Jorge Sampaoli tiene clara la referencia: “Queremos recuperar al Matías Fernández de Colo Colo”. Lo dijo en marzo y hace un mes repitió el discurso. El casildense busca al futbolista que ayudó a los albos a conseguir dos títulos nacionales, el que partió tras un millonario traspaso al Villarreal, el premiado como el Mejor Jugador de América.

En Europa, en cambio, a Fernández le costó convalidar el cartel. Le pesó. En el Villarreal, con Pellegrini en la banca, no rindió. Y sólo a cuentagotas logró desplegar su talento en Sporting de Lisboa. Recién en su paso por el Fiorentina comienza a destacar.

El respaldo de David Pizarro, que ya no está, fue clave para su adaptación. Fernández, desde siempre, necesita un entorno que lo cobije. Como en el equipo albo, que, de su mano, alcanzó la final de la Copa Sudamericana en 2006, la campaña en la que deslumbró al continente. Italia quiere retenerle.

En la Roja, el calerano vive, probablemente, su momento más feliz, más allá de que su estadística no parece despreciable: en 54 partidos marcó 11 goles. La ausencia de Aránguiz obligó a Sampaoli a buscar alternativas. En el amistoso ante Paraguay, Fernández fue una de ellas. Y destacó. Al punto que el estratega resaltó su actuación. “A Matías lo vi muy bien. Me recordó su etapa en Colo Colo. Lo vi más liberado. Y ayudó a que el equipo tuviera más peso en el ataque”, lo analizó. Otra vez, aludió a su parámetro para medirlo. Y, de paso, sellaba la reconciliación después de la molestia que le produjo la decisión del volante de operarse en el tobillo derecho antes del Mundial.

Frente a Brasil, el  mediocampista fue, nuevamente, una pieza clave para la Roja. Con su ingreso, en los 63’, en lugar de un opaco Jorge Valdivia, la Roja cambió. Fernández se ubicó en una posición parecida a la que desempeña en Italia, como volante mixto con libertad para sumarse al ataque. Y desde ese sitio, organizó el ataque chileno y le aportó dinámica y frescura. También fue clave en una jugada puntual: ejecutó el tiro libre -otra de las especialidades que lo lanzaron al estrellato- que permitió el gol de Vargas.  Además generó varias infracciones. Se fue aplaudido del Nacional.

En la antesala del partido de mañana, ante Perú, Matigol puede tomar protagonismo. Más allá de la predilección de Sampaoli por el juego de Valdivia, el 14 amenaza con tomar su puesto. El técnico quedó feliz con su actuación. Y tiene otra opción, más remota: reemplazar a Vidal si el volante del Bayern no deja atrás los problemas en la rodilla derecha.

Fernández ya no es el juvenil que deslumbraba a las fanáticas. Se acerca a los treinta. Luce una vida familiar consolidada, respaldada por una fuerte creencia religiosa. Esa madurez le permitió reencontrar su nivel. Sigue siendo, eso sí, reticente al diálogo. Cuando se le plantea alguna consulta, se disculpa respetuosamente, pero la elude. No le gusta hablar.

En el plantel de la Roja, en cambio, es más distendido. Sin Pizarro, su gran amigo, se junta con los compañeros que tuvo en el Cacique. Aunque, en general, se lleva bien con todos. Los hinchas mantienen su idolatría. Es habitual ver fuera de Juan Pinto Durán a un grupo de seguidores organizados en su fans club, esperando la salida del Porsche gris que suele conducir. Algunos lucen camisetas de Fiorentina. Otros de la Roja y algunos la réplica de que Fernández utilizó en Macul. Los simpatizantes más afortunados han logrado alguna firma e, incluso, que el futbolista les rubrique las casaquillas que le envían hacia el interior del complejo.

Después de su actuación ante la escuadra de Dunga, se incrementó el número de fanáticos que lo esperaban. Tras la primera práctica posterior al histórico triunfo, Fernández salió entre vítores del complejo. Devolvió el gesto con una sonrisa y un saludo con la mano. Tímido, como su personalidad. Había vuelto Matigol.