Carme Colomina: "La desinformación como capacidad disruptiva de la información ha existido siempre"

Foto: Academia Diplomática

La académica señala que el fenómeno de la desinformación se ha masificado tras la llegada de las redes sociales y que hace falta generar debates para determinar dónde están los límites sobre qué se puede publicar y qué no, algo que la Unión Europea ya está trabajando.


Los estudios de Carme Colomina, periodista del periódico catalán Diari Ara e investigadora asociada al Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), se centran en el poder disruptivo de la información. La académica de 49 años plantea que, mientras los gobiernos y organizaciones internacionales avanzan hacia nuevos códigos de actuación ante la desinformación y las instituciones europeas crean unidades de vigilancia de los contenidos informativos, el fenómeno se ha globalizado, traspasando las redes sociales y moviéndose hacia espacios más cerrados y de confianza, como los grupos de Whatsapp. Colomina, que ha colaborado con medios internacionales como la Deutsche Welle y la BBC, estuvo en Chile esta semana para participar en una actividad de la Academia Diplomática, invitada por la Unión Europea.

¿Cómo ha evolucionado el fenómeno de las "fake news"?

La desinformación como capacidad disruptiva de la información ha existido siempre. Ha evolucionado, sobre todo, por la llegada de las redes sociales. Muchas veces, la desinformación no intenta venderte un modelo alternativo, sino que pretende venderte caos. Otras veces, se filtra información que es veraz, pero que puede tener motivaciones políticas detrás. Las estrategias son diversas y sirven a causas distintas.

¿La desinformación afecta más al ciudadano o al político?

Afecta a ambos. La política de las emociones ha impregnado también la retórica política. Por ejemplo, ha cambiado el concepto de verdad y mentira. Eso lo hemos visto muy bien con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Vemos cómo esta era de la posverdad no tiene un efecto en las urnas, como podíamos esperar. La mentira no se castiga. Con esto cambia también la dinámica de la sociedad, que se moviliza mucho más a partir de estos discursos emocionales de lo que ocurría anteriormente.

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FAKE NEWS

Fake News. Imagen referencial.[/caption]

¿Qué estrategias se han utilizado para combatir este fenómeno?

En el caso europeo, ha habido distintos niveles de acción. Por una parte, hay un nivel europeo y por otra, el nivel de los estados miembros, donde cada uno ha actuado según su propio marco legislativo y situación interna. Lo que ha hecho la Unión Europea es establecer un código de prácticas donde haya una cierta corresponsabilidad voluntaria sobre los contenidos.  Otras medidas son el apoyo a  organizaciones y periodistas que hacen verificación de datos, intentar promover la formación digital entre los más jóvenes, o incluso la transparencia en la financiación de campañas políticas.

¿Existe algún plan de difundir esta estrategia al resto del mundo?

No creo que se lo planteen como tal. El hecho de que esté ocurriendo ya puede servir como ejemplo a quien le interese, pero no ha habido hasta ahora un esfuerzo de coordinación, también porque estamos en un momento en que la misma tecnología está cambiando muchísimo las relaciones internacionales. Incluso vemos que los nuevos liderazgos amenazan esta idea de multilateralidad de gobernanza global, que es un poco el modelo de la Unión Europea y que probablemente ahora siente que las reglas del juego están cambiando a su alrededor.

¿Se puede detener el avance de las "fake news"?

Parar el progreso es muy difícil. Esto determina nuestra nueva realidad. Lo que tenemos que hacer es un planteamiento no solo legislativo, incluso ético, para determinar dónde están los límites. Nos falta todavía todo este debate cultural, social y legislativo, sobre cómo vamos a gobernar este nuevo mundo digital, que ya está definiendo las nuevas potencias globales.

¿Cuál podría ser el impacto de las "fake news" en las próximas elecciones presidenciales en EE.UU.?

El problema que tenemos es que cualquier paso que se da para intentar hacer frente a la desinformación siempre va por detrás de lo que avanza la tecnología. En 2016, nadie preveía la fuerza del uso de las tecnologías como lo hizo Trump, por ejemplo, para llegar a sus votantes a través de Facebook live. Después se supo también de la irrupción de Rusia y hasta qué punto eso pudo ser definitivo o no a la hora de concientizar o movilizar a determinados votantes, pero el próximo paso lo desconocemos. Los expertos dicen que el nuevo desafío son los "deep fakes", que es la desinformación audiovisual, y hemos visto algunos ejemplos en EE.UU. en estas últimas semanas. Por ejemplo, un tuit que se viralizó de Nancy Pelosi, dando un discurso en el que decían que estaba bajo los efectos del alcohol, cuando en realidad era una imagen real que habían ralentizado. La desinformación está ahí y seguro que aparecerá en las próximas elecciones americanas. El cómo y con qué consecuencias siempre va por delante de lo que nosotros podemos prever.

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FOTO: EFE[/caption]

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