de diseño de la permacultura siempre se parte observando y pensando la mejor manera en que pueden funcionar los sistemas. Las soluciones que buscan, siempre pensadas con un enfoque sistémico, y que en el caso de Ronald Sistek (ao2.cl) también recomienda en diferentes proyectos inmobiliarios, "son soluciones no caras y que pueden afectar la vida de las personas de manera favorable. Se pueden disminuir, por ejemplo, los gastos comunes de un proyecto en un 25% aumentando el costo de la construcción en un 5% al incorporar tecnologías apropiadas, al transformar los jardines ornamentales a alimenticios, o trabajando los bordes de los proyectos con una nueva mirada".
En general, las construcciones no son diseñadas con los principios de diseño de la permacultura. Es más que frecuente encontrar edificaciones que no toman en consideración la huella ecológica, que no trabajan con materiales locales (especialmente los de menor escala o volumen), que no se contempla la dirección del sol o que tienen paisajismos ornamentales que gastan mucha agua en vez de alimenticios, con un gasto controlado de esta.
Es más, cuando se habla de construir, Julio Pérez es enfático al preferir los materiales locales. Especifica que "la madera fija el CO2 (se mete al interior del tronco) y por cada kilo de madera que usas en una construcción acumula 1,6 kilos de CO2. La piedra, el barro y la arcilla no producen CO2. Una edificación con estas características es básicamente un acumulador de CO2; un banco. En la arquitectura moderna, hoy -en casi todo el mundo- se construye con 5 materiales principales: cemento, acero, cerámicas, vidrios y aluminio, y todos en su proceso de producción son grandes emisores de CO2. Chile no es la excepción". Hay que reflexionar al respecto.
Sin embargo, también se puede partir por algo a menor escala, más bien en una escala familiar. Se puede partir con algo tan básico como el manejo de las basuras o residuos. Ronald, por ejemplo, destina la parte orgánica de los desechos a la compostera y la lombricultura para la obtención de humus, o bien para alimentar las gallinas. Reciclan en un 100% la basura orgánica. De lo no orgánico, se separa por material (tipo de plástico, cartón, vidrio, etc.). De esta manera se puede disminuir fácilmente un 70% de lo que se suele botar. O también se puede apostar a un huerto. El de su familia, de 300 m², abastece entre un 25% y 30% de su alimentación. El resto se basa en una decisión de compra y ética familiar, la de preferir comercios locales y productos de temporada y orgánicos.
“La permacultura puede bajar los gastos comunes de un edificio, transformar el paisajismo ornamental en un paisajismo alimenticio, ahorrar energía al captar los rayos del sol con paneles solares fotovoltaicos, disminuir la huella ecológica al momento de construir, disminuir los residuos, etc.”, aclara Ronald Sistek.
+ info
W gaiaarkitekter.no
W elmanzano.cl
W permaculturachile.org
W permacultura-es.org
W joannamacy.net
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