Antony Beevor: "Ahora se acepta que la bomba atómica que se lanzó en Japón salvó muchas vidas"
En entrevista con La Tercera, el mayor historiador de la Segunda Guerra Mundial señaló que no existen dudas que el Ejército soviético fue la clave para vencer a Hitler hace 70 años.

El historiador británico, Antony Beevor, es uno de los más influyentes expertos y conocedores de los más profundos detalles de la Segunda Guerra Mundial. Autor de varios libros sobre este conflicto bélico, como Stalingrado; El Día D, la batalla de Normandía y Berlín. La caída, 1945, la obra que recibió más elogios, en mayo lanzará Ardennes 1944, Hitler’s last gamble. En esta entrevista con La Tercera desde Londres, Beevor analiza los pasajes más profundos de la Segunda Guerra y de cómo Europa se ha dividido a 70 años del final de esa contienda que marcó al siglo XX.
¿Cuáles son las mayores lecciones a siete décadas del término de la Segunda Guerra Mundial?
Uno de los peligros de la Segunda Guerra Mundial es que se ha convertido en un punto de referencia cada vez que existe un conflicto o una crisis. Esto pasó en 1956 con la invasión al canal de Suez por los británicos, cuando Anthony Eden (primer ministro británico) trató de comparar (al presidente de Egipto, Gamal Abdel) Nasser con (Adolf) Hitler y después cuando (el Presidente de Estados Unidos) George H. Bush comparó a Saddam Hussein con Hitler. El problema de los conflictos es que son impredecibles, porque siempre pueden terminar de formas distintas. La gente tiende a mirar el pasado para tratar de entender el futuro, pero -de hecho- la historia no se interpreta, no es predictiva, no porque una cosa pase de una forma determinada en el pasado, significa que se va a repetir en el futuro de la misma forma. La historia no se repite en sí misma, a pesar de lo que a veces piensa la gente. Otro aspecto es que la Segunda Guerra sí reunió a la historia, en una forma interesante, en parte -por supuesto- por su alcance global, porque se extendió a todo el mundo. También porque aceleró el fin del colonialismo en Africa y Asia. Es la primera vez que la historia mundial se juntó. Creo que sólo en los últimos años empezamos a ver cómo la Segunda Guerra realmente fue interactiva entre distintos escenarios. Por ejemplo, la forma en que el Pacífico afectó a Europa y viceversa. Tendemos a mirar la Segunda Guerra en términos de un gran choque de estados, pero fue mucho más complejo que eso; no fueron sólo dos guerras, fueron muchos conflictos los que forman la Segunda Guerra, es una combinación de distintos conflictos y aún no hemos apreciado completamente eso. Especialmente, porque sabemos tan poco sobre la Guerra Sino-Japonesa (1937-1945), creo que es necesario leer más sobre eso para entender mejor un posible conflicto en el Lejano Oriente, en el Mar del Sur de China, porque las tensiones entre Japón y China están aumentando de nuevo. Es importante entender eso de alguna forma, porque ese fue el comienzo de la Segunda Guerra. El conflicto no comenzó con la invasión de Hitler a Polonia.
Esta conmemoración es diferente a otras porque existe una revisión histórica sobre muchos aspectos. Por ejemplo, la visión sobre los aliados ya no es tan positiva ¿A qué se debe eso?
