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Cómo los ataques a hospitales de maternidad alimentaron la crisis de natalidad en Ucrania

Un estudio del diario The Guardian reveló que en los más de tres años transcurridos desde el inicio de la ofensiva rusa, se han registrado más de 2.000 ataques contra centros médicos, incluidos 81 que afectaron a salas de maternidad y de parto.

Empleados de emergencia y policías ucranianos evacuan a Iryna Kalinina, una mujer embarazada herida de 32 años, de una maternidad dañada por un ataque aéreo ruso en Mariupol, Ucrania, el 9 de marzo de 2022. Foto: Archivo Evgeniy Maloletka

La noche del 29 de julio pasado, las fuerzas rusas atacaron Kamianske, en la región de Dnipropetrovsk, con misiles balísticos. Como resultado, un edificio inutilizado de tres pisos quedó parcialmente destruido. Cerca de allí, una sala de maternidad y una sala del hospital municipal resultaron dañadas, y unos 10 vehículos quedaron destruidos. Tres personas murieron y más de 20 resultaron heridas, incluida una mujer embarazada.

Kateryna, de cuatro meses de embarazo, fue trasladada al hospital en estado extremadamente grave con un fragmento de metal en el cerebro. La joven se encontraba en “conservación” en el centro médico cercano al impacto de los misiles. Tras pasar 18 días en cuidados intensivos, solo espera que su único hijo nazca sano. “Sueño con una pronta recuperación y luego tener un hijo. Sé que todo saldrá bien. Aquí hay médicos profesionales que pueden ayudarnos en nuestra situación”, dijo, citada por el portal ucraniano Suspilne Media.

El ataque por el que resultó herida Kateryna, no es un incidente aislado. Un estudio del diario británico The Guardian reveló que en los más de tres años transcurridos desde el inicio de la ofensiva rusa, la atención de maternidad en Ucrania ha estado bajo constante ataque, con más de 2.000 ataques contra centros médicos, incluidos 81 que afectaron a salas de maternidad y de parto.

Durante el último mes, el periódico visitó tres hospitales de maternidad en la línea del frente para presenciar cómo la invasión a gran escala de Rusia y los ataques a las instalaciones de salud han quitado a las mujeres el derecho fundamental a un parto seguro.

Rescatistas trabajan en el Hospital Infantil Ohmatdyt que fue dañado durante los ataques con misiles rusos, en Kiev, Ucrania, el 8 de julio de 2024. Foto: Archivo Oleksandr Ratushniak

En cada hospital, las mujeres y el personal que trabaja allí se enfrentan a terribles peligros: drones que sobrevuelan, artillería, misiles balísticos y la degradación selectiva de la infraestructura sanitaria. De hecho, se estima que ahora hay tres muertes por cada nacimiento.

Uno de los ataques más famosos es el que afectó a la maternidad en Mariupol el 9 de marzo de 2022, al comienzo de la invasión rusa, en la que una mujer embarazada, con las piernas ensangrentadas, era trasladada en una camilla. La imagen de Iryna Kalinina recorrió el mundo.

“¡Mátenme ya!”, gritó, mientras luchaban por salvarle la vida en otro hospital aún más cerca del frente, indicó entonces la agencia The Associated Press. El bebé nació muerto y, media hora después, Iryna también falleció.

Esta semana, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) estableció quién dio la orden de bombardear el teatro de operaciones de Mariupol y la maternidad del Hospital Municipal N° 3. Se trataría del teniente general Nikolai Gostyev, comandante del 4º Ejército de la Fuerza Aérea del Distrito Militar Sur de la Federación Rusa. Según el SBU, en marzo de 2022, dio la orden de atacar el centro de Mariupol desde el aire.

Para llevar a cabo los ataques, los ocupantes utilizaron 10 aviones de combate: cazas Sukhoi Su-30SM (M2) y bombarderos de primera línea Sukhoi Su-24M. Se documentó cómo, durante el ataque aéreo, los aviones de combate del agresor atacaron la sala de maternidad y el teatro con bombas de alto poder explosivo FAB-500, según el informe.

Trabajadores de la salud atienden a un soldado ucraniano herido en un hospital militar, mientras continúa el ataque de Rusia contra Ucrania, en la región de Donetsk, el 9 de agosto de 2022. Foto: Archivo ALKIS KONSTANTINIDIS

Las brutales tácticas de Rusia han alimentado una crisis demográfica en Ucrania. Millones de mujeres y niños han huido del país, cientos de miles de personas han sido asesinadas y las mujeres que se quedaron han vivido con miedo al embarazo y al parto.

En 2024, Ucrania sufrió la tasa de natalidad más baja del mundo y la tasa de mortalidad más alta, según el World Factbook de la CIA.

Otro ejemplo de los ataques a centros asistenciales ocurrió en julio de 2024, cuando el hospital infantil Okhmatdyt, en el centro de Kiev, fue blanco de los misiles rusos. Se trata de la clínica pediátrica más grande de Ucrania, reconocida por sus tratamientos oncológicos y hogar de muchos niños. El ataque mató a cuatro personas y dejó decenas de heridos.

The Guardian señaló que la población de Slovyansk se ha reducido a la mitad desde el inicio de la invasión, pasando de más de 100.000 a unos 53.000 habitantes. Los nacimientos en el hospital han disminuido de más de 1.000 al año a unos 550. Esta cifra se mantiene alta porque el hospital ahora recibe pacientes de una zona más amplia, ya que otras maternidades han dejado de estar disponibles.

Pacientes descansan fuera de un hospital en Izium, Ucrania, el 17 de septiembre de 2022. Foto: Archivo Evgeniy Maloletka

En tanto, el hospital de Kharkiv atendía unos 1.000 partos al año antes de la invasión rusa a gran escala en 2022. El año pasado, esa cifra se redujo a menos de 440: dos tercios de las mujeres en edad fértil han huido de la ciudad. La cifra sería aún menor, pero más mujeres acuden al hospital a medida que otros recintos asistenciales de Kharkiv cierran sus puertas.

Y en Kherson, la población de la ciudad era de 280.000 habitantes antes de la invasión. Hoy menos de una cuarta parte de sus residentes sobreviven. Su unidad de maternidad solía atender entre 1.500 y 2.000 partos al año, pero ahora solo presta atención a unos 120. Unas 100 personas han muerto y 1.100 han resultado heridas en la ciudad este año.

The Guardian conversó con Liliia Eroshenko, de 36 años, que se encontraba en su casa y en avanzado estado de gestación en julio cuando se enteró de que tres drones Shahed se habían estrellado contra el edificio principal del hospital de Slovyansk. El periódico señaló que Eroshenko y su esposo habían postergado la posibilidad de tener un hijo durante tres años esperando el fin de la guerra, pero sin señales de paz, “no podían esperar eternamente”.

Sin embargo, tenían miedo de que la maternidad, ubicada a pocos pasos del hospital principal, fuera el próximo objetivo ruso, ya que hasta ahora se había salvado.

Ante la incertidumbre del futuro de la ciudad, ahora Liliia considera huir al oeste del país, pero le preocupa que ningún lugar de Ucrania sea seguro. Uno de sus mayores temores es que su marido sea movilizado. “Ya no queda ningún lugar seguro en Slovyansk”, dice. “Oímos explosiones todos los días”, relató a The Guardian.

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