Señor director:

Frente a la polémica que desató la construcción de un mall en Castro, el gerente del centro comercial propuso adecuar el edificio a las características arquitectónicas del archipiélago. Probablemente, el resultado será agregar a la estructura unos forros de tejuelas de alerce o alguna simulación de palafitos; es decir, un imbunche que causará espanto y risa.

En definitiva, será como construir un edificio de estacionamientos de 30 pisos frente a la iglesia de Notre Dame, en París, y tratar de arreglar la aberración salpicando algunos arcos ojivales y una docena de gárgolas. En el caso de Castro, las responsabilidades son múltiples: ceguera de las autoridades municipales, empresarios y ejecutivos que no imaginan otra forma de hacer negocios que abrir tiendas grandes y feas, y arquitectos que han apostado por la antiarquitectura. Pero la causa última es nuestro desinterés por la belleza de las ciudades que habitamos.

Fernando Guzmán
Facultad de Artes Liberales
Universidad Adolfo Ibáñez