Así es Narcos, la gran apuesta de Netflix para el segundo semestre
La serie que debuta en agosto recrea el ascenso de Pablo Escobar desde la perspectiva de sus perseguidores.

“No por nada el realismo mágico nació en Colombia”, dice un texto que introduce los primeros segundos de Narcos, la serie que Netflix estrenará el 28 de agosto. La referencia alude a sucesos que resultan tan extraños que son casi imposibles de creer. Pero así era la Colombia de Pablo Escobar.
La vida del infame narcotraficante del país cafetero, que actuó prácticamente como una autoridad más en Medellín por dos décadas, ha sido adaptada incontables veces en cine y televisión, además de descrita en múltiples piezas de no ficción. Una biografía que invita a aceptar la afirmación de la serie, con episodios llenos de mitos, verdades increíbles y una imagen tan odiada como amada.
¿Qué separa a Narcos de los otros trabajos que han ficcionado la vida de “El patrón”? Aquí, la presencia de Escobar es sólo una cara de la historia. La producción también se enfoca en la persecución del líder del Cartel de Medellín durante la década del 80, y la alianza entre diversas instituciones internacionales para declararle la guerra al narcotraficante, cuya influencia se extendía no sólo por la sociedad de su país, sino que también por las autoridades gubernamentales y la policía colombiana.
La serie, una de las diversas apuestas del servicio de streaming para este 2015 (ver recuadro), comenzó a grabarse a mediados del año pasado, y fuera de los personajes principales y algunos detalles generales de la trama, la producción ha jugado al misterio con la forma de tratar la historia.
Co creada y dirigida por el brasileño José Padilha (director del remake de Robocop), y escrita por Chris Brancato (Hannibal), la acción de Narcos comienza en 1989, pero utiliza varios flashbacks temporales para contar el ascenso de Escobar (interpretado por el actor brasileño Pablo Moura, de actitud tan carismática como intimidante) desde principios de los años 70, antes de entrar siquiera al negocio de la cocaína, hasta un evento que desatará el conflicto principal de la temporada.
La historia es narrada en una voz en off por el agente de la DEA (Administración de Control de Drogas en Estados Unidos), Steve Murphy (Boyd Holbrook), quien es enviado a Colombia junto a su mujer para liderar la caza a Escobar, luego de haber vivido en carne propia los efectos del narcotraficante en Miami, su principal destino de exportaciones.
Ahí conoce al agente mexicano Javier Peña (el chileno Pedro Pascal, de Game of thrones), su compañero en la misión, hace un tiempo ya instalado en el país cafetero, y no exactamente popular con las autoridades norteamericanas debido a sus métodos alejados del marco legal. Ambos personajes están basados en los oficiales del mismo nombre que lideraron la búsqueda de Escobar a fines de los 70 y principios de los 80.
Si bien la producción es norteamericana, la mayoría de su elenco es latino, y se aleja de la tónica de algunos dramas de la televisión por cable estadounidense. La temática es violenta y algo oscura, pero se matiza con momentos cómicos más cercanos a Buenos muchachos de Scorsese que a True detective, además de una estética retro que le entrega cierta ligereza a la historia. Los diálogos son en inglés y español, aunque éste último es el idioma que prima en los primeros episodios, más allá de la narración.
Todo comienza en Chile
La presencia de Pascal en el elenco es sólo una parte del rol que juega Chile en la conformación de esta historia. El proyecto también cuenta con la participación de los actores nacionales Paulina García y Luis Gnecco. De estos tres, sólo el último interpreta a un personaje de origen chileno: Mateo Moreno, alias “Cucaracha”.
El protagonista de El bosque de Karadima -que en Prófugos de HBO ya había encarnado un personaje de características y nombre similar, Mario Moreno- es en la serie un narcotraficante chileno ficticio que, en esta historia, es uno de los pioneros en el negocio de la cocaína. Moreno escapa de un pelotón de fusilamiento militar en 1973, poco después del Golpe de Estado en el país, rumbo a Colombia buscando un nuevo socio. Así, él se convierte en el responsable de introducir a Escobar en el tráfico de esta sustancia. Y mientras el colombiano se encarga de la movilización de la droga, el chileno opera como “el artista”, como define su proceso de fabricación.
García, por su parte, tiene el rol recurrente de Hermilda Gaviria Escobar, madre del narcotraficante, que sirve para ejemplificar la particular vida personal de este último, devoto hombre de familia a pesar de las infidelidades que cometía a su esposa, y con un apoyo incondicional de su entorno, que estaba al tanto de su “trabajo”.
La turbulenta historia de Chile de la época también es abordada por la narración del agente Murphy, quien “revela” la participación del ex Presidente de EE.UU. Richard Nixon en el ascenso de Augusto Pinochet al poder.
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