Viviendas definitivas
Un salto desde la construcción de mediaguas hacia la proyección de Viviendas Definitivas es la apuesta de Un Techo Para Chile. Hoy, junto a su campaña de invierno, los primeros condominios están siendo entregados con más metros cuadrados; viviendas que, como aseguran, generan oportunidades.

Son las cuatro de la tarde en el recién inaugurado Condominio Amancay. Pocas familias están ya instaladas en sus nuevas casas. Un par de niñas se columpian en la plaza central; otro, solitario, patea la pelota al arco de la estrenada multicancha. Al fondo, un grupo levanta una reja en el antejardín. Escenas todas de una realidad que de a poco ha transformado la vida de muchas familias que por años habitaron un campamento. Y es que el sueño de la casa propia es más que un cliché. Por el contrario, para la mayoría es la concreción de futuro y eso se refleja precisamente en la dedicación de arreglar la propia casa, en la tranquilidad con la que los niños juegan y en el sentido de pertenencia que se crea a partir de lo que se siente de uno.
Amankay es uno de los últimos condominios entregados por el área de Viviendas Definitivas de Un Techo para Chile. Un proyecto que viene a completar la propuesta de esta institución y que, en conjunto con la constructora Avellaneda y el apoyo de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios, desarrolló 45 casas de 57 m2 iniciales, ampliable a 69 m2 dentro de la política habitacional del Ministerio de Vivienda.
“Me parece que el salto a la vivienda definitiva es el paso natural para una fundación que trabaja en los campamentos, luego de 12 años de vida, donde la razón de ser de la misma es una carencia de vivienda. El mayor desafío es revertir algunos de los vicios clásicos de las viviendas sociales, las cuales por privilegiar la masividad y economía de las soluciones, habían dejado de lado la calidad y la participación de las familias”, nos cuenta Daniel García, Director Vivienda Definitiva de Un Techo para Chile.
Así, la implementación de las nuevas viviendas ha hecho hincapié en puntos que antiguamente no eran tan prioritarios, como la localización -fijándose en las cercanías con sus entornos para la mantención de redes sociales-, los estándares técnicos, el equipamiento y espacio público y la habilitación social. Cuestiones que se traducen en procesos que involucran a las familias en el cómo y dónde quieren vivir. “El trabajo con las familias tiene muchas etapas, que van desde el apoyo de la constitución del comité hasta el desarrollo del proyecto de vivienda. En un principio son etapas más intensivas en voluntariado, donde se construyen mediaguas, se atienden los temas más urgentes del campamento y se incentiva el trabajo comunitario. Luego viene un período de trabajo con profesionales técnicos y sociales, para después iniciar la búsqueda de terreno en que las familias deben trabajar los conceptos de plusvalía y densidad versus precio para poder elegir entre las alternativas disponibles. La etapa de postulación al Serviu y el cierre de contrato de construcción es lo siguiente, previo a la edificación propiamente tal”, puntualiza García.
Para desarrollar el giro desde la implementación de mediaguas hacia viviendas definitivas, Un Techo para Chile tuvo que operar como EGIS (Entidad de Gestión Inmobiliaria Social) y PSAT (Prestadores de Asistencia Técnica), diferenciándose según García, “por la presencia masiva de voluntarios, lo que permite llegar a cada una de las familias y no sólo a las directivas, logrando un empoderamiento real de las familias con sus proyectos. No se trata de la casa “que me tocó”, sino la que ellos gestionaron, diseñaron y lograron con mucho trabajo”.
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