La novela La lección de pintura (1979), de Adolfo Couve, tiene apenas 34 páginas y la obra completa del narrador chileno no supera las 900 páginas. Perfeccionista incurable y solitario por naturaleza, Couve reescribió esos textos hasta el cansancio. Se suicidó en 1998, dejando un legado que más temprano que tarde despertó la atención y el entusiasmo de otro amante de la perfección y el trabajo depurado: el cineasta Pablo Perelman.

Responsable de la película autobiográfica Imagen latente (1988) y de Archipiélago (1992), Perelman reconoció en esa historia la inmediata inspiración para una película hecha y derecha. "Siempre he visto la literatura chilena con ojos de adaptador y cuando leí la obra de Couve se me hizo un click en la cabeza. Es un libro abierto, que invita a la adaptación, pues no todo está claramente descrito como en la tradicional novela romántica del siglo XIX", explica el realizador.

Perelman es enemigo de las cintas que siguen al pie de la letra el libro original: "La razón de que haya tantas malas películas basadas en buenas novelas es que se respeta demasiado la fuente literaria". Por lo mismo, ahora ha procurado conservar "el mundo" de Couve: "Creo que el espíritu o sensibilidad es lo que importa de un artista. Pero también me refiero a la política", explica. Justo en este aspecto, el filme se aleja del relato original de Couve y se acerca forzosamente a la obra anterior de Perelman, que en Imagen latente recreó la experiencia de perder a un hermano durante el gobierno de Pinohet.

"A diferencia del relato, cuya época nunca se especifica, yo haré transcurrir la película durante los 60 y principios de los 70", explica el director. En el filme la fecha del golpe de Estado de 1973 será gravitante para el desenlace de la historia de Augusto.

UNA GRAN METÁFORA

La obra de Couve describe los avatares de Augusto, una especie de niño genio del pueblo de Llay Llay (V Región), que maneja como nadie el pincel y la tela. Augusto es dejado por su madre, Elvira, en manos de Aguiar, el farmacéutico y sabelotodo de la comunidad, violinista y pintor aficionado. El es quien comienza a moldear el talento artístico del pequeño.

La lección de pintura es una producción cara para el estándar local ("cerca de un millón de dólares probablemente", dice Perelman) y mañana comienza el rodaje. "Son seis semanas de filmación en las localidades de Paine, Puangue y Melipilla", agrega.

El filme es una coproducción chileno-mexicano-española, respaldada desde el país azteca por Bertha Navarro, una de las productoras más sobresalientes del cine latinoamericano (El laberinto del fauno) y socia de Guillermo del Toro en la compañía Tequila Gang.

"Lo que más me atrae de la atención de La lección de pintura es su gran metáfora: habla de algo que ya se perdió, de una inocencia que ya no existe. Me gusta mucho el cambio que Pablo realizó a la historia original", dice Navarro, refiriéndose al contexto político de la producción. La película espera su estreno para el primer semestre del 2010 y su reparto es encabezado por el mexicano Daniel Giménez Cacho como el boticario Aguiar. "Gran parte de la fuerza del filme también está en este paisaje semirrural donde el viento y los árboles juegan un rol importante", comenta Giménez Cacho.

Protagonista de Profundo carmesí de Ripstein y La mala educación de Almodóvar, el mexicano dice que abordará a su personaje como una suerte de "socialista desideologizado, un señor muy culto que se dedica a organizar tertulias sobre arte en su pueblito. El es un tipo solo que súbitamente tiene a su cargo a este muchacho de gran talento y se siente renacer. La película no es panfletaria, a pesar de que la postura de Perelman es conocida por todos. La división ideológica de principios de los 70 se ve reflejada en las discusiones de la gente".