Llega El Clan, la exitosa película argentina sobre una familia de asesinos
Fenómeno cinematográfico del año en su país, con dos millones y medio de espectadores, hoy se estrena en Chile. Su protagonista Guillermo Francella cuenta cómo fue interpretar a un padre de familia de profesión verdugo.

De alguna u otra forma los caminos de los infames se cruzan. Hace 31 años, cuando vivía coincidentemente cerca del siniestro Arquímedes Puccio en el barrio de San Isidro, el actor argentino Guillermo Francella se inició en la actuación con el único personaje realmente detestable de su vida. Fue el detective Balillatti, de la serie Historia de un trepador, y quizás la zona en la que residía tuvo una misteriosa influencia en el aplomo con que abordó el personaje. Pasadas tres décadas, Francella ya no vive en San Isidro, pero acaba de tener el singular honor de interpretar a Puccio, el más sombrío de sus vecinos y, desde ahora, el segundo rol maldito de su carrera. Probablemente también sea el mejor.
“Yo era joven, pasaba todos los días seguramente por su casa y no sabía lo que ocurría dentro. Nadie lo sospechaba. Hoy me da un poco de escalofríos pensar en eso”, comenta el actor argentino al teléfono desde Buenos Aires. Ha sido un día intenso de responder entrevistas a la prensa extranjera para la promoción de la película El clan, donde interpreta a Arquímedes Puccio, especie de padrino tenebroso de una familia dedicada a secuestrar hijos de millonarios, cobrar el rescate y luego asesinarlos. El caso de Puccio y su círculo de cinco hijos (cuatro de ellos sus secuaces y cómplices, junto a su esposa) fue el más tristemente célebre en la historia policial argentina de los 80, con un historial de tres secuestros exitosos y uno frustrado entre 1982 y 1985.
La película del realizador Pablo Trapero que relata estos hechos se estrena hoy en Chile, precedida de un éxito absoluto de público en Argentina, con dos millones 500 mil espectadores a la fecha (el mejor del año), siguiendo de cerca a Relatos salvajes, que se dio el año pasado y llevó 4 millones y medio de personas a salas.
“El gran atractivo de El clan es que se trata de un caso real y se generó lo que acá llamamos una ‘pucciomanía’. Los más viejos se acuerdan, pero la gente joven recién se entera y se pregunta si acaso todo esto es verdad. No lo terminan de incorporar. Me parece que tanto El clan como El secreto de sus ojos pertenecen a directores brillantes, que por otro lado nunca le dan la espalda al público. Por eso la gente va a al cine”, dice Francella, refiriéndose a aquel filme de Juan José Campanella ganador del Oscar extranjero en el 2010 y donde él también participó como el fiel ayudante del agente judicial a cargo de Ricardo Darín.
Figura popular de la televisión trasandina en series de televisión como Poné a Francella, Casados con hijos y, recientemente, El hombre de tu vida, el actor comenzó a desmarcarse de su fama de comediante de pantalla chica primero en el rol de un representante futbolístico en la mexicana Rudo y cursi (2008) y luego en la mencionada El secreto de tus ojos (2009). Después ha hecho de peronista fanático en ¡Atraco!, de amigo del alma en El misterio de la felicidad y de enano en Corazón de león. Pero es seguramente el rol de Arquímedes Puccio, que pasó 23 años preso hasta que logró libertad condicional en el 2008 y murió en el 2013 en una finca en la pampa, el que marca un punto de inflexión en su carrera.
“Era lo opuesto a todo lo que había hecho en mi vida. Había que analizar sus rasgos de conducta y deshacerse de recursos que pudieran sobrar. Todo debía ser muy despojado. Hacer de este tipo me generaba un agobio emocional, pero al mismo tiempo me permitía explorar. No todo es maquillaje. También estaban sus posturas, sus movimientos, su tono de voz”, dice sobre esta caracterización que le llevó a platear sus sienes y a eliminar su bigote. Sobre la personalidad del personaje, matiza: “Arquímedes Puccio tiene algo de monstruo, pero había que transitarlo entero para encarnarlo. Socialmente era un tipo afable, pero con su familia se comportaba en forma muy severa. Era capaz de hacer las tareas con sus hijos con la misma naturalidad que mataba al secuestrado que tenía en la casa. Les hacía la comida a todos en la casa y metódicamente le daba arroz con pollo a la víctima que escondía en el cuarto de arriba”.
A pesar de la figuración del personaje, Francella dice que no hay tanto material audiovisual al alcance: “Están esas entrevistas que dio al final de su vida donde decía, con una arrogancia increíble que él no había participado en nada malo, que no era responsable, pero no hay mucho de los 80. Lo increíble es cómo tenía convencida a la familia. En los expedientes judiciales se lee que una de sus hijas lo defiende y dice ‘papá lo hizo por nosotros’, ¿Y qué es lo que hizo por ellos? Cometió asesinatos”.
Los Puccio, concocidos en la jerga policial como “el clan”, empezaron a operar durante la dictadura argentina, que le debía favores a Arquímedes, un ex agente de la anticomunista Triple A. Sus víctimas venían, por ejemplo, del circuito de los adinerados amigos de su hijo Alejandro, popular seleccionado de rugby de la época. Es más, la propia familia del clan vivía de la mejor forma posible. “Evidentemente este tipo estaba protegido por la dictadura y después del 83 quedó como mano de obra desocupada”, dice Francella.
Actor camaleónico, el porteño sólo dedica tiempo estos días a la promoción del filme (“vengo llegando de Venecia, donde se llevó el León de Plata a Mejor Director, y no me paraban de preguntar por el caso”). Francella espera con sentimientos encontrados el estreno del remake de El secreto de sus ojos a fin de año en EE.UU. “Vi sólo el trailer, pero los americanos hicieron algo absurdo, terrible. Cambiaron todo. A mi personaje, por ejemplo, lo comprimieron con otro y ahora lo hace Julia Roberts. O sea, me pusieron peluca”, dice. Viva en el barrio que sea, sea siniestro o no, Francella no pierde el humor.
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