La crisis en Haití a 10 años del terremoto

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Cientos de millones de dólares fueron recaudados para ayudar a los haitianos tras la catástrofe, pero debido a tensiones políticas y la mala administración de los recursos, el país más pobre de América aún enfrenta condiciones precarias.


El 12 de enero de 2010, un terremoto de magnitud 7 azotó a Haití, dejando 316 mil muertos, más de 350 mil heridos y 1,5 millones de personas sin hogar. Aunque cientos de millones de dólares fueron recaudados en todo el mundo para ayudar a los damnificados, las consecuencias del devastador sismo persisten hasta el día de hoy, con miles de ONG alertando sobre la precaria situación de los haitianos.

"El terrible sismo destruyó el 60% de un sistema de salud que ya era disfuncional", señala Hassan Issa, coordinador general de Médicos Sin Fronteras en Haití, a través de un comunicado. "Diez años después, la mayoría de los actores humanitarios y médicos han abandonado el país y su sistema sanitario está nuevamente al borde del colapso en medio de una creciente crisis política y económica", dice el médico.

Una década después de la catástrofe y en medio de problemas económicos y tensiones políticas que enfrenta el país caribeño, las instalaciones médicas luchan por atender las necesidades de los pacientes. Desde el aumento del precio de los combustibles en julio de 2018, los centros de salud han tenido problemas para entregar servicios básicos debido a la escasez de medicamentos, oxígeno y reservas de sangre, sumado a la falta de personal.

"El apoyo internacional que recibió el país, o que se prometió después del terremoto, ahora se ha desvanecido. Incluso, en algún caso, nunca se materializó", explica en el comunicado Sandra Lamarque, coordinadora de MSF en Haití. "La atención de los medios ha virado hacia otros lugares a medida que la vida cotidiana de la mayoría de los haitianos se ha vuelto cada vez más precaria debido a la inflación, la falta de oportunidades económicas y la violencia", agrega.

El rol de los Clinton

La familia Clinton participó activamente en la recuperación de Haití tras el terremoto. El expresidente Bill Clinton fue enviado especial de la ONU, socio del Fondo Clinton-Bush Haití y copresidente de la Comisión Interina de Recuperación de Haití, que aprobó cientos de millones de dólares en proyectos de recuperación financiados por EE.UU.

Hillary Clinton, por su parte, lideró la respuesta estadounidense como secretaria de Estado de Barack Obama. Además, la fundación Clinton recaudó más de US$ 30 millones.

Sin embargo, algunos de los proyectos que impulsaron jamás se cumplieron, por falta de planificación o porque no eran sostenibles. Esto generó molestia entre los haitianos, que se reunieron a protestar en 2015 frente a la sede de la Fundación Clinton en Nueva York, reclamando el mal manejo del dinero recaudado.

Inestabilidad

Las tensiones y conflictos del último año -y sus consecuencias para la ayuda humanitaria- han demostrado cómo el país aún depende en gran parte de la ayuda internacional, que es cada vez menor.

La ONU estima que 4,6 millones de personas requieren ayuda, de las cuales casi la mitad son niños. Además, 3,7 millones de personas sufren de desnutrición aguda.

Según cifras del Banco Mundial, más de seis millones de haitianos -que corresponden al 60% de la población- vive bajo el umbral de la pobreza, mientras que 2,5 millones se encuentran en una situación extrema.

Christian Cricboom, jefe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), reconoce a Europa Press que aunque el país "ha dado grandes pasos en materia de infraestructuras o servicios sociales básicos" en los últimos 10 años, "claramente quedan muchos desafíos".

Haití sigue siendo el país más pobre de América, y lo era incluso antes de la catástrofe. Según expertos, el terremoto sacó a la superficie los problemas más profundos que afectaban hace años al país. Además, Haití ha vivido una década de constante emergencia, con ciclones, sequías e incluso una epidemia de cólera, que se expandió rápidamente y a fines de 2011 ya había dejado más de 7.000 muertos.

Según la OCHA, la situación actual es tan grave, que si no se actúa "inmediatamente", en marzo podría haber 4,2 millones de personas hambrientas, con 1,2 millones dentro del nivel de emergencia.

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