Una pausa en Toscana

Fotos: Jonathan Bond.

Ya tenemos ganas de primavera, de disfrutar los jardines y usar las terrazas, ¿qué mejor que un pequeño paseo por una villa italiana para inspirarnos?El proyecto del estudio neoyorquino Champalimaud nos trae la brisa fresca, el olor de los olivos y tomates para gozar en familia y al aire libre.




Si uno ha pasado algún tiempo en Italia más allá de las vacaciones, seguramente sabe que encontrar una casa por su numeración puede volverse una pesadilla para un extranjero, porque los timbres –por ejemplo en los departamentos– no llevan siempre los números consecutivos, sino el apellido del morador. Entonces para llegar a destino hay que recurrir al Waze del siglo XX: preguntarle a un humano.

Acá, en la localidad de Casole d’Elsa, pasa eso. Como cuenta Anne Beeber, la diseñadora principal a cargo de la renovación, uno de los mayores desafíos fue ¡encontrar la casa! “No tenía una dirección real. ¡Fue realmente difícil hacer llegar las entregas a un lugar que técnicamente no existía en un mapa!”.

Son esos detalles los que hacen de Italia una geografía tan particular y amada. Como los suaves lomajes verdes de la Toscana, con sus fardos de paja apostados entre el paisaje y los cipreses que flanquean los caminos curvilíneos. La clásica imagen de postal, que aquí en Casole d’Elsa, un pueblito en Siena, acoge a esta casa campestre que se remonta hasta los tiempos antes de nuestra era. Durante su reconstrucción, otro detalle encantador, encontraron una columna etrusca que luego situaron en el escenográfico exterior de la casa.

Gozosamente a la italiana

Justamente la edad patrimonial del caserón fue un factor preponderante que definió el diseño: “Debido a las leyes estuvimos limitados respecto a qué podíamos hacer. No pudimos cambiar, por ejemplo, la planta de la casa, pero sí fuimos capaces de hacer otras actualizaciones muy bonitas, como acabados decorativos que agregamos en distintos sectores, el baño principal y también carpintería en una de las salas de televisión y en la sala de la chimenea”.

Antes que el estudio tomara el proyecto, esta villa, cuya fecha de construcción tampoco se conoce con exactitud –así como su ubicación–, era una masía muy deteriorada. Anne dice que el cliente, una pareja ya retirada con una familia numerosa, quería una casa de campo relajada, donde pudieran cocinar, tener un huerto, disfrutar del tiempo libre aclanados, en un ambiente grato y confortable para todos. Una casa muy italiana en el fondo. Y ella desde el inicio pensó que el entorno sería la clave para eso. “Los jardines estaban por todas partes en floración, con lavandas y madreselvas fragantes, olivos repletos y tomates desbordantes. El paisaje era tan exuberante y ligero que se sentía increíblemente romántico. Esto inspiró el diseño interior, queríamos que se sintiera tan conmovedor y cálido como los jardines”.

La pausa

Dentro, los ambientes son serenos, amplios, espaciosos para acoger el silencio y replegarse. Una mezcla de antigüedades y piezas contemporáneas. Las ventanas pequeñitas, los cielos blancos, las paredes añosas de piedra y ladrillo terracota que abrazan con la honestidad de lo rústico. La calidez invita a la quietud, a la lectura junto a la chimenea, a preparar sin prisas una buena pasta en la cocina para toda la familia.

Afuera la vida se despliega con una terraza y jardín de película. Es fácil imaginarse a la familia en pleno, almorzando un domingo, con un buen chianti en la mesa y todos hablando animadamente al mismo tiempo. Son las postales que tenemos en la memoria colectiva, que en Casole d’Elsa nos dejan soñar otro poquito con los perfumes de la Toscana. Como dice Anne, “es perfecto y te brinda este hermoso momento de pausa dentro de lo que ya es el respiro más onírico de Italia. Realmente amo el jardín”.

www.champalimaud.design

Ideas que inspiran. Una villa renovada con respeto y en armonía con el encanto de su entorno.

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