Histórico

Floating por el Baker, navegando por un río con luz propia

El río más caudaloso de Chile tiene 175 km que hoy pueden recorrerse en balsa, casi desde su nacimiento hasta su desembocadura. Una excursión de cuatro días por la esencia de la Patagonia, con paisajes e historias de colonos que han estado en el anonimato. Hasta ahora.<br>

"¿CONOCEN EL BAKER?",

pregunta uno de los guías a modo de bienvenida. Las respuestas van desde ser "el río emblemático de la Carretera Austral", "el más importante de Aysén", hasta su cartel de "río en peligro de extinción", por la posible instalación de centrales hidroeléctricas. Pero pese a ser el río más mediático y polémico del último tiempo, nadie de los presentes lo ha recorrido. Y es que su aislamiento y difícil acceso lo hacen un río esquivo, incluso en los mapas.

La única opción de vivirlo es navegándolo. Y aunque hay paseos en kayaks que recorren algunos sectores, ningún servicio turístico lo había abarcado en su totalidad, además, con la posibilidad de acercarse a la forma de vida de los pocos colonos que habitan junto a su cauce. He ahí la gracia de Baker Patagonia Aventura, empresa de dos emprendedores de Puerto Bertand, quienes hace cuatro años comenzaron con rafting por los rápidos Clase III en el nacimiento del Baker y, desde este mes, ampliaron su oferta a bajadas a lo largo de este río casi desde su origen en el lago Bertrand, hasta su desagüe en el Pacífico cerca de Caleta Tortel. El viaje dura cuatro días y se hace en dos balsas, en las que se viven experiencias únicas.

Día 1: tributarios del Baker

Dejando atrás la confluencia del río Baker con el Nef, la Carretera Austral nos lleva hasta el Chacabuco, segundo río que desemboca en el Baker y que ofrece una playa perfecta para echar las balsas al agua. La bajada es expedita hasta llegar al Cañadón, donde una angostura produce unos rápidos que nos obligan a descender, mientras los guías bajan las balsas controladas por cuerdas.

Tras 30 minutos de navegación, salimos a las aguas turquesa del Baker, río que poco antes de su fusión ofrece rápidos ideales para kayakistas y donde HidroAysén pretende colocar una de sus represas. Luego de ello, las aguas del Baker descienden tranquilas, justificando plenamente el floating, aunque da para pensar cómo puede ser este el río más caudaloso de Chile. La explicación no radica en la velocidad de su cauce, sino en la cantidad de agua que corre por su cuenca, lo que se acentúa con los ríos que tributan en él, llegando a 1.500 m3/seg.

El viaje por la estepa patagónica es silencioso. El sonido de los remos chapoteando en el agua resulta casi terapéutico, tal como lo es observar la vegetación que cubre cada centímetro de las montañas que nos rodean, muchas pertenecen a la Reserva Nacional Tamango, refugio de huemules.

A la altura de Cochrane, la Carretera Austral, se aleja y con ello el último vestigio de la civilización. El Baker continúa abasteciéndose de afluentes. Ahora es el turno del río Cochrane que ensancha aún más el caudal que bajamos hasta dividirlo en distintos brazos que se abren paso entre islotes. Aquí, bandurrias, caiquenes, avutardas y flamencos invitan a realizar una excelente sesión de birdwatching.

Al llegar el atardecer, un cuarto afluente sale al ruedo. Es el Colonia, que viene del glaciar homónimo y que en temporadas de desagüe aumenta tanto su caudal que llega a subir por el Baker. En un paisaje abierto y agreste, donde se construiría otra represa, instalamos el campamento tras seis horas de viaje.

Día 2: historias pilcheras

El día parte con el Baker más veloz a medida que se encajona. Surgen los rápidos González, de nivel II y que entregan adrenalina de rafting por algunos minutos, tras lo cual se vuelve a navegar plácidamente. Una merienda, chequeamos equipos y entramos en los Ñadis, zona famosa por sus vientos. Tras dos horas batallando llegamos al Saltón del Baker, similar al Cañadón del Chacabuco, pero esta vez la fuerza colosal del agua que se aprieta entre dos acantilados hace imposible cruzarlo con cuerdas. Hay que llevar las balsas a tierra, desinflarlas, sacar el equipo y ponerlo todo arriba de pilcheros, caballos de carga del baqueano Nelson Gallardo. Caminamos entonces por un bosque de coigües, lengas y ñirres, cruzamos arroyos y tras media hora, llegamos a un morro encima del saltón.

Mientras guías y cocineros arman carpas y preparan la cena, caminamos con don Nelson hasta el cruce de San Carlos. Vieja huella de arrieros hecha a punta de picota en la piedra, con túnel incluido, y que corre por un acantilado con una vista impresionante del río y el saltón. El peligroso sendero fue construido por ganaderas entre 1920 y 1930, siendo usado para transportar animales y productos.

Día 3 y 4: Baker profundo

Volvemos al agua para entrar al sector más desconocido del Baker. Nos adentramos entre enormes montañas que aportan al caudal con saltos de agua de hasta 11 escalones. Un escenario que compartimos con algunos cóndores que hacen patria sobre las cumbres nevadas. También con un par de colonos que nos invitan a tomar mate, costumbre con que el patagón sociabiliza alrededor de su cocina a leña.

Nuevamente, el Baker se bifurca en muchos brazos. Uno de ellos nos lleva al sector donde reside Santiago Vargas, colono involucrado con este proyecto turístico y que instaló su casa en un entorno que se quisiera cualquier lodge: encima de prados verdes, rodeado de cordones montañosos y con el Baker serpenteando a su lado. Aquí haremos el último campamento. Santiago lleva una vida simple junto a sus perros, sus ovejas, su huerto, su acordeón y un equipo de radioaficionado, común por estos lados, para comunicarse con la familia y los vecinos. Nos recibe con un cordero al palo, perfecto para sentarse junto al fuego a escuchar historias, tomar vino en bota, otra costumbre patagona, y admirar un techo de estrellas como quizás nunca ha visto.

El último día de floating se hace breve, por una zona que no decae en verdor y espesor. Hoy, las riquezas naturales se asoman tímidamente entre gotas de lluvia, se descubren con un sol radiante y se vuelven a esconder tras nubes negras. Es el clima de Aysén.

Entramos al delta del Baker en su peregrinaje final hacia el Pacífico. Uno de aquellos brazos nos lleva al muelle de Caleta Tortel, poblado declarado zona típica por su emplazamiento arriba de pasarelas de ciprés y donde el Baker puede descansar luego de habernos mostrado uno de los tesoros más aislados y vulnerables de la Patagonia chilena.

Guía

Pto. Bertrand Baker Patagonia Aventura.
Tel. (67) 214031.
www.bakerpatagonia.com.
Costanera s/n, Puerto Bertrand.

Hostería Bertrand.
Costanera s/n. contacto@casaturismorural.cl. Tel (67) 524929.

Centro Konaiken.
Cabañas junto al río Baker, terapias y talleres de sanación en su recién inaugurado domo. www.konaiken.com

Caleta tortel Hostería Brisas del Sur
Sector Playa Ancha. Tel. (67)211876. valerialanderos@hotmail.com

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