Crítica de cine: La Esmeralda, 1879

Esta película tiene un presupuesto récord para Chile: 12 millones de dólares, de los que gran parte se invirtieron en recrear réplicas de la Esmeralda y el Huáscar a tamaño real.
La trama arranca en 1941 y luego viene un flashback narrado por Wenceslao Vargas, único testigo aún vivo del combate y quien cuenta la experiencia frente a colegiales e infantes de marina. El relato, desde el punto de vista de Vargas -apenas un adolescente durante el enfrentamiento- se centra primero en la camaradería de las últimas 24 horas de los tripulantes de la Esmeralda y, posteriormente, en la batalla, recreada históricamente hasta en los más mínimos detalles.
En ese sentido, el filme más o menos funciona. No tanto como una producción hollywoodense, pero sí como una notable recreación visual de textos escolares que sin duda supera con creces el esfuerzo televisivo de Prat. Porque si bien Llanos se la juega en la recreación histórica, en una acabada fotografía y en una banda sonora ad hoc, los personajes -con la excepción de Arturo Prat-, carecen de profundidad y, en su gran mayoría, funcionan principalmente como un puñado de marinos chilenos sin mayor carácter entre unos y otros.
De todos modos, el combate, que es el corazón de la película, emociona y es lo que uno siempre soñó con ver. Eso ya es un mérito.
Director: Elías Llanos.
Con: Jaime Omeñaca y Fernando Godoy. Género: Histórico.
Duración: 90 minutos.
Producción: Chile, 2010.
Calificación: Todo Espectador.
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