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Crean alarma acuática para niños

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200811/193348.jpg" />  <br /> La pequeña pulsera de plástico con una alarma suena a más de 110 decibeles cuando se sumerge en el agua.

Cinco minutos. Eso es lo que tarda en morir un niño que se cae a la piscina. Lo primero que intentará el pequeño será respirar, lo que le bloqueará instantáneamente las vías respiratorias y le impedirá gritar para pedir ayuda. En dos minutos el cuerpo del niño estará al fondo de la piscina y ya a los cuatro minutos el daño neurológico será irreversible.

Así relata el doctor Carlos Hinzpeter, pediatra de la Clínica Las Condes, lo que se ha convertido en el país en la  segunda causa de muerte por accidente entre niños: la asfixia por inmersión. Alrededor de 200 niños -especialmente menores de cinco años- mueren al año en Chile ahogados en la piscina.

Fue esto lo que llevo a este médico a especializarse en la prevención de accidentes y a contactarse con el canadiense Robert Lyon, inventor del dispositivo electrónico Safety Turtle, para traerlo a Chile.  La pequeña pulsera de plástico adornada con una tortuga fue elegida el 2007 en Canadá como el producto del año en prevención por su labor en  prevenir estos  accidentes que a nivel mundial representan el 7,3 por ciento de las muertes infantiles.  "Uno tiene confianza en las rejas, pero éstas también  fallan, porque el niño tiene capacidad de pasarla o porque a alguien sin querer se le quedó abierta la puerta. Siempre existe la probabilidad del error humano", dice Hinzpeter.

Safety Turtle funciona como una alarma que se abrocha en la muñeca de los niños. Una estación base, con su adaptador a corriente electrica, se enchufa en la casa a una distancia máxima de 60 metros de la piscina. Si el niño  llega a caer al agua,  el aparato emite sonidos de hasta 110 decibeles. Para hacerse una idea, la alarma de un automóvil es de 70 decibeles. La idea es que los niños se saquen la pulsera sólo cuando vayan a ingresar a bañarse a la piscina acompañados de un adulto.

El dispositivo fue creado con un material de plástico de altísima resistencia, y en su interior tiene un chip electrónico que dura alrededor de cinco años. Un sensor detecta cuando el niño sumerge la pulsera al agua, el que no parará de sonar hasta que no se haya secado completamente.

"El niño no se  puede quitar la pulsera, además, como es una tortuga les encanta. La única manera de  sacarla a la fuerza es cortándola", afirma el médico.

Países como Australia y Nueva Zelandia  están próximos a decretar obligatorio el uso de este aparato en  piscinas públicas y privadas.

TARDES DE MUERTE
En Canadá el fenómeno fue  bautizado como Deaths in the afternoon (muerte en la tarde). Ello porque hay estudios que arrojan que es en las tardes  la hora en que las familias se reúnen alrededor de la parrilla para hacer barbecues con un par de cervezas, mientras los niños se bañan en la piscina,. Y es en ese momento donde se producen muchas de las muertes infantiles por inmersión.

Hinzpeter, quien se ha dedicado varios años a tratar a padres que han sufrido este tipo de accidentes, afirma que todos coinciden en que estos se produjeron en "milésimas de segundo", mientras la mamá hablaba por teléfono o el papá fue a buscar algo a la cocina.

"Hoy día los niños son muy imaginativos. Tengo varios casos de pequeños que se las han ingeniado, llevando un triciclo o una silla para  saltar la barrera de la reja y  llegar a la piscina", cuenta.

Las estadísticas hablan por sí solas. Por cada niño que muere ahogado, otros seis quedan con daños neurológicos o parálisis cerebral. Un niño de un año y medio se ahoga en 10 centímetros de agua, ya que no se le ocurre poner las manos y levantar la cara. Y hasta los cinco años, y aunque sepan nadar, si caen de improviso con ropa se bloquean, no pueden nadar y se ahogan.

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