El sol va lentamente poniéndose en el horizonte y la isla respira tranquila. El primer eclipse de la década ya es historia, pero una historia con final feliz. Un final que tenía en vilo a científicos, turistas y rapa nui que no sabían con certeza si el sol le iba a ganar la pulseada a las nubes para dejar ver un evento astronómico único.

Cuando terminó la fase completa del eclipse en Tahai, aún había unas mil personas que seguían fotografiando y grabando los últimos instantes.

Algunas personas caminaban, celebraban (con champaña, algunos) e intercambiaban sensaciones. La opinión unánime es que fue un momento sublime y que la suerte tuvo mucho que ver en poder apreciarlo en su real dimensión. Tanto así, que quienes apostaron por la playa de Anakena o el Ahu Tongariki, en otros sectores de la isla, también fueron testigos del eclipse en toda su dimensión. La nubes, esta vez, sólo sirvieron para darle un matiz distinto al color del horizonte y dejaron que la luna y el sol hicieran el resto del trabajo.

Algunos turistas comentaban que entienden a los caza-eclipses y que sería buena idea llegar a Autralia el 2012, lugar donde se verá el próximo eclipse total. Muchos, tal vez, lleguen hasta allá. Después de ver esto, se entiende la razón.