Amigos después del amor
<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/193770.jpg " /><br /> Algunas ex parejas logran ser amigas después de haber estado juntas por años. Para que eso pueda llegar a pasar existen una serie de requisitos, según los sicólogos.
Giovanni Morchio (37) y Michele Whaley (40) se conocieron por casualidad. Cuentan que tardaron sólo una semana en convertirse en pareja desde que se vieron por primera vez. A los seis meses ya se estaban casando.
Eran inseparables, hacían todo juntos; eran algo así como la pareja ideal entre sus amigos. Con lo que no contaban, era que las cosas con el tiempo podían cambiar, sobre todo tomando en cuenta que se casaron cuando él tenía 22 y ella 25.
Después de casi siete años de matrimonio y con dos hijos a cuestas, decidieron separarse. “No fue de un día para otro. Cuando yo estaba en la universidad (y ella trabajaba), pasábamos más tiempo juntos. Después yo entré a una empresa en la que me tocaba viajar mucho y Michele se quedaba sola con los niños. Nos fuimos alejando gradualmente… y eso produjo el quiebre”, cuenta Giovanni, un ingeniero informático que trabaja como consultor senior.
Cuando se conocieron, eran muy jóvenes. “Con el tiempo fuimos madurando y nos dimos cuenta de que nada era como antes. Pasábamos pegados, pero con la vida laboral eso no se logra. Tratamos varias veces de recuperar lo que habíamos ‘perdido’, pero no resultó. Entonces tomamos la decisión de separarnos, claro que de manera muy civilizada. Nos dio mucha pena hacerlo, pero nunca nos tuvimos rabia ni nada de eso”, asegura Morchio.
Después de dos años separados, empezaron a ser amigos. “Tuvimos largas conversaciones y un profundo trabajo interno. Es sano bajar el moño y decir ‘hay algo en mí que provocó esta ruptura’… Si uno toma conciencia de eso, puede dar un paso adelante. Además, yo me casé muy enamorado, y por respeto a ese cariño y a mis hijos fue posible llegar a esta relación que tenemos hoy”, afirma el ingeniero.
Para la sicóloga Javiera de la Plaza, especialista en asertividad y autora del libro La Inteligencia Asertiva, mantener una relación cercana con la ex pareja es, por lo general, un objetivo válido, bueno y sano, sobre todo cuando hay hijos de por medio. "Pero es necesario cambiar el lenguaje que antes de la ruptura se tenía con la pareja y olvidarse del grado de control hacia el otro. Preguntar, por ejemplo, 'qué hiciste', 'con quién' o 'a qué hora llegaste', son códigos que ya no corresponden en una relación de amistad. Además, podrían asfixiar a la otra persona. Es altamente inconveniente, también, sacar en cara cosas que correspondía aclarar en otra etapa y que, en la actual, pueden estar fuera de lugar".
De la Plaza explica además que estos acercamientos amistosos entre los "ex" se dan habitualmente a mediano o largo plazo, "porque generalmente, cuando se produce una separación, uno de los dos queda más dañado o con más sentimientos acumulados. Entonces es importante depurar esa parte primero, hacer el duelo y luego retomar una relación que tendrá otras reglas", aclara.
Ya han pasado ocho años desde que Giovanni y Michele terminaron su matrimonio y, aunque ahora ella está viviendo en Villarrica (es coordinadora de un spa allá), se siguen viendo porque es él quien se está quedando con sus hijos. “Cuando viene a verlos a Santiago, se queda en mi casa. Ahí, yo aprovecho de salir, y ella de compartir con los niños”, dice.
Los ex esposos han pasado incluso algunas Navidades juntos. Ellos, los niños y, ahora, la actual pareja de Michelle y el hijo que ambos tienen. “Yo creo que uno de los aspectos más positivos de nuestra amistad es que puedes contar con la otra persona. Yo me he dado cuenta de que el amor se transforma en muchas cosas y de que pasa por distintos niveles. Por eso es que, a pesar de que estemos separados, el cariño que sentimos el uno por el otro permanece. La clave de todo es el respeto, porque yo siempre voy a ser la mamá de sus hijos y él de los míos, a pesar de que el amor sentimental se haya terminado. Si uno tiene claro esto, es así de sencillo”, afirma Michele.
La sicóloga Javiera de la Plaza asegura que este tipo de avenencias post matrimoniales no son comunes. Pero cuando se dan, es porque ambos no se han mucho hecho daño. "Una cosa es que se haya acabado el amor por problemas de convivencia o por falta de comunicación, y otra muy distinta es que esa pareja se haya maltratado, se haya traicionado o atacado sicológicamente. En esos casos es muy difícil reestablecer algún tipo de cercanía, porque uno no busca amigos que maltratan, insultan o traicionan. Los amigos son quienes no atacan nuestra autoestima, que nos quieren y nos respetan", dice De la Plaza.
EL MITO DE LAS "CENIZAS"
La historia de Valentina Peña, una sicóloga de 26 años, y de Leonardo Lukasiewicz, un argentino de la misma edad que estudia prevención de riesgos, es similar a la de Michele y Giovanni. El pololeo de esta pareja también estuvo marcado siempre por una intensa amistad. Eran de esos compañeros inseparables. “Hacíamos hartas locuras juntos. Me acuerdo que una vez, después de un carrete en su casa, pusimos papeles de colores en las ampolletas para simular una discotheque. Y ahí estuvimos, bailando muertos de la risa, hasta las 6 de la mañana. Lo pasábamos increíble, éramos yuntas y no necesitábamos a nadie más para pasarlo bien. Así es que nos fuimos a vivir juntos”, recuerda Valentina.
