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La bruma que cubre las huellas de María Ercira Contreras

Este lunes se cumplen 365 días de la desaparición de la mujer de 86 años, cuyo paradero se perdió en medio de un almuerzo familiar por el Día de la Madre en el Fundo Las Tórtolas, de Limache. La Fiscalía no ha podido dar con una pista que establezca la participación de terceros, mientras que el abogado de la familia plantea que pudo haber un secuestro que erró de persona.

Sigue la búsqueda de María Elcira Contreras.

El 12 de mayo de 2024 María Ercira Contreras Mella (86) estaba contenta. Era un día despejado en Concón, algo soleado, y desde temprano se preparaba para salir a almorzar junto a su familia para celebrar el Día de la Madre.

Era un almuerzo que reuniría a unas 12 personas, entre hijos, nietos, cuñados y amigos, y para el cual ya tenían una reserva a las 13.30 a nombre de Daisy Casanova, suegra de una de sus nietas, en el restaurante del Fundo Las Tórtolas, en Limache.

Minutos después de las 10.00 de ese 12 de mayo, Contreras, “la Chira” como le decía su familia, vio que tenía una llamada perdida de una de sus hijas, María Estela Hernández (69). Devolvió el llamado y le contó que iría a almorzar afuera. Le preguntó a su hija qué haría ella y le contó que estaba feliz porque uno de sus nietos, Maximiliano, venía desde Santiago y participaría de esa comida.

Era el inicio de un día de celebración que no terminó bien.

A eso de las 13.40, la familia comenzó a llegar paulatinamente en sus vehículos al restaurante. Lo hicieron en tres autos distintos. María Elcira fue una de las primeras en llegar. Lo hizo junto a su hijo Maximiliano Hernández, su nuera, Miriam Ramírez, y su nieto, “el Maxi”, en una camioneta marca SsangYong.

Ya en el interior del local, María Ercira pidió un jugo de frutilla y un ceviche para esperar a los demás comensales. Se sentó junto a una de sus nietas, Carla Hernández, con quien conversó acerca de temas familiares. Pero al notar que su jugo se demoraba y no llegaba a la mesa, le pidió a la mesera saber qué pasaba con el refresco.

Su hijo Maximiliano Hernández fue al baño y, al regreso, comentó a la mesa que la puerta del servicio tenía un desperfecto que dificultaba su apertura desde adentro. Lo hizo para que los adultos mayores y los niños tuvieran precaución de no quedar encerrados. Ese detalle terminaría cobrando importancia minutos después.

Las 15.09 es una hora que para los investigadores es clave. Fue cuando María Ercira se paró al baño, de acuerdo a los registros que ha cronometrado la Policía de Investigaciones y que forman parte del expediente judicial de la Fiscalía local de Limache. De ahí no volvería.

Quien primero se percató de que la mujer estaba tardando en volver fue su nuera, quien se puso de pie y partió a buscarla. No encontró a nadie. Al no poder salir del baño por la puerta del salón, María Ercira habría enfilado por otra puerta que daba hacia el exterior, por el sector de estacionamientos.

De hecho, uno de los últimos registros de la mujer fue tomado por una cámara de seguridad, que la grabó caminando a las 15.23 horas con rumbo desconocido. Minutos antes, se registró otro hito en la investigación. A las 15.18 ella se cruzó en los estacionamientos con otro cliente del restaurante, Fernando Vera, quien señaló a los policías que vio que la víctima “tenía la mirada fija y perdida”.

Fue así como un almuerzo familiar terminó transformándose en un misterio policial, hasta ahora, sin revolver.

Múltiples pistas

Delgada, de 1,50 metros y 52 kilos. Vestida con pantalón oscuro, chaleco blanco, chaqueta café y sin su teléfono celular”.

Esa fue una de las primeras descripciones que la familia dio durante la misma tarde del 12 de mayo a Carabineros, Bomberos y luego a la Policía de Investigaciones. Las instituciones hicieron sendos recorridos por el recinto, que incluye un restaurante, cabañas, habitaciones y otros servicios en una propiedad de 38 hectáreas.

En su declaración a la Fiscalía, entregada el 4 de octubre, la hija María Estela Hernández, quien no asistió a la comida, relató que se enteró de la desaparición de su madre por un llamado de su cuñada. “Como a las 18.00 me llama Myriam y me dice, oye, sabí, tu mamá se perdió. Yo digo, cómo que se perdió. Estará con otra señora conversando, porque era común que ella conversaba con gente que conocía en el momento, era muy amable y hacía amistades de manera rápida, todos la querían”.

“Cuando vi el video y veo a la suegra de mi sobrina, aparece una camioneta que justo pasa hacia abajo, es decir hacia la salida. Por eso que me llama la atención la camioneta, porque pudo haber estado mi madre ahí”, agregó la hija.

Tras pagar una cuenta cercana a los $ 700 mil, pese a que el almuerzo se vio interrumpido tempranamente y no alcanzó a consumirse, los familiares comenzaron una infructuosa búsqueda. Esa misma noche la exploración se extendió hasta más allá del cierre del restaurante y volvió a comenzar al día siguiente a las 8.00.

Los primeros recorridos fueron por las extensas hectáreas del sector, que incluyen vegetación y quebradas, donde se pensaba se podría detectar alguna pista.

A un año de su desaparición, la Fiscalía ha seguido varias hipótesis, la primera de ellas relacionada a un posible accidente que pudo haber sufrido la mujer entre los cerros del sector. Sin embargo, para la familia esa idea nunca fue satisfactoria. Primero, porque no ven posible que su abuela haya caminado en esos terrenos en cuesta con sus problemas de artrosis en las rodillas.

