Crítica de cine: London river
<br>
En el Londres post atentados del 7 de julio del año 2005, dos padres buscan
desesperadamente a sus hijos. Ella es una madre inglesa que vive en un pequeño
pueblo, viuda y profundamente católica. Él es un africano que vive en Francia,
musulmán, trabaja en el campo, no ha visto a su hijo en 15 años y no habla una
palabra de inglés. El destino, más bien el guión, quiere que ambos se encuentren
y deban unir fuerzas para encontrar a sus retoños, quienes llevaban una relación
entre ellos, algo que ninguno de los padres sabía.
Entregarse a la labor de revisar lo ocurrido tras los atentados perpetrados
por Al Qaeda no es tarea fácil. Sin duda que el director franco-algerino Rachid
Bouchared, sabía esto y tomó buen resguardo al momento de escribir y dirigir su
historia. Políticamente correcto y sólo rasguñando la superficie de los temas que
toca, se concentra en los padres, extraños al lugar y entre ellos, cuyo mayor drama
es el no saber si sus hijos están vivos o muertos. La incertidumbre y la urgencia
por hallar respuestas, es la carta que se juega Bouchared para hablar de los
prejuicios latentes en la sociedad. Es una pena que su mirada sea tan superficial,
creando una postal de situaciones algo redundantes y obvias, para entregar un
consabido mensaje de tolerancia, farreándose así la posibilidad de haber revisado
en profundidad temas más espinudos, como el hecho de que ambos padres
confiesan, en un momento de intimidad, que temían que sus hijos fueran los
responsables de los atentados. A la larga, Londor river es un drama correcto cuyo
mayor pecado termina siendo su corrección.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.