
Review | La Cabeza de la Araña, un lamentable desperdicio
Una idea interesante termina convertida en una propuesta predecible y genérica que no justifica destinarle un 0.25 por ciento de nuestra vida de este mes.

Junio tiene 30 días. Eso implica un total de 720 horas o 43.200 minutos. Y Netflix, en su único nivel de suscripción que entrega contenido 4K, tiene un costo mensual de $10.700 pesos chilenos al mes. O sea, cada día de suscripción en ese plan tiene un valor de $356.6 pesos. Cada hora cuesta $14.86 pesos. Cada minuto vale $0.2476 pesos.
La Cabeza de la Araña, el nuevo hit de la plataforma de streaming dirigido por Joseph Kosinski (Top Gun: Maverick) y co-protagonizado por Chris Hemsworth y Miles Teller, tiene una duración de 107 minutos. Es decir, ver a esta película puede ser vista como justificar casi $26.50 pesos del total del consumo mensual en la plataforma de streaming.
Y puestas las cartas sobre la mesa, el resultado final de esta película también podría verse desde una óptica en la que esas chauchas se sientan como una cifra casi insignificante. Algunos, recordando la forma en que se promocionan productos en las ferias, hasta podrían verlo casi como un “regalo”.
Yo prefiero verlo desde otra óptica, ya que esta nueva película implica gastar alrededor de un 0.25% de nuestra vida durante este mes. Y el gasto de tiempo que implica dar una oportunidad a La Cabeza de la Araña es excesivo. Yo lo calificaría hasta de un fallo con visos de desperdicio
Lo anterior provoca que esta no sea la peor película que puedan ver este mes, pero si se siente como una idea desaprovechada, desperdiciada, malgastada... y eso definitivamente es mucho peor que una producción que solo pueda ser calificada como basura. Mal que mal, las malas películas no dejan nada que lamentar. Esta sí.

Por un lado, la idea base - una cárcel en donde los sujetos son conejillos de indias para drogas experimentales que causan miedo o atracción inmediata - es bastante atractiva y contaba con posibilidades para explotar los elementos de ciencia ficción de su propuesta en donde las dosis de fármacos se proveen con un simple movimiento de una aplicación en un smartphone.
Inclusive esa misma base permite desarrollar algunos momentos interesantes que aparecen de vez en cuando, no solo en base a la construcción de su pequeño escenario, sino que también en lo que concierne a la propia intriga que se va desentramando.
Pero sin duda esa idea base es completamente desperdiciada en el desarrollo de la narrativa. Primero tenemos a una película que se empequeñece en exceso, dejando en evidencia tanto a las carencias de su guión como a las amarras que ejerció la filmación con distancia social durante esta pandemia. La película se ve y se siente chica.
Y ese no sería un problema si, en segundo lugar, su nudo dramático no se volviese predecible y genérico cortesía de actuaciones planas que no tienen ribetes interesantes. Y eso último es lo peor que le puede suceder a una película que tiene ambiciones de generar suspenso y, por ende, que nos importen las barreras que deben sortear sus personajes. Sin embargo, La Cabeza de la Araña se queda solo en las intenciones. en las posibilidades desperdiciadas.
A la larga solo queda plantear que probablemente mucha gente dirá que La Cabeza de la Araña cumple como película de streaming, que inclusive puede funcionar para ver para “pasar el rato”. Pero el desperdicio de las posibilidades me hace lamentar el resultado final. Y expuestos los números iniciales, solo se puede constatar que las matemáticas no mienten a la hora de valorar mejor nuestro tiempo invertido. Utilizar un 0.25% de nuestra vida de este mes en algo que falla como esto me parece un desperdicio del que prefiero advertir.
La Cabeza de la Araña ya está disponible en Netflix.
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