Creo que todo ha cambiado mucho. Creo que siempre fue un error, especialmente en Estados Unidos, cuando después de la Guerra de Vietnam ese país comenzó a mirar hacia atrás, hacia la Segunda Guerra Mundial, y trató de verla como una guerra en la que ellos eran los buenos y, por lo tanto, como una guerra buena. Creo que mucha gente se dio cuenta que no era tan simple. Era una guerra que tuvo que ser peleada, no era una guerra que se pudiera evitar. Obviamente se han hecho comparaciones entre la Primera Guerra Mundial y el aniversario de la Segunda Guerra Mundial. Eso es bueno en sí mismo, porque significa que la gente lo ha mirado de una forma más abierta. Pero cuando alguien ve que los aliados son el demonio, o algo así..., siempre estuvimos conscientes de los excesos en el bombardeo a Alemania. Ciertas cosas han cambiado en otra dirección. Ahora, los historiadores aceptan que la bomba atómica que se lanzó en Japón, en realidad, salvó muchas más vidas de japoneses. Esto porque documentos encontrados en Japón muestran que el Ejército nipón estaba preparado para perder 28 millones de personas en los combates de 1946. Así que las dos bombas probablemente salvaron muchas, muchas, muchas veces el número de vidas que cobraron. Mucha gente habría muerto por inanición, si Japón hubiese seguido hasta 1946. Eso habría matado a un número muy grande de civiles, pero fue una forma en que el Ejército japonés intentó forzar a los civiles a pelear con bombas suicidas, que fue lo que hizo la guerra tan horrorosa. Aún más de lo que ya era. Sí, ha habido diferentes cambios, por ejemplo, el hecho de que el Ejército japonés haya usado el canibalismo como un arma para continuar en la guerra hasta el final, en momentos en que la Marina estadounidense comenzaba a dominar el Pacífico. Las guarniciones de cuarteles en el Pacífico ya no podían recibir ningún suministro de Japón así que les ordenaron el canibalismo, es decir matar a los prisioneros para comérselos. Ninguno de nosotros supo esto; un joven historiador japonés lo descubrió en los archivos estadounidenses. Siempre hay cosas nuevas, pero no creo que nuestro entendimiento global de la Segunda Guerra vaya a cambiar de manera importante.
En mayo usted lanzará un nuevo libro sobre “la apuesta final” de Hitler ¿Qué puede adelantar?
No es sobre Hitler mismo, sino que su última apuesta, que fue el ataque de diciembre de 1944 en Ardenas, cuando con una idea loca -que tenía una posibilidad en 100 mil de funcionar-, pero esperaba que de alguna forma podría dividir a los aliados y quizás forzar a alguno a salirse de la guerra. Creo que se dio cuenta con el número de decisiones que tenía que tomar para este ataque que podía hacer muy poco en el frente Este para cambiar las cosas y, por eso, el frente occidental era el lugar para hacerlo. Pensó que podría dividirlos, no físicamente por su ataque, sino que colapsando las tensiones por los desacuerdos entre los aliados, al provocarlos más. De hecho, fue una batalla muy importante.
¿Hay aspectos todavía por descubrir sobre Adolf Hitler?
Uno siempre puede especular psicológicamente sobre Hitler, es siempre un área interesante, que quizás esté fuera del área de competencia de los historiadores. Recuerdo que hace muchos años, más de 20 años, le pregunté a un renombrado psiquiatra -que estaba fascinado con el período y los personajes- cómo definía a (Josef) Stalin o a Hitler. El lo pensó un poco y dijo: con Stalin probablemente puedes decir que era un esquizofrénico paranoico. En el caso de Hitler, todo lo que puedo decir es que tenía un desorden de personalidad. Me acuerdo que Andrei Sajarov, el físico nuclear soviético, decía, con razón, que Stalin puede haber matado más de su propia gente, pero si Hitler hubiera ganado en el frente oriental, las matanzas, el sufrimiento, hubieran sido indescriptibles. Su plan de matar de inanición de forma deliberada a 36 millones de soviéticos podría haber hecho lucir quizás al Holocausto como algo muy menor.
Hubo muchos suicidios en el entorno de Hitler, como el caso de Joseph Goebbels, que se mató junto con su familia ¿Por qué?
Ellos sabían que serían procesados y ejecutados, algunos de ellos no estaban preparados para ser acusados, pero todos ellos habían preparado herramientas para suicidarse. Por ejemplo, (Heinrich) Himmler había tomado su pastilla cuando fue capturado por los británicos. Hitler siempre fue un potencial suicida, consideró suicidarse en varios momentos de su vida, mucho antes de llegar al poder, incluso antes de la Primera Guerra Mundial. Recuerdo haber discutido esto con uno de los generales que estuvo en el búnker con Hitler hasta el final, que me decía que Hitler tenía una autoidentificación muy fuerte con los alemanes, lo que era muy irónico considerando que era austríaco más que alemán. Como resultado, como él creyó que iba a morir, entonces los alemanes tenían que morir con él. Por eso llevó a cabo todas las órdenes para destruir todo en Alemania porque quería hacerles la vida imposible, especialmente a aquellos que podrían sobrevivir y que no lucharon hasta la muerte.
