Un caballero del fútbol

En su anuario de 1959, la revista Estadio omitió en su ranking a Hernán Rodríguez sólo por un olvido. Los lectores protestaron, pero no el afectado. "Un muchacho modesto, tranquilo, un trabajador del fútbol. Un profesional honesto y responsable, un deportista ejemplar. Le habrá dolido, seguramente, pero esto no lo desalentará. Pensará, sinceramente, que los otros son mejores que él. Y tratará en lo posible de seguir progresando para ganarse un puesto en el escalafón", se disculpó el semanario.
Hernán Rodríguez Aliste nació el 2 de mayo de 1933 en Santiago (cumplió 83 años). Medía 1,71 metros y pesaba 65 kilos. En su hogar de Rancagua, es pensionado de Codelco, recuerda sus inicios en Magallanes, tercera infantil (1946), el traslado de su familia a Sewell, donde fue half de apoyo del Deportivo Alianza y se hizo jugador de básquetbol, el año en Naval de Talcahuano (1953) y su contratación en Colo Colo, donde estuvo siete temporadas (1954-1960) y conquistó tres títulos: los torneos 1956 y 1960 y la Copa Chile 1958. Después, Ferrobadminton (1961-1965) y Rangers (1966-1967). El segundo año en Talca dirigió el equipo en reemplazo del entrenador uruguayo Adolfo Rodríguez.
Por la selección nacional de Luis Tirado fue vicecampeón sudamericano en Santiago 1955, con la de Fernando Riera disputó el Sudamericano de Buenos Aires 1959 y fue capitán en la gira a Europa 1960. Su última actuación fue en el 5-1 a Hungría, en diciembre de 1961. ¿Por qué no llegó al Mundial de 1962? "No lo sé. Tal vez porque ya no estaba en un equipo grande".
Por su despliegue en la cancha lo bautizaron Siete Pulmones, una década antes de que Rubén Marcos recibiera el mismo apodo en el Ballet Azul. "Si me hubiesen pagado por kilómetros recorridos con el registro de un taxímetro, habría sido millonario", sonríe.
Con sus manos construyó su casa propia en cuatro años. En las concentraciones se dedicaba a leer: "Empecé con la revista Almanaque, la leía entera, y seguí con los autores clásicos".
¿Cómo convivía con tanto colega indisciplinado? Sonríe: "Manuel Muñoz y Cua-Cuá Hormazábal se desbandaban, pero eran futbolistas extraordinarios… Tuve la suerte de jugar al lado de Atilio Cremaschi, Jaime Ramírez, Misael Escuti, Isaac Carrasco... Mis más cercanos eran Mario Moreno, compañero de habitación; Juan Soto y mi compadre Bernardo Bello".
En el living destacan dos trofeos, un enorme Caupolicán, homenaje de Colo Colo, y el Cóndor de Mejor Deportista, elegido por el Círculo de Cronistas Deportivos (1963). "Mi preocupación siempre fue ayudar a mis compañeros. Del básquetbol apliqué la forma de poner los pies perfilados para la marcación y siempre mirar de reojo al contrincante. Empecé de delantero y me quedé en la línea media, con el 6 en la espalda, pero nunca tuve problemas en usar otro número: si faltaban Moreno, Muñoz o Bello, yo usaba la camiseta 7, 10 y 11. Conocía los puestos al revés y al derecho".
En un pasillo, enmarcadas en vidrio, las siete portadas de revista Estadio en que apareció: tres por Colo Colo, la de la Copa Chile 1958 a dos páginas; dos por la selección, una de ellas con Jorge Luco; y dos por Ferrobadminton, en una con otros jugadores.
Una caricatura de un diario argentino lo muestra con un garrote detrás de la espalda: "Fue en el Sudamericano de Buenos Aires. Seguramente pegué alguna patada", ríe…
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