Eso les duró un año, porque poco a poco la relación se empezó a desgastar. La convivencia les hizo darse cuenta de “esos pequeños detalles”: a Leonardo le molestaba el desorden de Valentina, y a Valentina el humo del cigarro de Leonardo. Precisamente, el hecho de estar mucho tiempo juntos soportando eso que les molestaba, terminó por finiquitar la relación.
El quiebre fue doloroso y en ocasiones se llamaban únicamente para discutir. Pero, según cuentan, lo más difícil fue terminar con sus recaídas amorosas post separación. "Pasaron algunos meses y de repente, no me acuerdo en qué minuto, nos empezamos a ver como amigos. A querernos así. Después de haber vuelto de un viaje a Nueva York, yo lo empecé a ver distinto", cuenta Valentina.
Para Leonardo, aceptar el quiebre fue aún más complejo. “Estuve bien triste, porque me pasaron hartas cosas malas después de terminar con la Vale. Por eso mismo, entendí que no tenía sentido pelear con una persona que me había ayudado a crecer, que me había incentivado a estudiar y que me había apoyado siempre”, explica Leonardo, quien a pesar de que no ha vuelto a pololear, dice que sí se volvería a enamorar de otra persona.
Ahora los dos se ríen de esa época en que se llamaban para discutir. Hoy, Leonardo incluso aconseja a Valentina en su nueva relación amorosa. “A veces no estoy bien, porque echo de menos a mi pololo que vive en Boston, entonces el Leo me da ánimo y me dice que tengo que tener fuerza, que todo va a salir bien”.
Ella cuenta que su novio no siente celos por Leonardo. De hecho, no le molesta que a veces salgan a carretear juntos o que algunos domingos se vayan de picnic al cerro San Cristóbal, porque confía plenamente en ella. “Ese dicho de ‘donde fuego hubo, cenizas quedan’, no siempre se cumple. No me había pasado con otras parejas. Creo que fue porque ellos no buscaban lo mismo que yo”, dice Valentina.
Para Javiera de la Plaza, la edad cronológica no necesariamente está relacionada con la madurez para establecer una relación de amistad. "Esto tiene que ver con el proceso reflexivo que se haya realizado y con la estabilidad que ha alcanzado una persona", y aclara que una opción como ésta siempre ha de estar avalada por un sentimiento genuino de amistad.
Además, explica que está bien realizar los mismos panoramas que se hacían antes de la ruptura, mientras esto esté transparentado con la actual pareja y no se haga todos los días. “Porque si bien hay excepciones, éstas suelen ser situaciones que se prestan para otra cosa si se realizan con una insistencia inadecuada al contexto de una ex pareja”, argumenta.
SIN RETORNO
Consuelo (nombre ficticio que ella eligió para contar su caso) asegura que la relación con su ex marido y padre de su primer hijo, no es algo que le traiga recuerdos bonitos. Su matrimonio duró sólo un año y medio, por la falta de compromiso de su “ex” como padre y esposo. “Además, su progresivo gusto por el alcohol me aburrió. Se ponía violento… Después de nuestra separación traté de ayudarlo y pensé que podríamos ser amigos, porque no terminamos mal y porque hablábamos por teléfono sobre nuestro hijo. Pero no se pudo”, cuenta a 30 años de haberse separado.
Apenas él se enteró de que Consuelo había conocido a otra persona y de que tenía intenciones de casarse, él la empezó a tratar mal. “Lo tomó como un engaño, y ahí entendí que se había acercado pensando en otros fines y no por su hijo. Y él no tenía por qué pagar las consecuencias de nuestra separación. Mi ex marido fue tan egoísta y mala persona con los dos, que desde ahí no volví a luchar por una posible amistad ni a preocuparme por su adicción al alcohol. Así es que traté de disminuir las visitas para evitar problemas. No nos vemos, no hablamos ni preguntamos el uno por el otro. Es como si no existiéramos”.
Consuelo lamenta esta situación porque, según explica, a su hijo le ha pesado profundamente la ausencia de su padre. “Mi actual marido ha cumplido ese rol, aunque creo que él inevitablemente se siente un poco abandonado, porque es difícil para un niño olvidarse de esta ausencia… Como mamá, es algo que te persigue para toda la vida”.
La sicóloga de parejas Perla Sanhueza explica que la posibilidad de mantener una relación cercana con la ex pareja depende únicamente del daño que haya habido de por medio. "Si hubo maltrato físico, por ejemplo, o si se dijeron cosas muy fuertes, hirientes, es muy difícil que esa relación se transforme en amistad. Lo que seguramente habrá ahí es rencor y rabia, aunque hayan hijos", argumenta.
De la Plaza agrega que, por lo general, es sano intentar tener una relación cordial con los "ex" y que ésta puede ir en una gradiente: desde hablarse mejor hasta tener una amistad verdadera. "Pero si alguien no se siente capaz de hacer eso, entonces que no lo haga. Esta es una elección absolutamente válida, porque uno tiene que optar por lo sano y lo que es más congruente con lo que piensa y siente".
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