Las razones del peor enfrentamiento entre Francia e Italia desde la Segunda Guerra

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Referencial.

El apoyo de los líderes italianos a los "chalecos amarillos", además de diferencias en materia migratoria y europea, motivó que Francia llamara ayer a "consultas" a su embajador en Roma.


Han sido cerca de ocho meses de alta tensión política y diplomática entre Francia e Italia, que ayer provocaron que el país presidido por Emmanuel Macron llamara a consultas a su embajador en Roma. Una situación que "no tiene precedentes desde el final de la guerra", según aseguró la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, Agnès von der Mühll. "Durante varios meses, Francia ha sido objeto de repetidas acusaciones, ataques infundados y declaraciones escandalosas que todo el mundo sabe", consignó el comunicado del gobierno francés.

La gota que rebalsó el vaso en estos ocho meses fue la reunión que sostuvo el vicepresidente italiano y líder del Movimiento 5 Estrellas (M5E), Luigi di Maio, con varios representantes de los "chalecos amarillos", este martes en Francia. El movimiento social francés, que reclama contra las políticas del Presidente Macron, ya había recibido el apoyo de los líderes italianos. En enero, Di Maio publicó una carta abierta en el blog del M5E en la que expresaba su respaldo a los "chalecos amarillos", a quienes les pide que "no se debiliten".

El viceprimer ministro italiano y ministro del Interior, Matteo Salvini, también se sumó al apoyo a los "ciudadanos honestos que protestan contra un Presidente que gobierna en contra de su gente". En enero Salvini también declaró que él esperaba que los franceses pronto fueran liberados de un "muy mal Presidente". Macron respondió un par de días después en Egipto. "Los italianos son nuestros amigos y merecen líderes que estén a la altura de su historia", dijo.

A estas últimas tensiones se suma la disputa por el tema migratorio que se inició en junio de 2018 cuando Italia rechazó la acogida del buque Aquarius, con 630 migrantes a bordo. Francia criticó la postura de Roma, y habló de "cinismo" e "irresponsabilidad".

Uno de sus últimos puntos de conflicto se produjo a raíz de la extradición del terrorista Cesare Battisti de Bolivia a Italia. El exactivista comunista se refugió en Francia 14 años amparado en la doctrina Mitterrand, que rechazaba su extradición. "Pido al Presidente francés que devuelva a Italia a los fugitivos que no deberían estar bebiendo champán bajo la Torre Eiffel, sino pudriéndose en una cárcel en Italia", declaró Salvini.

La disputa encuentra raíces en las distintas visiones que tiene cada país de Europa, con Macron como representante de los "proeuropeos" y los líderes italianos como parte del populismo nacionalista. "(Los líderes italianos) intentan desestabilizar a Macron, quien desde la entrada en funciones del actual gobierno italiano, es un líder de los 'progresistas' europeos contra los 'populistas' de la Liga y el M5S", señala a La Tercera el investigador del think tank francés, IRIS, Jean-Yves Camus.

Una campaña electoral

A ojos de los analistas esta disputa es netamente una estrategia electoral para los comicios del Parlamento Europeo, en mayo. "Para la coalición gobernante en Italia, la idea es encontrar aliados en Francia para desestabilizar las listas de la República en Marcha! del Presidente Macron", explica a este diario el profesor de Ciencia Política de la Sciences Po Grenoble, Olivier Ihl. Así, el apoyo de los líderes italianos a los "chalecos amarillos" responde también a la motivación que tienen los representantes de este movimiento de presentar una lista para las elecciones europeas, con la sigla RIC. "La estrategia (de Italia) es claramente favorecer el surgimiento de la lista RIC para las elecciones europeas de mayo", sostiene Ihl.

De hecho, el mismo gobierno francés ha denunciado este fin electoral: "Tener desacuerdos es una cosa, explotar la relación con fines electorales es otra", sostiene el comunicado del gobierno galo.

En todo caso, los expertos no creen que esta disputa se intensifique puesto que un deterioro en su relación política significaría un gran retroceso en ambas economías que colaboran estrechamente.

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