Histórico

Auge y caída del nuevo rock local

En 1995, la filial chilena del sello EMI inició el Proyecto del Nuevo Rock Nacional, iniciativa que replicaron otras firmas y que permitió el despegue de grupos como Los Tetas, Lucybell y Tiro de Gracia. Carlos Fonseca, el cerebro de la iniciativa, así como músicos de la época, recuerdan cómo se gestó la última revolución de la industria musical criolla.

Después de ganar un concurso en el programa Extra jóvenes, que les permitió telonear a Los Pericos, el grupo Bambú llamó la atención de Carlos Fonseca, por ese entonces director artístico de la filial chilena del sello EMI. El ex mánager de Los Prisioneros les ofreció un contrato para ser parte de un nuevo proyecto de la compañía, el cual se terminó de cerrar un par de meses después en el estacionamiento del pub Staff, en La Florida.

Era 1995, y así como el grupo que comandaba Quique Neira (que eventualmente emigraría a Gondwana), otra decena de bandas fueron fichadas ese año por la compañía disquera, que tenía entre manos una idea inédita hasta entonces para la industria local: el Proyecto de Nuevo Rock Nacional, que permitió que conjuntos como Los Tetas, Lucybell y Tiro de Gracia grabaran su primer disco. La iniciativa, sólo comparable -pese a sus diferencias- con lo que ocurrió 30 años antes con la Nueva Ola, terminó por definir el sonido de una época, y a 20 años de su puesta en marcha su eco aún resuena en la escena criolla.

"Había que generar un cisma, había que crear una escena y tenía que ser con bombos y platillos", explica Fonseca, que contó con el respaldo del entonces nuevo mandamás del sello en el país, el italiano Luigi Mantovani. "El venía de fundar la Virgin con Richard Branson, muy creativo y con otra visión. Se dio cuenta que en Chile había una oferta musical, una escena que podía trabajarse, pero yo no tenía una lista hecha, tuve que salir a buscar, porque eran muy pocos los que estaban tocando", añade.

Así se fueron sumando los primeros nombres: Los Santos Dumont, Machuca -ambos de Concepción- y Christianes, además de Los Tetas, Joe Vasconcellos y Lucybell, quienes se transformaron en artistas prioritarios y beneficiarios de altos presupuestos para grabación y promoción.

"En un año pasamos de tocar en clubes a cambio de tragos, a grabar en el mejor estudio de Chile y a hacer un videoclip con una inversión cotota. Yo tenía 20 años y estaba viviendo el sueño del pibe", rememora Quique Neira. "Nosotros tocábamos por diversión, pero cuando nos hicieron la oferta congelamos nuestras carreras y nos vinimos a Santiago", añade Claudio "Basura" Infante, de Machuca.

La apuesta tuvo efectos inmediatos y los álbumes comenzaron a despacharse en decenas de miles, al tiempo que los singles y videoclips lograban alta rotación en las radios juveniles y los canales de música de la época. En paralelo, la prensa y los nuevos suplementos de música dedicaban varias páginas a esta nueva camada de artistas criollos.

"Se generó un concepto general como de que 'acá está todo pasando'", recuerda Fonseca, cuya idea  fue rápidamente replicada por las otras grandes multinacionales  instaladas en el país, como Sony, Warner y BMG, además de Alerce. Así surgieron nuevas apuestas como Javiera Parra y los Imposibles, Los Miserables y Chancho en Piedra, entre muchos otros.

El año dorado del rock chileno tuvo su corolario en diciembre de 1995, con dos megaconciertos  en el Court Central del Estadio Nacional organizados por EMI y Alerce, y realizados con sólo una semana de diferencia. Tras cinco años de democracia en que no llegó la revolución musical que se esperaba -salvo las excepciones de Los Tres y La Ley-, los chilenos empezaron a comprar discos y a llenar recintos para ver a nuevas bandas nacionales.

EL TIRO DE GRACIA

En 1996, un año y algo después de la explosión, comenzaron los primeros problemas. Esto, en primer lugar, porque no todas las experiencias del Proyecto del Nuevo Rock Nacional fueron exitosas. El solista Jano Soto y el dúo Terciopelo no lograron dar el salto "por falta de carisma principalmente", según Fonseca-, a lo que sumaron casos derechamente insólitos, como el del grupo La Isla, cuyo vocalista, apenas recién lanzado su álbum debut, viajó a India y no regresó hasta varios años después.

Pero el principal inconveniente vino desde la propia EMI, que debido a pugnas regionales comenzó a recortar progresivamente el presupuesto para el proyecto. Esto lo sufrieron no sólo grupos como Los Tetas -a quienes se les negaron $6 millones para acompañar en una gira continental a los argentinos Illya Kuryaki, sino también los últimos fichajes de la iniciativa, como Pánico y La Dolce Vita, con escaso apoyo de marketing.

"Acá había un talento y nos cortaron las alas desde el extranjero. Afuera no nos dieron bola", cuenta Fonseca, quien finalmente renunció a la firma no sin antes lanzar el último gran acierto del proyecto: el trío hip hop Tiro de Gracia, que terminó vendiendo más de 60 mil copias del disco Ser hümano!!, y extendiendo un poco la vida de la iniciativa.

Para Fonseca, pese a lo truncado, el proyecto marcó la historia de los años 90 y dejó una continuidad. "Era algo que tenía que suceder y que tenía que suceder de esa manera. A los que vinieron después, salvo Los Bunkers, nadie los apoyó", dice.

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¿Vas a seguir leyendo a medias?

NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesTodo el contenido, sin restricciones SUSCRÍBETE