40 años después, reflota la "Batalla del Marga Marga"

Un insólito y acallado incidente naval, que derivó en bombardeos frente a la costa porteña, se cuenta en El secreto del submarino. Fruto de una investigación periodística de 10 años, Daniel Avendaño y Mauricio Palma juntan piezas de un rompecabezas que aún se sigue armando.




Eran maniobras como a veces se hacen, les dijeron: sin avisar. Y no les dijeron mucho más. Pero a quienes se dieron cuenta de lo que pasó frente la costa de Valparaíso y sus alrededores, el segundo fin de semana de septiembre de 1976, lo que vieron les pareció otra cosa, incluso lo impensado: una guerra de verdad. Y no eran pocos.

Por esos días estaba próxima a iniciarse frente a Talcahuano la 16° versión de la Operación Unitas, los ejercicios militares que convocaban a la Armada de EEUU y sus contrapartes de Sudamérica. No era raro, así las cosas, que hubiese circulación de naves. Pero, ¿por qué pasaban las horas y seguían oyéndose estruendos y viéndose potentes chorros de agua frente a lugares como la Casa Central de la U. Federico Santa María?

En paralelo, la mañana del sábado 11, la Escuela de Armamentos de la recta Las Salinas, entre Viña del Mar y Reñaca, veía a sus cadetes salir apuradamente de clases y correr por los pasillos. Ataviados para el combate y armados con fusiles de asalto, fueron ubicados a lo largo de toda la zona costera, desde Recreo hasta Concón. Algo tenía que estar pasando.

Según la comandancia en jefe de la Armada, sin embargo, no pasaba nada especial. Eso sí, y haciéndose cargo de “los rumores que han circulado en torno a actividades que desarrolla la escuadra en la zona de Valparaíso”, expidió el día 14 un comunicado donde afirma que “la escuadra realiza ejercicios a lo largo del litoral durante todo el año”: que parte de ellos es planificada y otra parte realizada “sin previo aviso (sic)”. Resalta, igualmente, el realismo de las maniobras y la expectación que producen en los espectadores, informando por último que éstas se intensifican en vísperas de iniciarse la Operación Unitas, “a la cual nuestras unidades deben llegar con su más alto grado de preparación, para mantener el prestigio que siempre han tenido”. De razones de Estado ante un eventual ataque, nada.

En tiempos de severo control informativo, más aún en lo que tocaba a las FFAA de un régimen militar, la prensa reprodujo el comunicado y en algunos casos bromeó con la historia de un “submarino fantasma” que se habría paseado frente al Puerto Principal. No dijeron -y seguramente no supieron- que la mañana del viernes 10 los marinos del destructor Portales fueron llamados a zafarrancho de combate tras detectar su sonar una presencia submarina de origen desconocido. Tampoco que, no habiendo identificación ni respuesta por parte de esta última, la nave mencionada y otros miembros de la flota lanzaron a partir de las 13 horas del viernes bombas erizos y de profundidad, que después fueron seguidas por torpedos.

Sólo 30 años después un comandante en jefe de la institución, el almirante Rodolfo Codina Díaz, volvería al tema, aunque para negar la existencia de cualquier nave espía o enemiga en aquella ocasión: “Si hubiera sido un submarino, bajo mi punto de vista, habría sido dañado y salido restos náufragos a la superficie. Seguramente se trataría de una lata”. ¿Acaso es costumbre bombardear simples latas con cargas de profundidad durante tres días?, le preguntaron de vuelta. La entrevista no llegó mucho más lejos.

Los de las preguntas fueron los periodistas Daniel Avendaño y Mauricio Palma, quienes tras una investigación de diez años, consultando fuentes de diez países en más de cien entrevistas, le dieron una mirada al conjunto y ahora la presentan en un libro: El secreto del submarino. La historia mejor guardada de la Armada de Chile.

Que quede claro. El presente volumen no ofrece la palabra final sobre tan olvidado y acallado incidente: falta aún evidencia concluyente para hacer afirmaciones absolutas. Pero, en palabras de sus autores, la idea fue “presentar todos los antecedentes y todas las versiones disponibles para que el lector pueda hacer sus propias interpretaciones. Creemos que el libro es el punto de partida para que se siga investigando”.

¿Qué pudo ser?

De las decenas de fuentes orales que figuran en el volumen, las hay que tuvieron que ver directamente en los hechos. Una de las más llamativas es el vicealmirante Jorge Sepúlveda Ortiz, que llegó a ser brazo derecho de José Toribio Merino en el estado mayor de la Armada. Por años le refirió el episodio a su hijo, el ingeniero Jorge Sepúlveda Haugen, quien finalmente le pidió un día, grabadora en mano, que le volviese a contar la historia.

Comandante del Portales a la hora señalada, Sepúlveda despliega un relato refrendado por la bitácora de la embarcación. Cuenta, y no es el único en hacerlo, sobre el eco metálico detectado por el sonar, que despertó el primero de varios miedos y ansiedades de la tripulación (por ejemplo, que fuera a producirse un ataque de gran escala sobre Valparaíso). El mencionado Merino entra al ruedo, ordenando hundir al eventual submarino “con todos los buques que sean necesarios”.

¿Qué pudo activar los sonares del Portales? ¿Unas latas, como sugirió Codina? ¿Un submarino peruano? ¿Un submarino soviético con ocupantes peruanos, destruido justo en días en que sin mayores detalles se anuncia en Lima el fallecimiento de algunos miembros de la Armada peruana?

Hay elementos para apoyar éstas hipótesis y algunas otras, complementadas por misterios de grueso calibre: el rol del mercante Rímac en costas chilenas en septiembre del 76. O el descenso, en 1983, de dos buzos especialistas de la Armada con la misión de fotografiar los restos de una nave hundida y cubrirla con mallas metálicas. De aquella jornada, afirma un testigo en el libro, quedaron fotos en blanco y negro de 60 x 40 cm. que habrían sido “puestas en sobres rotulados con la palabra ‘Secreto’” y luego remitidas a una oficina de la Dirección de Ingeniería Naval. Hoy estarían “bajo cuatro llaves”.

“Uno de los hechos más increíbles de la Guerra Fría en Latinoamérica”, como lo califican Avendaño y Palma”, el que se relata El secreto del submarino ofrece altos estándares de investigación periodística al decir de Patricio Jara, coeditor del volumen, quien destaca el que se haya pensado y ejecutado en el área geográfica donde se dieron los acontecimientos. La “batalla del Marga Marga”, como se conoció el incidente en círculos navales, es una historia que probablemente seguirá contándose.

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