Acá las casas son amigables con el medio ambiente, en su mayoría están fabricadas con adobe y arcilla. Materiales chilenos, arrebatados del alma de los cerros y reciclados por quienes viven en ellos. La arquitectura vernácula es lo que se da en este lugar. El barro, por sus características térmicas, se ha transformado en elmaterial de construcción típico de la comunidad ecológica.

Fotógrafos, actores, poetas, niños, estudiantes, artistas —en el más amplio sentido de la palabra— y empresarios viven dentro de la comunidad bajo una armonía que los aleja del ajetreo típico de una gran ciudad. Resulta casi una obviedad que en este entorno gastronomía, cultura y artesanía se encuentren desde la entrada —que graciosamente han llamado Borde Barro (como Borde Río)—. Están el Museo y Galería de Arte Modesto, dentro de un vagón de tren remodelado, con panoramas culturales junto al Gimnasio Antupirén y el Teatro Camino, de Héctor Noguera. Es decir, todo tiene un modo, el modo de la comunidad.

Alejandro Garros, uno de los fundadores, nos cuenta que dentro de ella viven 350 familias. Y es él la persona que ha ingeniado las pilas de agua que hay afuera de algunas casas, las que cumplen la función de ornamentar el lugar, además de filtrar el agua y reutilizarla para el riego por goteo gracias a las plantas de pantano que hay dentro de ellas. Mucho más que un esfuerzo diario de los vecinos por lo comunitario y la ecología.