Tampoco les hace sentido la posibilidad de que se haya caído al río que hay en la zona, porque “le tenía miedo al agua y ni se acercaba a mirarla”. A estas tesis se suma que, 365 días después de su extravío, no ha aparecido ni siquiera un artículo de sus vestimentas o accesorios en todos los sitios buscados.

Esas pesquisas no solo se han extendido por diversos terrenos. En septiembre, el fiscal jefe de Limache, Guillermo Sánchez Psijas, decidió “pinchar” varios teléfonos de familiares de la mujer, por lo que la investigación estuvo declarada “secreta” por 80 días.

El motivo de esa medida intrusiva respondió a que uno de sus hijos, Maximiliano, el mismo con que María Ercira llegó ese 12 de mayo al restaurante, mantuvo su teléfono apagado todo ese día domingo, lo que despertó las sospechas de los investigadores. La familia, que ha pedido el cambio de persecutor, criticó esta medida.

El fiscal Sánchez, sin embargo, citó a Hernández este año para interrogarlo por este aspecto. “Como práctica habitual, llegando a mi casa del trabajo, tiendo a apagarlo (...). Es un hábito que mantengo desde siempre y el día que desaparece mi madre, desde el día anterior ya lo había apagado, y cuando fuimos a comer a Las Tórtolas, lo dejé en mi casa apagado pensando que no era necesario llevarlo, ya que con el de mi señora para mí es suficiente en caso de que quiera alguien de mi familia contactarnos”.

“Sin embargo, cuando mi madre desaparece, me hizo mucha falta y una de las razones por las que fui a mi casa ese mismo día en la noche fue para ir a buscar el teléfono”, agregó en su declaración del 2 de enero.

Hernández no fue el único que mantuvo el teléfono en esa condición. También lo hizo Rodrigo Cortés, pareja de otra de las nietas de la mujer desaparecida. Su respuesta ante la PDI, el 6 de enero, fue similar. “Antes que todo debo señalar que los momentos en los cuales no me encuentro trabajando, no estoy pendiente de mi equipo celular, no acostumbro a apagarlo, pero simplemente me despreocupo y ese día en particular, recuerdo que mi teléfono estaba sin carga y creo que camino al almuerzo alcancé a cargarlo un poco en mi auto, pero luego vuelve a quedar sin carga”.

Otras diligencias

Una de las ideas que han rondado en la familia es la de un posible secuestro. Sin embargo, para el fiscal esa hipótesis no tiene sustento. Tampoco que hubiese una motivación basada en el patrimonio o alguna posible herencia que pudiese dejar María Ercira. No hay pistas, hasta ahora, de intervención de terceros.

El trabajo de la PDI ha llevado a que incluso se realicen operativos en otras regiones. Fue lo que ocurrió en junio a raíz de una pista en Chonchi, en Chiloé, donde un taxista avisó a la policía luego de oír a una mujer de 95 años decir “qué lindo está Quintero”. En febrero la policía dio con el paradero de la mujer y dos hombres que la acompañaban, descartando que se tratara de María Ercira. Lo mismo ocurrió con otra pista surgida en el terminal de Collao-Concepción.

Sin embargo, para el abogado de la familia, Juan Carlos Manríquez, quien presentó una querella en junio buscando las responsabilidades de su desaparición y solicitando diligencias al Ministerio Público, la principal hipótesis podría ser un secuestro que se equivocó de persona.

El jueves recién pasado, Manríquez ingresó una solicitud de diligencia por el sistema SIAU a la Fiscalía. Para el abogado, una de las claves está en seguir los registros de una de las cámaras del restaurante. Fue allí, de hecho, donde se ve una de las últimas imágenes de la mujer caminando por el sector de los estacionamientos.

Manríquez pide que se recuperen las 24 horas de grabaciones de ese día que, dice, tienen cinco cortes en su tiraje, que van desde las 14.40 a las 16.20. Con ese trabajo, el abogado busca que su análisis se efectúe en el Laboratorio de Criminalística Regional de Temuco.

“Lo anterior se basa en el conocimiento que posee la perito de que dicho laboratorio regional cuenta con licencias de software tales como DVR Examiner y/o Magnet Witness. Licencias que no se han adquirido para el Laboratorio de Criminalística Central y que permitirán obtener las imágenes o partes del video que faltan”, dice la petición del 8 de mayo.

“Alguien se la llevó. No puede haber tenido un accidente, porque algo se habría encontrado ese mismo día, y nada. Saber que no están las 24 horas de grabaciones y no tener esas respuestas... Siento que hemos avanzado con muchas dudas”, afirma la nieta Carla Hernández.

La frustración de la familia

Este sábado se realizó una ceremonia en honor a María Ercira en la Parroquia Nuestra Señora de Las Mercedes de Concón.

“A un año de su desaparición, diría que estoy más desconcertada que nunca. He considerado distintas posibilidades, y solo puedo decir que no hay ninguna certeza de nada. Lo único que sé es que mi abueli no desapareció por voluntad propia”, comenta otra nieta, Natalia Hernández.

En ese sentido, agrega: “Como familia sentimos una profunda frustración por la falta de avances concretos en la investigación. Hemos colaborado desde el primer día, hemos hecho pública nuestra búsqueda, hemos compartido nuestro dolor, pero muchas veces sentimos que somos nosotros quienes hemos debido insistir para que el caso no quede en el olvido”.

“La misa tenía la finalidad de reunir fuerzas para seguir en esto, porque no podemos hacer un cierre de nada hasta que no sepamos qué pasó con mi abuela”, agrega Carla Hernández. “Era para pedir las respuestas que tienen que llegar, que ella esté bien, sea en esta tierra o no”.

El fiscal del caso no atendió a los llamados para este artículo.

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