La memoria, el recordar, es un asunto complejo y para dar cuenta de ella se podría recurrir lo mismo a la neurofisiología que a la magdalena de Proust. Entre las preocupaciones de Andreas Huyssen han tenido una presencia central las distintas manifestaciones de la memoria cultural  y el trauma histórico. Nacido en Alemania en 1942, Huyssen no podía sino estar consciente de la memoria del Holocausto. Ha estudiado ese tema, así como el contexto internacional de distintos memoriales. Pero también ha dedicado su atención a las artes visuales, la historia, la filosofía del arte, la literatura o la revisión de la nociones de modernismo y posmodernismo.

Especialista en literatura alemana (cofundador de la revista New German Critique) y profesor en la Universidad de Columbia, en EEUU, su último libro se ocupa de una forma literaria que llama “miniaturas metropolitanas”, que son como astillas de un tiempo que se ha trizado. Huyssen cita allí el aforismo de Theodor Adorno: “La astilla en el ojo es la mejor lupa”

¿Cómo describe su “campo”?

Formado en las literaturas modernas alemana y romances, mis intereses, combinados con el momento post 1960 de la Teoría Crítica, me empujaron más allá de los estudios literarios hacia la historia cultural, las artes visuales y los estudios urbanos.

El estudio del pasado, ¿es siempre político?

Depende de cómo se defina lo político. La mejor historiografía tendrá en cuenta su propio presente y cómo ese presente abre nuevas preguntas sobre el pasado. Si lo político significa “partidista”, entonces la respuesta a su pregunta es no. Pero ninguna historiografía es simplemente objetiva o definitiva, aunque la objetividad y la evidencia sean herramientas indispensables en la caja de herramientas de un historiador.

¿Podrían los estudios de la memoria convertirse en una industria o una moda?

¿Hay algo en nuestro mundo que no se convierta en una industria o una moda? Esto no impide la urgencia de los estudios de la memoria histórica en los países post dictadura que han experimentado violaciones graves y continuas de los derechos humanos. Con mucha frecuencia, la denuncia de los estudios de la memoria como una moda es un argumento para la evasión y el olvido de un pasado incómodo.

Tras casi 30 años del debate modernidad / posmodernidad. ¿Qué queda de él?

El debate sobre la modernidad sigue siendo vital como los recientes debates sobre las modernidades alternativas y la modernidad en general han demostrado. El concepto de la posmodernidad como se definió en la década de los 80 se ha convertido en un fenómeno histórico, alguna vez estimulado pero limitado a un debate cultural en los EEUU en ese momento. La ‘posmodernidad’ ha sido reemplazada por el nuevo significante maestro ‘globalización’, el cual ha producido sus propias ilusiones de novedad radical, principalmente en el contexto de la revolución digital y la ideología económica neoliberal.

¿Qué es una “miniatura metropolitana”?

La miniatura metropolitana es un modo de escribir prosa breve experimental practicado desde Baudelaire hasta Rilke y Kafka, Kracauer, Aragon, Benjamín y Musil, que acusó recibo de los cambios en las realidades metropolitanas europeas (París, Viena, Praga, Berlín) y de las transformaciones concomitantes de percepción bajo la presión de los nuevos medios visuales como la fotografía y el cine. Es una forma literaria que remediatiza los medios visuales sólo en el lenguaje. Para mí es uno de los mayores inventos del modernismo literario. Es interesante notar que este tipo de escritura estuvo bastante extendida en la literatura latinoamericana también. Mi interés en la miniatura metropolitana como modo de escritura de folletín de fines del siglo XIX y comienzos del XX, se basó en la corazonada de que el así llamado giro visual que llega con la Internet en la década de los 90 tiene precursores en esos periodos anteriores. Nunca nada es tan nuevo como se afirma.

En su último libro defiende la importancia de la “lectura atenta”. ¿Su base sigue siendo literaria?

Miniature Metropolis es un libro sobre literatura sin pedir disculpas. Se basa en el método de lectura atenta en que me formé, pero trata la literatura como parte de un campo más amplio, el de los medios de comunicación verbales y visuales.