Balloon Chile: El reality de la innovación social
Balloon Chile es una iniciativa que busca fomentar la innovación social a través del traspaso de experiencias y herramientas entre emprendedores locales y personas que decidieron pagar un precio para llegar a Chile y ayudar a alguien. Por Carolina León Salamanca

¿Puede imaginar que alguien sea capaz de pagar por trabajar? Sí, es un tanto extraño, pero Balloon Chile lo demuestra. Una empresa que desarrolló un programa de cinco semanas en que personas de distintos lugares del mundo postulan para trabajar en comunidades chilenas.
La idea del programa es que durante esas cinco semanas, las personas que llegan -conocidas como fellows- apadrinen a uno o varios emprendedores y los ayuden a potenciar sus negocios, generando cadenas de contactos y negocios con mayor estabilidad económica.
Para quienes han pasado por la experiencia, la mejor forma de describirla es como un reality show, pero de innovación social. Parte de ello porque esta modalidad busca que quienes pasan por el programa nunca más vuelvan a ser los mismos.
Los inicios
La historia partió en 2010 cuando su fundador, Sebastián Salinas, trabajaba en un proyecto de la Fundación Mustakis. Allí se relacionó con emprendedores de Galvarino, en la Región de La Araucanía, enseñándoles lo que sabía acerca del método Canvas (un tipo de modelo de negocios). En ese proyecto, notó que el esquema que generalmente se utiliza en empresas de gran tamaño también funcionaba a baja escala y tenía éxito en pequeños talleres artesanales.
Al ver los buenos resultados, Sebastián decidió contactar a Alex Osterwalder, creador del modelo Canvas. Para su sorpresa, Alex le contestó de inmediato y lo invitó a escribir su experiencia en el blog businessmodelgeneration.com. Fue ahí donde Salinas generó redes con personas interesadas en la innovación social.
Una de ellas fue el británico Joshua Bicknell, con quien decidió viajar a Kenia para probar en terreno si era posible generar trabajo en comunidades vulnerables a través de la enseñanza de metodologías y herramientas de emprendimiento e innovación.
“El resultado fue un éxito. El viaje me cambió el chip completamente, porque me involucré en los problemas de allá. Uno se las ingeniaba para potenciar de la mejor forma posible las ideas que iban surgiendo. Estando allá pensé que esa experiencia la podríamos vender y así ayudar a comunidades en Chile”, relata Sebastián.
Llegó a Chile con la idea de replicar la experiencia y venderla. Pero a pesar de su optimismo, desarrollar su proyecto fue más complejo de lo que pensaba. “Me rechazaron la idea 14 veces. Todos los fondos a los que postulé me cerraron las puertas. En algunos de ellos el proyecto ni siquiera pasó las primera etapas”, cuenta.
El rechazo por parte de instituciones públicas y privadas no lo desanimó; por el contrario, lo motivó a desarrollar el programa con financiamiento propio. “El proyecto era una buena idea; vi cómo fueron los resultados en Kenia”, relata.
Hoy, cuatro años después, Balloon va en su quinta versión en Chile y se ha replicado en México, Argentina, Ghana, Uganda y Kenia, con muy buenos resultados. Luego de realizar una versión piloto, al décimo quinto intento, Sebastián logró conseguir financiamiento.
La experiencia
Fellows, así llama el programa a las personas que vienen a ayudar a los emprendedores locales a través de la experiencia. Pero ser un fellow no es sencillo. La persona debe postular, enviar su currículum, ser entrevistado y realizar un test de personalidad. A eso se debe sumar que la experiencia de cinco semanas le costará US$ 2.800.
“Los dineros que se reciben están destinados a cubrir materiales, entrenamientos, movilización, alojamiento, alimentación...todo lo relacionado con estar cinco semanas trabajando. Además, tenemos una serie de convenios y modalidades de pago. Incluso se puede pagar trabajando. Por plata nadie se queda fuera. Tienen que vivir este reality de innovación social”, explica Sebastián.
Marco Gallardo participó como fellow en el programa que se aplicó en Pucón-Curarrehue. Su casa de estudios, la Universidad de La Frontera, le dio una beca que costeó el paso por el programa.
“Es increíble. La magia es que uno se involucra en realidades que no conoce, en un Chile que está ahí, pero que nadie ve. Uno, en esas semanas, es una herramienta que sirve para mejorar la calidad de vida de otra persona. Ver cómo puedes ayudar a cambiar una realidad es algo inexplicable”, sostiene Marco.
Lo que Balloon hace gracias al apoyo de diversas entidades públicas y privadas, es que durante cinco semanas capacita a los fellows para que luego sean ellos los que realicen capacitaciones a los emprendedores locales. Además, busca generar cadenas de contactos entre los emprendedores y su alrededor.
“Lo ideal es que se genere un lazo entre los emprendedores, los fellows y las instituciones que participaron en la experiencia. Si un hotel nos recibió, lo ideal es que luego le compre los productos al emprendedor que tiene cerca”, explica Salinas.
María San Martín es una de las primeras fellows del programa. Estaba trabajando en Barcelona cuando sus compañeros de trabajo le presentaron la iniciativa. “Mira lo que están haciendo en Chile, me mostraron. Luego de eso, me puse en contacto con Sebastián y comencé a ayudarlo con la difusión”, cuenta y agrega que “cuando me enteré que comenzaba, pensé inmediatamente que no me podía quedar fuera. Fue increíble, hasta el día de hoy mantengo contacto con los emprendedores con los que trabajé”.
Emprendedores
Fernanda Gutiérrez es una de las emprendedoras que participó en la versión realizada en el Valle de Colchagua. Según cuenta, Balloon marcó un antes y un después en su vida, entregándole herramientas que le permitieron mejorar su situación económica.
“Antes de participar, mi casa era muy pequeña. Tenía la cocina, el comedor, el living y el dormitorio juntos, era muy pequeña. Luego de mi paso por el programa, mi situación como artesana en cuero mejoró, comencé a vender más y eso me permitió ampliar mi casa”, relata Gutiérrez
“Qué nos van a venir a enseñar estos chiquillos”, pensó Carmen Chávez al ver el equipo de fellows que la iba a ayudar a potenciar su negocio de artesanías de lana. El juicio que realizó de ese equipo, luego de las cinco semanas de trabajo, cambió completamente.
Hoy, al preguntarle por los fellows que la ayudaron, cuenta que está agradecida. “Ellos me dieron las herramientas para que yo, por mí misma, fuera capaz de perfeccionar lo que estaba haciendo. Ellos me dieron la ayuda que ninguna otra institución me dio. Ellos se involucraron de verdad y comprendieron nuestra realidad”, finaliza Carmen.
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