Histórico

Juan Pablo Pino: El hombre que engañó al ciclismo en dos países

Desde que comenzó en el ciclismo en su niñez, fue percibido como una de las pocas personas confiables del pedal chileno. Los reclamos de sus socios dejaron en evidencia varios años de mentiras.

Fue un día sábado. Con 12 años, Juan Pablo Pino cuidaba la tienda de ciclismo que su padre tenía en una galería de Apoquindo. Juan, su papá, lo llamó al segundo piso y le regaló su primera bicicleta de competencia. Era azul, tal como él quería. En la tarde salieron a dar una vuelta juntos, pero la ansiedad hizo que Juan Pablo se cayera. "Este deporte es muy duro, siempre tienes que pararte y seguir", le dijo su padre. La lección quedó clara desde ese día.

Juan Pablo Pino tiene hoy 34 años y está desaparecido desde el 14 de febrero. Lo buscan en dos países: en Chile arriesga un juicio por algún "tipo de defraudación", según dice Pedro Matamala, abogado de su ex proveedor de bicicletas, el ciclista Gonzalo Garrido; en España, sus socios del equipo continental PinoRoad se quedaron con una deuda de 90 mil euros por dineros que Pino comprometió por auspicios y nunca entregó. "Le ha hecho mucho daño al ciclismo. Su espantada va a dificultar el crédito de este deporte ante las empresas y la imagen del ciclismo chileno quedará a la altura del betún", dice Fran Reyes, vocero de PinoRoad, que desaparecerá si no consigue un auspiciador pronto.

A eso tendrá que enfrentarse Pino cuando aparezca, si es que lo hace. En esas circunstancias, pararse y seguir como le enseñó su padre, será muy complicado.

LOS ESCANDALOS
Siguiendo la tradición ciclista de su familia, Pino pedaleó activamente entre los 15 y 19 años. En esa época vistió la tricota de Universidad Católica y CTC. "Su papá había sido ciclista en los 60, así que siempre estuvo ligado. Era un buen compañero y no era conflictivo. No era de los mejores, pero tenía un pedaleo muy técnico. Luego dejó de correr por un tiempo para dedicarse a los estudios", cuenta un cercano. Luego regresó y corrió una Vuelta a Brasil y un Panamericano específico, sin resultados destacables.

Aunque Pino estudió derecho,  desde hace años se dedicaba a la tecnología. Trabajó en empresas como Acer y Red Office, en Viña del Mar. Se presentaba como "abogado y empresario", aunque no figura como titulado. La ciclista Paola Muñoz, pareja y socia de Gonzalo Garrido en su distribuidora de bicicletas, concuerda: "Era muy preocupado de su aspecto, siempre bien vestido. Por eso le terminabas creyendo".

Su primer cargo importante como mánager de un equipo de ciclismo llegó en 2011, cuando asumió en el T-Banc Skechers que ganó la Vuelta Chile. Ahí llegó respaldado por Garrido, que hasta entonces se consideraba amigo. "Fui a su matrimonio y al funeral de su padre. Nos conocemos hace 22 años y nos visitábamos en nuestros cumpleaños. Hasta hace poco nunca le vi cosas raras", comenta Garrido.

Sin embargo, cuando el equipo se disolvió tras el dopaje de Marco Arriagada, Pino se atrasó en el pago de los sueldos. Reunió al equipo en un banco donde cobraría el dinero y cuando todos llegaron aseguró que le habían robado el dinero. Según un cercano al equipo, Pino se apropió de varias bicicletas del auspiciador Trek y de numerosa indumentaria. "En el ciclismo hay mucha ingenuidad que él supo aprovechar", dice la fuente.

En 2013, Pino contactó a los periodistas españoles Fran Reyes y Andrés Canovas para ofrecerles el proyecto de un equipo continental hispano-chileno. Entraron cuatro pedaleros españoles y nueve chilenos, entre ellos Pablo Seisdedos: "No tenía buena impresión de él, porque nos quedó debiendo sueldo de un equipo anterior, pero tenía habilidad para convencerte, un estafador de tomo y lomo". En diciembre, cuando los españoles visitaron Chile (el suegro de Pino, Guido Maldonado, tuvo que pagar los pasajes) descubrieron que sus promesas no tenían respaldo.

Al mismo tiempo, Garrido esperaba el pago de 45 de los 80 millones que Pino le debía por 30 bicicletas. El 5 de febrero le pasó unos cheques en blanco de la Asociación de Funcionarios de la Biblioteca del Congreso, donde trabaja su esposa, Fernanda Maldonado, pero a Garrido no le dieron confianza y pidió el dinero en efectivo. El 14 de febrero, en una escena familiar, Pino lo citó en un banco para entregarle el dinero, pero nunca apareció.

Hace algunos días, Garrido llegó hasta la casa de Fernanda Maldonado en Viña del Mar para devolverle los cheques y preguntarle por Pino. Ella estaba con sus dos hijos: Juan José, de tres años, y Blanca, recién nacida, de menos de un mes. Al recibir los cheques, estalló en llanto y dijo que no sabía nada. Entonces Garrido vio que el pequeño Juan José jugaba con una de las bicicletas que Pino aún no le pagaba. "Yo te la pago", prometió Maldonado. Sólo por un momento, Garrido se olvidó del dinero.

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