Histórico

Habitantes de aldeas flotantes de Camboya se adaptan a los ciclos del agua

Kompong Luong, situada en la provincia de Pursat, es una de las 200 aldeas suspendidas sobre la mayor masa de agua dulce del sudeste asiático.

Poner los pies en tierra firme es una sensación casi desconocida para las miles de familias de Camboya que viven en las aldeas flotantes del lago Tonlé Sap, donde el agua es el paisaje y el medio en el que transcurre la vida.

Kompong Luong, situada en la provincia de Pursat, al noroeste del país, es una de las 200 aldeas suspendidas sobre la mayor masa de agua dulce del sudeste asiático.

Sus habitantes, vietnamitas en su mayoría, llegaron al asentamiento durante los años ochenta, justo después de la caída del régimen del Jemer Rojo, que los había perseguido sin descanso.

"Aquí tienen de todo y sólo se desplazan a tierra firme cuando tienen un compromiso, como un funeral o una boda. También salen del pueblo cuando están muy enfermos y tienen que ir al hospital", explicó Hernán Pinilla, un sacerdote colombiano que oficia misa desde hace una década para el centenar de católicos que vive en el pueblo.

"Hace dos meses que no salgo de aquí", dijo el profesor de la escuela, en la que se enseña en lengua jemer y vietnamita.

KOMPONG LUONG
La sociedad de Kompong Luong, instalada a un par de kilómetros de tierra firme, ha adaptado sus costumbres y ritmos vitales a los ciclos del agua, que aumenta y disminuye de nivel a lo largo del año, de acuerdo con el régimen de lluvias que imponen los monzones.

Cuando hay crecida, todo el pueblo se desplaza de lugar y sus habitantes se encuentran en ocasiones con que junto a su hogar se han instalado nuevos vecinos.

"Hay épocas en que nos movemos una vez a la semana", explicó Linam, una mujer de 56 años que reside en la aldea desde 1992.

En Kompong Luong no falta de nada: Restaurante, tiendas de ropa, de reproductores de DVD o electrodomésticos, karaoke, peluquería, gasolineras, talleres mecánicos, granjas de cerdos, corrales de gallinas, escuela, fábrica de hielo, iglesia, templo budista y otro vietnamita.

ALDEA DEL TONLE SAP
Un enjambre de actividad flota en la aldea del Tonlé Sap en torno a estos establecimientos, situados en cuatro calles principales por las que circulan sin cesar todo tipo de embarcaciones.

Algunas llevan a los niños a la escuela y otras son tiendas ambulantes que van de casa en casa vendiendo verduras, ropa, pan, cigarrillos y bebidas.

El tráfico fluvial no se diferencia mucho del de cualquier otra población camboyana, con un flujo escaso en disciplina y proclive a los tacos en hora punta.

A diferencia de poblaciones flotantes como las de Siem Reap, que viven en parte de los turistas que acuden a la ciudad a visitar los templos milenarios de Angkor, en Kompong Luong, la gente se dedica a la pesca y el comercio.

La prosperidad del negocio marca las diferencias entre ricos y pobres.

VIDA SOBRE EL AGUA
Hay vecinos que habitan en grandes barcazas convertidas en acogedores hogares con jardines llenos de macetas y perros vigilantes apostados permanentemente en su entrada; mientras que otros habitantes, más modestos, pasan sus días agachados en pequeñas canoas en las que un toldo de paja o un plástico agujereado hacen las veces de techo.

Muchas viviendas son tan pequeñas que sus habitantes apenas pueden ponerse de pie y cuando salen de ellas es para subir a unas piraguas que propulsan remando suavemente mientras permanecen sentados de cuclillas en la proa.

La escasa movilidad de esta vida sobre el agua tiene sus inconvenientes y muchos de los habitantes de Kompong Luong han desarrollado severas lesiones de rodilla y cadera.

"Muchos niños están deseando venir a la iglesia, porque, como es el edificio más grande del pueblo, es el único sitio donde pueden correr y saltar a sus anchas", dijo Pinilla.

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