Histórico

La familia postiza de Alexis

Los Astorga Tapia acogieron en su casa al Niño Maravilla cuando tenía apenas 15 años y era cadete de Cobreloa. Tanto el sábado como ayer visitaron y compartieron con el tocopillano en el hotel de concentración. Este es el lado B de los inicios del histórico atacante, quien debe levantarse de una de sus semanas más duras como futbolista.

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Justo frente a la casa de la familia Astorga Tapia, en Calama, hay una pequeña multicancha, totalmente enrejada, de suelo azul y en excelentes condiciones. A un costado, un grupo de niños juega a la pelota con entusiasmo. Hay gritos, aplausos. Es una fiesta. Ellos prefieren la calle y las piedras como arcos. Por ahora, el mini campo de fútbol parece abandonado y vacío, aunque hace algunos años estuvo repleto, colmado por los sueños de un niño nacido en Tocopilla que quería ser el mejor jugador del mundo: Alexis Sánchez.

Cuenta Rodrigo Astorga (35 años) que el actual delantero de la selección chilena llegó a los 15 años a vivir en su hogar, porque no le gustaba estar donde se hospedaban los cadetes de Cobreloa. "Lo que pasa es que a su corta edad era complicado estar en la residencia, porque había jugadores más grandes, de 17 y 19 años, por ejemplo. Estaba Boris González, Cristian Olguín, entre otros. Para él siempre fue importante vivir en familia. En ese tiempo, mi tío Gerardo Mella, que en paz descanse, habló con mi papá Luis Astorga para ver si era posible que Alexis viviera en nuestra casa. Y como una hermana trabajaba en la sede del club se hizo un nexo muy rápido y así llegó. Estuvo como dos años acá", recuerda.

En ese entonces, el club loíno se había negado a trasladar desde Tocopilla a Calama a la familia del Niño Maravilla, tal como éste lo había solicitado siendo apenas un pequeño. Sin embargo, el crack de la Roja encontró en los Astorga Tapia una especie de familia postiza. A don Luis (56) le decía papá; a doña Gladys (56), mamá; a Bárbara, hermana; y a Rodrigo, hermano. "Yo creo que sí fuimos una familia postiza, por así decirlo. Por lo que hemos conversado y analizado cuando conversamos, esto realmente fue una familia. Y lo digo porque nosotros no somos de riqueza ni de grandeza, pero tenemos corazón. Si llega el camión de la basura, hacemos pasar a quien venga a recoger las bolsas, le damos un sandwich y algo helado para tomar. Mi mamá ve que hay visitas y hace algo para comer. Hay mucha gente que ha criticado y habla que trajimos a Alexis porque quizás Cobreloa nos pagó, pero nada que ver. Simplemente, teníamos una casa grande, una Marmicoc más grande que lo normal y en vez de cinco papas teníamos seis para echar a la cazuela", añade Rodrigo, de profesión enfermero.

Para él, Alexis también fue como un hermano, aquel con el cual se comparten vivencias únicas y que quedan en la memoria por siempre, hechos que al recordarlos evocan alegrías y sonrisas. "Nosotros vivimos cosas importantes como familia. Estuvimos en su debut como profesional en Colombia, para una Copa Sudamericana. Esa vez el Ale le regaló su camiseta a mi padre, que es el tesoro más preciado que él tiene. Después estuvimos cuando le convirtió un hattrick a Huachipato. Son cosas que vivimos en familia, cosas que realmente fueron importantes. Pasó a ser uno más de nosotros Él tampoco quería ser como si fuera nadie. Llegaba a la casa y se tiraba en la cama de dos plazas de mi papá sin ningún problema. Levantaba las tapas de las ollas y si no le gustaba lo que había de comida había que preparar algo nuevo. De verdad era un cabro chico, uno más de la familia. Y va a seguir siéndolo hasta que pierda la memoria, porque siempre se acuerda de su gente de Calama", agrega, con emoción.

A diferencia de Rodrigo, su padre Luis prefiere mantenerse en reserva y no hablar públicamente en esta ocasión sobre el tiempo en que tuvo a la estrella del Arsenal como un hijo más en su casa. Su trabajo en Codelco y su rol directivo en Cobreloa hacen que evite la exposición.