El término de la Segunda Guerra pavimentó el camino para la creación de la Unión Europea. Ahora, Europa enfrenta una serie de problemas con Grecia y Reino Unido, que está planteando convocar a un referendo para la salida del bloque, y el surgimiento de los nacionalismos ¿Cómo evalúa esta situación?
Este es un punto muy importante. La Unión Europea siempre ha tratado de justificar su propio proceso de unificación al decir que debido a la Unión Europea no ha habido una guerra en Europa. Eso es una estupidez, porque se trata de democracia, de gobernanza, no de la unificación. Es un mal análisis de toda la situación. Las democracias no pelean entre sí. Esto -de hecho- va directo hacia el centro de la crisis de Europa actualmente, porque al introducir el Euro - que está fracasando, tal como lo predijeron los británicos en su momento- antes de tener la unificación política significa que ahora van a tener que introducir un mayor poder centralizado de Bruselas por sobre el resto de los países del bloque. Eso va a provocar la proliferación de los nacionalismos, que la Unión Europea estaba tratando de deshacerse. Cuando tratas de deshacerte de los nacionalismos, puedes también hacer que el nacionalismo se vuelva más intenso y eso es lo que estamos viendo en Hungría, Francia, Finlandia y obviamente en Grecia. Vas a provocar una contra reacción que es más fuerte que cualquier deseo de unificación. El respaldo a la Unión Europea en Europa ha caído dramáticamente. La ironía es que en Inglaterra la gente en general está más reticente a dejar la Unión Europea de lo que estaban hace unos años. No se ha hecho mucho análisis sobre esto, de por qué está ocurriendo. Creo que se trata del miedo de que si abandonamos la Unión Europea, entonces sufriremos con el resultado en términos de caída del ingreso y cosas por el estilo. No se trata de que hay mucho entusiasmo por la Unión Europea, pero en general, si hubiera un referendo mañana, basándose en las encuestas, una mayoría del país (Reino Unido) diría que se quiere quedar. Eso no pasaba hace dos o tres años.
Respecto al rol del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. Los soviéticos sienten que fueron decisivos para derrotar a Hitler ¿Está de acuerdo?
Eso es absolutamente cierto, no hay duda sobre eso, uno lo puede ver por el análisis de las cifras que fue el Ejército Rojo la gota que rebasó el vaso. En 1942 y 1944 los soviéticos mataron casi al 80% de las fuerzas nazis y a casi todos ellos los mataron en el frente oriental. Eso no significa que la Unión Soviética hizo todo eso por sí sola, porque parte del respaldo que recibió fue muy importante. Estados Unidos le dio miles de vehículos de guerra a los soviéticos que hicieron una gran diferencia en la rapidez del avance del Ejército Rojo. Y, de hecho, los historiadores rusos han tenido que aceptar esto. Si no les hubieran dado estos vehículos, los estadounidenses hubieran llegado a Berlín mucho antes que los soviéticos. Es una de esas ironías. Pero los soviéticos, en general, no tienden a admitir eso, ni tampoco que hubieran muerto de hambre en el invierno de 1942-1943 si no hubiera sido por todos los suministros, comida, carne enlatada, maíz y trigo.
¿Cómo evalúa el expansionismo ruso en la actualidad?
Aquí hay un buen ejemplo de cómo es muy peligroso hacer paralelos con la Segunda Guerra Mundial. Hay unas similitudes que son superficiales con respecto a lo que pasó en 1938 y 1939. Eso sería muy peligroso, porque (el Presidente ruso, Vladimir) Putin, no es Stalin, ni tampoco Hitler. Sí hay un paralelo psicológico que es importante. Cuando tienes una gran superpotencia, que ha sido completamente humillada, como pasó con Alemania tras la Primera Guerra Mundial y la Unión Soviética como resultado de 1989, entonces surge una mentalidad respecto de las aspiraciones nacionalistas o las visiones democráticas (de esas naciones) sobre los países vecinos, y si es su derecho dominar o no la esfera que ellos consideran de influencia. Ese fue el caso de Hitler en Alemania y, hasta cierto punto, de Putin actualmente. Esa creencia de que Rusia tiene el derecho de reafirmar el control de esas áreas que controló en el pasado.
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