El sábado, cuando la Roja aterrizó en Calama, la familia Astorga compartió unos minutos con el máximo goleador del representativo nacional en el Hotel Park de la ciudad. Y ayer también (ver secundario). El lazo persiste. Como también los mejores recuerdos y anécdotas de ese enano que emulaba al brasileño Ronaldo durante tarde enteras en esa multicancha hace 13 años. "Veía durante tardes enteras videos en internet de Ronaldo, el brasileño. Después se iba a la cancha que está al frente de la casa de mis papás y trataba de hacer lo mismo que había visto en el video. En ese tiempo no había tablets ni teléfonos modernos, entonces cuando se le olvidaba algo tenía que volver a la casa y ver el video otra vez. Y así se la pasaba. Entraba y salía todo el rato. Otra talla que siempre le tiro es que a él desde chico siempre le gustó ser musculín. Se marcaba el bíceps con elástico, le gustaba esa tontería. También le gustaba cantar. Fue culpa mía que le empezaran a gustar los Backstreet Boys. Se iba al baño y se ponía a cantar y a bailar. Su comida preferida, me da risa si sale escrito, pero le encantaban las lentejas con un vaso de leche con plátano al lado. Una bomba", exclama el mayor de los Astorga Tapia, sin poder evitar la carcajada.

Su hermana Bárbara (25) asegura que Alexis es alegría pura y constante. "Vivir con Alexis fue una relación de hermanos donde nos ayudamos mutuamente. Siempre fue muy gracioso, alegre, tirando la talla. Con él en la casa no existían penas. Como hermanos nos queremos mucho y hasta el día de hoy nos apoyamos", confiesa la estudiante de último semestre de psicología. Su hermano Rodrigo coincide: "Es un loco lindo, nunca lo vi triste, cuando le pasaba algo se ponía introvertido, callado, pero nunca triste, no lo vi llorar. Ver donde está ahora nos pone orgullosos y creo que aún no toca techo", advierte.

Edu, Charles y Junior

Los Astorga Tapia no apadrinaron sólo a Sánchez, sino que también a Charles Aránguiz, Eduardo Vargas y Junior Fernández, entre otros jugadores, todos salidos de las inferiores de Cobreloa. Rodrigo asegura que cuando tenían apenas 15 años ya vislumbraba que serían grandes futbolistas: "Mi único miedo era que no lo lograran. Que se desviaran del camino y se perdieran todo esto que han vivido. Ya la forma de hablar que tenían te decía que a lo mejor si no era por el fútbol se iban para otro lado. Recuerdo que Charles estaba en El Salvador porque se había ido a préstamo y estaba viviendo en una pocilga. Me llamaba desesperado y me decía 'tío, ven a buscarme' y mira dónde están ahora".

Una vez lo hicieron ganarse un asado, una caja de cervezas y cien mil pesos: "Estaba con unos amigos en el hospital hace 10 años. Me dicen que hagamos un partido. Les dije que ya, que iba con unos amigos chicos que algo juegan. Y llegué con Charles, Edu, Junior, Alexis, Patricio Correa, Cristián Olguín y no recuerdo quién más. Éramos 10, o sea, nueve y yo. Ellos tienen que haber tenido 15 ó 16 años. Iban con unos zapatos malos, horribles, con unas poleras sin mangas cortadas con tijeras. Todos almorzaban en la casa de mis papás. Sólo te digo que a los 40 segundos hay un carrerón de Vargas por la izquierda, hace un caño espectacular, se la da a Junior, éste se frena, mira para otro lado a lo Román Riquelme y se la pasa de taco al Ale, que llega y la clava en una punta. ¡No iba ni un minuto! Ganamos 13 a 0. Y yo al medio sin hacer nada. Después tuvimos que terminarlo porque se pusieron a pegar. Lo primero que me dijeron es que fuéramos al supermercado con esa plata, porque había que comer".

La relación entre esta familia y los cracks de la Roja parece ser a prueba del tiempo, de la fama y del dinero. "Esto es cariño puro. Ellos siguen siendo nuestros niños. No me da vergüenza decirlo, pero fuimos al Mundial de Brasil con las entradas que ellos nos dieron. Sólo querían estos chupetes que ellos les dicen Koyak y Chocman. Cuando se los dimos estaban vueltos locos y nos regalaban sus polerones. Son así. La gente no tiene idea de cómo es Alexis. Ha hecho muchas cosas. Aquí se ha operado mucha gente, en cuantos bingos no han aparecido sus poleras. Por sobre todas las cosas, el Ale es persona. Yo lo comparo mucho con Cristiano, son parecidos, porque lo critican por su forma de ser, pero él también es así, ayuda a la gente, silencioso la mayoría de las veces", apunta.

Más allá de la aclimatación a la altura, Calama le dio la oportunidad a Alexis de reencontrarse con su familia postiza, esa que lo acogió en su etapa más difícil, cuando no tenía dinero ni fama, sólo sueños que hacer realidad.

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Don Luis, Bárbara y el hijo de ella, se fotografían con Alexis.

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Rodrigo, el hermano postizo, con la camiseta del Arsenal de Sánchez.

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